LA HABANA, Cuba, www.cubanet.org -Luego de décadas de abandono, resulta indignante la propaganda, exagerada, del gobierno sobre las labores de rehabilitación que se realizan en el casco histórico de Trinidad, así como en el Valle de los Ingenios, para celebrar los 500 años de la fundación de esta Villa por los españoles.
Con la única finalidad de ganar dinero, hace restaurar no las casas de la población, sino algunos inmuebles que puedan ser explotados con fines turísticos. Muchos trinitarios se han percatado de que con ello, al establecer la divisa como moneda de acceso a estos lugares, los lugareños no se verán significativamente beneficiados, pues sus oportunidades de disfrute de estas instalaciones quedarán, ya se sabe, limitadas.
Aunque los medios oficiales siempre presentan a la Cuba de antes de 1959 sumida en un total desamparo, esa muletilla no es real. En 1942 se creó la Asociación Pro Trinidad, patrocinada por personalidades de esta ciudad que se preocupaban por preservar su patrimonio y trabajaban por el desarrollo de la ciudad. Alrededor de 1950, con la construcción del Circuito Sur, Trinidad quedó comunicada por vía terrestre con Sancti Spíritus (otra Villa) y Cienfuegos, y consiguientemente con el occidente y el oriente del país. La comunicación entre Trinidad y Cienfuegos contribuyó al desarrollo del turismo, una de sus principales fuentes de ingresos por lo mucho que esta bella ciudad de estilo colonial tiene para mostrar al turista.
En su desarrollo, también influyó significativamente la inauguración en 1954 del sanatorio antituberculoso de Topes de Collantes, a donde comenzaron a acudir personas de todo el país, primero, y luego de otras partes del mundo.
Cuenta Marta, una señora que vende libros, que hace más de cincuenta años visitaba Trinidad con su familia. En el verano iban a la playa El Ancón, y a comer minutas de pescado fresco que vendían las mujeres de los pescadores en el puerto de Casilda. -Decir que esa ciudad llegó en ruinas a la revolución, es una mentira –asegura Marta-. Después de 1959 fue que no pudo escapar del estado ruinoso en que se encuentra todo el país.
La Villa de la Santísima Trinidad es la tercera fundada por la corona española en Cuba, por mediación del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, en la primera quincena de enero de 1514, en las márgenes del río Arimao. Sus encantos cautivan a cuantos la visitan: La combinación única de un clima paradisíaco, montañas con un sorprendente atractivo biológico y geográfico y playas de arena finísima, sin olvidar el excepcional salto en el tiempo que experimenta el visitante al andar por sus calles.
Los trinitarios se repusieron y salieron adelante en cualquier etapa difícil, y hoy se sienten orgullosos de haber preservado, durante cinco siglos, sus palacios y casas de altos puntales y tejas rojas, los grandes portones de maderas preciosas y las bellas rejas de sus ventanales, así como las calles empedradas con auténticas chinas pelonas.
Un valle de marabú
El hermoso Valle de los Ingenios, con su típica torre de Manaca Iznaga, fue declarado por la UNESCO, en 1989, Patrimonio de la Humanidad, junto con el casco histórico de la ciudad, y aunque esa institución recomendó proteger el Valle de cualquier acción que alterase su integridad ecológica, al desaparecer la industria azucarera en la región, desapareció del Valle la caña de azúcar, y en su lugar se extendió el marabú.
Una trinitaria que cumplió doce años como presa política, Rosita, me relató que después de 1959 vivieron días difíciles por la resistencia que muchos jóvenes trinitarios hicieron al gobierno comunista. Su rostro se entristeció cuando recordó al novio fusilado en El Condado, según dijo, un hombre bueno, cristiano, que también se había alzado para luchar contra Batista.