
GUANTÁNAMO, Cuba.- El periódico Juventud Rebelde de este jueves 3 de marzo ha reproducido varios fragmentos de la intervención de Pedro Núñez Mosquera, Director General de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX), durante el segmento de alto nivel del trigésimo primer período ordinario de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Al ofrecer la visión del gobierno cubano sobre el tema, en respuesta a la intervención del señor Antony Blinken, Subsecretario de Estado de EEUU, el periódico, como siempre hace la prensa oficialista, omitió publicar la intervención del funcionario norteamericano.
Pero, siguiendo las palabras del representante cubano, se comprueba cómo su discurso es un boomerang contra el gobierno que representa. Porque el diplomático aseguró que la Comisión de Derechos Humanos no ha podido desterrar la manipulación política y los dobles raseros que dieron al traste con su predecesora.
Si algo distingue al gobierno castrista es precisamente la manipulación que hace del tema al restarle importancia a los derechos civiles y políticos y sobredimensionar los derechos económicos, culturales y sociales, así como endilgarle el sambenito de traidores y asalariados del imperio a los cubanos que luchan porque esos derechos se implanten definitivamente aquí, mientras que quienes ejercen en su contra una verdadera política terrorista son calificados como patriotas. Otra manipulación es asegurar que tiene otra interpretación de dichos derechos, como si Cuba fuera un país del Oriente Medio o asiático y no enclavado en pleno hemisferio occidental donde su gobierno es el único que hace tales alegaciones.
Los derechos humanos deben ser promovidos para todos y siguen siendo una ilusión para cientos de millones de personas en el mundo, entre ellas miles de cubanos discriminados que continuamos adoleciendo de la posibilidad de acceder a un empleo, a expresar libremente nuestras opiniones y a manifestarnos sin recibir la represión de la policía política. Ahí ubico también a quienes carecen de la posibilidad de obtener justicia ante los atropellos y vejaciones de las autoridades, o de un recurso efectivo ante tribunales imparciales y que al ser detenidos por cualquier causa reciben tratos humillantes, crueles y degradantes, prohibidos por la legislación internacional y son privados de bienes personales arbitrariamente u objeto de injerencias en su privacidad.
A pesar de que la democracia, signada por el multipartidismo y la posibilidad de elegir libremente a los gobernantes, es una fórmula presente en la gran mayoría de los países del mundo, Mosquera afirmó que no debe erigirse como la única forma de gobernabilidad pues ésta debe centrarse en los asuntos públicos con eficiencia, la participaciópn del pueblo en la toma de decisiones y en un ejercicio adecuado de integridad y justicia social. Pero desgraciadamente en Cuba el único asunto público que es atendido con eficiencia es la represión a los ciudadanos pacíficos que sueñan un destino diferente para la patria, a los demás asuntos públicos los acompaña la más ramplona ineficiencia gubernamental. Para demostrarlo están los miles de planteamientos de la población en las asambleas de rendición de cuentas del Poder Popular que siguen sin solucionarse, a los que añado el estado ruinoso de muchísimos edificios públicos, el deterioro de las calles y aceras unido al de las redes de acueducto y alcantarillado, la mala calidad del agua, el insuficiente transporte de pasajeros, el escaso acceso a Internet, los bajísimos salarios y los altos precios de los alimentos y productos de primera necesidad y los evidentes retrocesos en la salud, la educación y el deporte. ¿A qué eficiencia aludirá Mosquera?
En cuanto a la participación del pueblo en la toma de decisiones, desde 1959 en Cuba se gobierna por decreto y, siendo una república, su máximo órgano de gobierno, que formalmente es la Asamblea Nacional del Poder Popular, se reúne una semana cada seis meses para que los diputados levanten sus manos dócilmente y aprueben por unanimidad los decretos y decretos leyes dispuestos por los Consejos de Estado y de Ministros.
Dijo también Núñez Mosquera que la tendencia a la selectividad de países que no son afines a las grandes potencias se refuerza y se hace cada vez más peligrosa pues llama a utilizar con fines políticos y militares el Consejo de los Derechos Humanos. Es obvio que el diplomático elude que el gobierno cubano aplica desde 1959 un plan de discriminación selectiva entre sus ciudadanos para que prosperen y tengan derechos únicamente aquellos que lo apoyan o callan ante las injusticias.
El diplomático instó al Alto Comisionado de los Derechos Humanos a que contribuya al equilibrio y a un debate genuino, concediéndole relevancia a los derechos económicos, sociales y culturales, como si en Cuba tales derechos fueran cumplidos en su totalidad y terminó afirmando que Cuba está comprometida con la defensa de todos los derechos humanos, afirmación que carece de veracidad teniendo en cuenta que el gobierno no ha incorporado a su legislación esos derechos, e incluso, viola cotidianamente su propia Constitución.
En cuanto a quienes aún se ilusionan con los cambios que a gritos pide nuestra sociedad, la prensa cubana fue enfática al asegurar que todos los que el país necesita se hicieron el primero de enero de 1959. Más claro ni el agua. Ante las próximas visitas de Kerry y Obama el discurso del diplomático cubano ha sido algo así como un aperitivo desagradable.