LA HABANA, Cuba.- En un mapa donde la MUD y los partidos que la conforman han comenzado a jurarse ante la dictadura venezolana, algunos tienen la necesidad de aclarar quiénes son y cuáles son sus objetivos.
Ni Juderkis Aguilar, abogada del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) ni Manuel Virgüez, director de la Asociación Civil Movimiento Vino Tinto, ni Rafael Gordon, abogado de la organización Defiende Venezuela, se quedaron de brazos cruzados cuando Venezuela decidió tirarse a la calle durante más de 60 días.
Ninguno de ellos se considera “la oposición”.
“Si hablamos en función de partido político no me considero de la oposición” dice Aguilar, pero aclara: “Si hablamos en función de que soy contraria a las políticas que el Gobierno venezolano ha aplicado en temas sociales, sí, me considero opositora”.
“Yo no espero nada de ellos”, dice Gordon, a lo que agrega parte de su experiencia. “No sé hasta qué punto hay verdaderamente una oposición. Muchas personas murieron durante estos meses de protesta. Tuve la oportunidad de defender a personas que fueron detenidas simplemente por protestar, y la oposición se olvida de ellos porque necesitan tener un puesto político. Si eso no es traición, ¿qué es?”, concluye el abogado.
Desesperanza y dictadura
Virgüez, de Vino Tinto, se considera un ciudadano que aspira a convertirse en un “agente de cambio” y piensa que el éxodo venezolano “representa una gran pérdida para el país, sin embargo, nosotros somos de la creencia que si Venezuela lograse superar la crisis que está viviendo se pudiese dar un escenario como el que está aconteciendo en Perú”.
¿Qué aconteció en Perú? Un colapso económico de los años 80, el gobierno autoritario de Alberto Fujimori y una migración masiva de sus ciudadanos condicionados por la política, el terrorismo y la economía.
“Nos comparamos con la figura de Fujimori y no con la de Fidel Castro”, aclara Juderkis Aguilar, abogada de PROVEA, “porque allí se dieron procesos electorales, y es lo que pasa en Venezuela, supuestamente existe toda una estructura que evidencia que hay divisiones de poderes. Una forma de pantalla para que creamos que seguimos en una democracia”.
Y cuenta cómo llegaron a tomar conciencia de que vivían una dictadura. “Suena duro porque, por lo menos nuestra organización, generó mucho proceso de reflexión para llegar a esto”, analiza sobre el proceso por el que pasaron.
“No era fácil decir ‘estamos en una dictadura’ porque normalmente la gente tiene una visión de las dictaduras como la cubana, o situaciones donde hay desapariciones forzadas; entonces se hizo muy difícil porque la gente decía: ‘Bueno, esto es una dictadura y tú tienes posibilidades de hacer tal cosa’. Por eso fue que la asociación más cercana en América latina era lo que ocurrió en Perú”.
Vigüez diagnóstica el padecimiento de la Venezuela de hoy: “Más que miedo lo que hay es una desesperanza aprehendida”. Enumerando las causas, “es un fenómeno que se viene aplicando desde la segunda guerra mundial. Primero lo aplicaron los nazis sobre la población judía, luego en la Unión Soviética y después en Cuba y en Venezuela lo han tratado de aplicar y eso ha provocado que han habido temporadas donde nuestra sociedad se ha mantenido inerte, sin ningún tipo de respuesta, sin encontrar alguna forma de encontrar una salida a la crisis”.
¿Qué papel juega Cuba en este contexto? Según Rafael Gordon abogado de Defiende Venezuela, los programas de educación, salud y de bienestar social que ha vendido Cuba como solidaridad, unido al concepto de “bolivariano” o la “idea de socialismo” que tienen “ciertos políticos”, que él duda que se hayan leído “jamás a Marx o a Lenin pero que están en el poder”. Son los principales problemas que tiene actualmente su país porque han aprovechado para “generar políticas públicas, no oficiales sino paralelas”, y pone de ejemplo de Barrio Adentro.
“Venezuela tenía un sistema de hospitales públicos, clásicos, muy buenos que se vieron deteriorados en detrimento de darle un apoyo a esa figura de Barrio Adentro”, cuenta Gordon. “Un programa estructurado con médicos cubanos en detrimentos de los médicos venezolanos. Y todo eso apoyados en el tema de que los médicos venezolanos pensaban como un capitalista y eso derivó en un problema impositivo porque, ¿cómo se sostienen esos programas sociales que pueden ser de ayudas económicas, tipo Madres del Barrio, Adulto Mayor o Barrio Adentro? Eso se sostiene en Venezuela a partir de impuestos”.
Narra lo que sucedió el año pasado y que no fue noticia ni en el Noticiero Nacional de Televisión ni en la edición cubana de TeleSur: “Se aprobó de forma inconstitucional una ley de presupuesto nacional que contemplaba que entre el 70 y 80% del gasto público se iba a satisfacer con impuestos y los venezolanos no tenemos recursos ni siquiera para poder subsistir. El Gobierno dice que solo se los va a sacar a las empresas privadas, pero es que ya quedan muy pocas empresas privadas”.
