LA HABANA, Cuba. – La última Feria del Libro nos sorprendió con una nueva impresión del libro “El Monte” de la desaparecida etnóloga Lidia Cabrera, título que no veía la luz en moneda nacional desde 1989. La publicación corrió a cargo de la Editorial Letras Cubanas en el 2014, y cuenta con un pequeño prólogo titulado “abriendo monte” basado en una cita de José Martí, el cual fue escrito por Raimundo Respall Fina y fechado el 6 de abril de 1990.
Su edición príncipe data de 1954 según reza en la presentación escrita en la Quinta San José, pequeña finca donde radicaba con su hermosa residencia en la barriada de Pogolotti en Marianao. Dicho lugar fue arrasado hasta sus cimientos después que ella emigrara en 1959, debido a una barbarie más de nuestro sistema. Este espacio fue utilizado para construir el círculo deportivo Jesús Menéndez, que por dejar de tener deterioro cuenta con una piscina vacía, y que es utilizada en ocasiones para ensayos de comparsas carnavalescas.
La obra es un clásico de nuestras letras y el texto más importante escrito sobre la cultura afrocubana; posee traducciones a numerosos idiomas y se ha publicado en numerosos países de los cinco continentes. Están editadas sus obras completas, que recogen cerca de una veintena de obras que redactó durante su larga vida, ya que nació en Nueva York durante el exilio de su padre Raimundo Cabrera en 1899 y falleció en Miami en 1992.
Según relata en una crónica de Letra y Solfa Alejo Carpentier, Lidia había asistido junto a Fernando Ortiz, quien llegaría a ser su cuñado, junto a la escritora venezolana Teresa de la Parra, a un “toque de tambor” en 1927, pues mostraba ya un interés en escuchar la música de raíces ancestrales africanas practicadas por los descendientes en nuestro país. El hecho marca los inicios de una labor que ocuparía gran parte de su trayectoria investigativa.
Una negra conocida por Teresa M, que llegó a las puertas de su domicilio para solicitar la ayuda profesional de su progenitor como abogado y la cual quedaría como costurera de la familia, sería quien la inició por estos senderos. Ella recibió de su padre un gran ejemplo al legarle la costumbre de escribir, quien también dejó una obra escrita, dentro de la cual se destaca “Mis Buenos Tiempos” (1890), que recoge su personalizada visión del mundo que le tocó vivir.
El concepto de la palabra monte para los practicantes, es todo aquel sitio donde existan árboles o halla estado poblado por estos en alguna ocasión, en el cual moran los orishas y espíritus a los cuales se les ofrendan alimentos como una manera de veneración, para pedirles su protección ante las diferentes situaciones que afronten estas personas.
El texto, cuyo método se basa en transcribir de forma literal las revelaciones brindadas por informantes sobre sus concepciones a veces contradictorias de los aspectos religiosos abordados, tiene en su haber lo genuino de su estilo, al plasmar tal vez por vez primera en “lengua”, numerosas frases y párrafos; es decir que recoge la fonética de esos dialectos en los cuales se expresan los practicantes de estos cultos.
El mayor valor que a mi entender reúne esta obra de unas 600 páginas, es que casi la mitad del manual se compone por un amplio vocabulario de las plantas usadas por santeros, paleros y ñáñigos en sus ritos para efectuar sus “trabajos”, y que pueden servir para “hacer bien o mal” según la necesidad del creyente. Incluye en cada ficha el nombre común de la mata o hierba, denominación científica de esta, a que santo se le ofrenda, como se usa en la fe y su aplicación medicinal, por lo cual el valor que reúne para creyentes y no creyentes es extraordinario.
La revista Extramuros del Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de La Habana, en su número 32 del 2011, dedicó esta edición a recoger trabajos que hablan sobre la escritora reseñada con artículos de sumo interés. Aquí aparecen autores cubanos y extranjeros que expresan sus opiniones sobre ella, entre los que se encuentran Lázara Menéndez, Katerina Seligman, Norge Espinosa y José Lezama Lima entre otros.
Llamó mucho mi atención la lenta venta que tuvo este ejemplar en el Pabellón Cuba, subsede del evento, el cual siempre ha sido altamente codiciado por todas las personas. Su precio fue de $30 pesos mn y cuando se ha vendido en divisa ha costado entre $ 12 y 20 cuc. La única explicación aparente ante tan poca demanda puede ser la falta de poder adquisitivo que tiene la población y que hayan dedicado más recursos económicos a los libros de cocina que pueden utilizarse en las cafeterías y “paladares para obtener beneficios. Otra característica contradictoria observada por mi es encontrar que la población de la localidad donde residió y la cual está compuesta en su gran mayoría por creyentes de estas religiones, desconozca de su existencia e importancia para nuestra cultura,
Lidia ha regresado por fin para quedarse entre nosotros con sus conocimientos. Esta es la mejor noticia para todos los cubanos de allá y de acá.