JORGE IGNACIO PÉREZ, Redacción, 28 de octubre de 2012 (173.203.82.38).-Más que la nostalgia, la retroalimentación de una buena amistad es la que ha llevado a término un documental de 40 minutos realizado por los actores y productores Anabel Leal y Reinaldo Cruz, sobre la trayectoria artística y personal de Humberto Calzada, una de las figuras claves de la cultura cubana en Miami.
Titulado In dreams awake, el mediometraje, exhibido este sábado en preview en la vivienda del artista, es un recorrido biográfico que llega a los laberintos más intrincados de la sensibilidad humana y aborda, una vez más, el controversial asunto de la identidad cubana en el exilio a la vuelta de medio siglo de dictadura castrista. Toma como eje la trayectoria del pintor para ahondar, supuestamente en un segundo plano, en el destino de una nación diseminada por el mundo –como los judíos- que ha visto desde la distancia cómo se derrumba físicamente un país, a lo largo de cuatro generaciones afectadas.
La arquitectura, el tema principal de Calzada, es lo visible, gráficamente hablando, en In dreams awake, pero el interlineado llega un momento en que sobrepasa la información biográfica para convertirse en un interés común: El Exilio.
Fue por casualidad que Anabel Leal, primera actriz de la televisión cubana, y Humberto se conocieron. Una camarera de una cafetería de Miami los presentó. A partir de ahí comenzó una larga amistad que paralelamente fue construyendo el documental, porque comenzó a “rodarse” desde 2006 y hasta ayer por la noche no encontró el punto final.
Reinaldo Cruz, esposo de Anabel, reconoció en el pre-estreno (al que tuvo acceso CUBANET) que las tertulias organizadas por Humberto han devuelto la cultura nacional a muchos cubanos de Miami, por lo que se pudiera inferir –muchos lo han pensado- que el pintor es una suerte de Domingo del Monte en la llamada Ciudad del Sol, o también denominada Capital del Exilio Cubano, en alusión a ese importante promotor cultural de la época colonial en la isla.
In dreams awake tiene varios puntos de partida pero un único derrotero.
Una exposición homónima organizada por la periodista Ileana Fuentes y el crítico de artes Jesús Rosado –presentes en el preview– ya se preocupaba por el mundo interior del artista, quien salió de Cuba siendo un adolescente (1960) y ha vivido la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. Luego, o en primer lugar, depende de cómo se mire, está la temática de Calzada, que versa sobre la arquitectura cubana y el derrumbe de ésta. En el medio de todo, una urgencia o necesidad sustancial de los cubanos en el exilio por reinventarse.
La pregunta inminente es: ¿Cómo un hombre que se ha formado fuera de su país como intelectual continúa perseguido por una cultura que podría incluso no pertenecerle?
Sobrados ejemplos hay de reciclaje intelectual a través de la historia de los desplazados, pero a todas luces este no es el caso, ni de Humberto ni del auditorio, que descarrió el tema artístico para debatir el lacerante problema de la identidad cultural después de una dictadura.
Carlos Alberto Montaner, relevante politólogo y escritor (o viceversa), en el pre-estreno comentó un punto de vista sugestivo: Lo más importante tal vez no es la temática en la obra de Humberto, sino la ejecución, dijo. Sin la ejecución, o sea, el proceso mental del creador y su buena factura frente al lienzo o la cartulina, no estaríamos alimentando estas tertulias.
En efecto, el documental se refiere a las tres etapas principales del pintor, según explicó el crítico Jesús Rosado, en las que se observa al ser humano en el mundo interior de Humberto. Primero, una etapa naif, de rodaje y recreación un podo lúdica; luego, la deconstrucción de los escenarios cubanos en una etapa mucho más conceptual y hasta surrealista, y al final –visto claramente en el filme- una etapa de rebeldía en la que los sueños se convierten en pesadilla, con esos cuadros evidentemente en llamas.
El creador explica en el documental que la Revolución Árabe ocurrida hace poco le cambió la perspectiva de su trabajo. El pueblo rebelado contra sus dictadores, la rebelión total, la quema de todo, la locura como última salvación. Se ve muy bien en su lienzo de grandes dimensiones titulado Última llamada, en el que un avión de Cubana escapa, con solo dos ventanillas alumbradas, de una ciudad ardiendo.
Calzada estuvo emocionado con la propuesta de utilizar su vida para reflejarnos todos los que sufrimos trastornos en el exilio. La rabia está, pero contenida, la aceptación de lo que ha pasado sin más remedio, pero también, de alguna manera, está perdonarnos a nosotros mismo. De ahí esas imágenes en blanco y negro del regreso a Cuba de Calzada al cabo de 50 años. Tal vez sea esta una propuesta sentimental de los realizadores Anabel y Reinaldo.
También demostrar que Miami no es un desierto cultural, que el exilio como capital va mucho más allá de la reproducción folclórica de nuestra nación en el sur de la Florida.
Humberto, ingeniero de profesión, ha tenido la suerte de convertirse en pintor. Según sus propias palabras –y teniendo en cuenta el éxito de su trabajo plástico-, también fue una suerte exiliarse, porque sin el exilio, aseguró, tal vez nunca hubiera sido pintor.