Las empresas del Gobierno deben aportar entre el 20 y el 30 por ciento de ese presupuesto. “Cómo se sustentan esos programas sociales entonces?”, se pregunta Gordon. “La respuesta es clara. Esos programas sociales son fachadas, mecanismos para empobrecer a los venezolanos, generarles expectativas de que están siendo atendidas sus necesidades y no es así. Literalmente nos están quitando a los que no tenemos nada para dárselo al que no tiene absolutamente nada”.
Todos los entrevistados coinciden en que “la vida en Venezuela es muy cara y vivir de un salario mínimo es sumamente difícil”.
Salud, alimentación y subsistencia
“Ahorita hay gente que se está muriendo porque no hay medicinas”. Juderkis Aguilar habla de una de las situaciones más críticas que enfrenta Venezuela. “Nosotros insistimos mucho sobre este tema, dentro y fuera, para generar mecanismos de donación de medicamentos, pero eso lo ha hecho la sociedad civil y no la oposición”.
Aguilar cuenta cómo las organizaciones “han hecho balance de la situaciones de salud y tienen un esquema de qué cosas se pudieran hacer para superar las situaciones pero no hay formas de incidir en las espacios que tiene que ver directamente con esos temas con el Ministerio de la Salud, porque simplemente han decido cerrar las puertas”. No tienen manera de incidir sobre ninguna otra institución gubernamental.
Según los activistas entrevistados, el sistema público de salud no funciona porque no tiene recursos, y aunque existe un sistema privado la población no tiene recursos para pagarlo, lo que hace la situación más compleja aún.
Manuel Gordon habla de algunos “mecanismos para subsistir” muy parecidos a los que tenemos los cubanos.
“Creo que hay malas costumbres que adquirieron en su momento ciertos cubanos para vivir y que las estamos adquiriendo en Venezuela también” apunta Gordon. “Una de ellas es aprovecharse de bienes subsidiados por el Estado para crear un mercado negro como la única forma de sobrevivir”.
Intenta ser imparcial aunque él mismo es una víctima de la situación: “Analicemos esas conductas objetivamente. Ahorita tenemos un problema para conseguir alimentos. En Venezuela un kilo de leche está por encima de los 40 mil bolívares. Las famosas CLAP, que son unas cajas de comida en la que te llegan dos leches extranjeras, de Colombia o de México, uno paga por la caja 10 mil bolívares. ¿En cuánto saldrá esa leche? Mil bolívares máximo; sin embargo, agarras esa leche, te vas al mercado negro y lo puedes vender en 40 mil bolívares. Ese es el mecanismo que tiene la gente para sobrevivir. Obviamente está mal porque te estás aprovechando de los demás, pero con esos 39 mil esa persona logra sobrevivir, gasta una porción en lo que necesite y guarda 10 mil para la próxima caja de CLAP”.
Otras formas de resolver la situación es con la ayuda de venezolanos y organizaciones de afuera del país.
“Hay gente a fuera que quiere colaborar”, asegura Aguilar, “pero el Estado ha asumido que es una forma grosera de dirigirse a él cuando hablamos de abrir un canal humanitario. El Gobierno no puede decir que hay una crisis porque eso le genera una desventaja política, entonces prefiere no decir nada, pero la gente se está muriendo”.
“Son esas cosas que uno no termina de entender”, reflexiona la abogada de PROVEA. “En algunos momentos se represaron los medicamentos en el puerto, había toda una cantidad de papelaje que uno sentía que era una forma de obstaculizar, pero como cambiaron las cosas, nosotros creemos que el Gobierno entendió que si ellos no los estaban garantizando y dejan que los medicamentos entren las estadística no serán tan altas”.
Las soluciones
“Los venezolanos vivimos una situación de refugiados”, dice Vigüez, el director de Vino Tinto, quien ve en la situación de precariedad económica un catalizador para “nuevamente construir el tejido social en Venezuela”.
Pese al caos económico, político y social Juderkis cree que si el Gobierno reconociera los balances de pobreza que han hecho algunos especialistas y empezara a aplicar medidas que “pueden ser en los primeros momentos muy duras”, la situación podría estabilizarse “en algunos años”.
“Pero sería aplicar realmente políticas públicas”, añade la abogada, reconociendo que esta situación es una utopía porque los pasos de Nicolás Maduro van en dirección contraria.
Vigüez resume la situación: “Todos los derechos, tantos los civiles como los políticos, en su entera transversalidad, como los derechos sociales, son incumplidos o vulnerados; y de allí el rol que las organizaciones de la sociedad civil estamos desarrollando en Venezuela para poder lograr el objetivo final”.