LA HABANA, Cuba.- Acaba de concluir sus sesiones el XX Congreso de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC). A pesar de que las autoridades proclamaron que éste había sido un cónclave democrático, al ser discutidos sus principales documentos en cada centro laboral, lo cierto es que muy pocos trabajadores esperaban alguna buena noticia del evento. Lo anterior pude constatarlo un día después de finalizado, en conversaciones sostenidas con varias personas.
Alina es trabajadora de un taller de corte y costura del Ministerio de Industrias. Me dijo que no se molestó en leer los periódicos ni ver los noticieros de televisión durante los días que sesionó el Congreso. Total, no se iba a resolver su demanda y la del resto de sus compañeras: un aumento de salario.
Me contó Alina que en su taller se han aplicado tres sistemas de pago, y ninguno ha servido para nada. No han podido cobrar el estímulo salarial porque la empresa a la que se subordina el taller ha incumplido con indicadores que les llaman macroeconómicos, y que ningún obrero entiende de dónde salen.
El día que dieron la reunión pre Congreso en su taller, sus compañeras plantearon que, ya que nunca cobraban el estímulo, al menos que les aumentaran el salario básico. Pero un funcionario de la CTC municipal dijo que eso era imposible hasta tanto no aumentaran en el país la producción y la productividad del trabajo. “Y por supuesto que yo no estaba para escuchar el mismo cuento ahora en el XX Congreso”, concluyó Alina.
Miguel Ángel es Licenciado en Economía. A él no le agrada mucho esa especie de eslogan que enarbola el gobierno en el contexto de la actualización del modelo económico, en el sentido de que la planificación prevalezca sobre el mercado. Lo que menos le gusta es que la CTC no sea original, y se limite a repetir lo que dicen los gobernantes del país.
Como muchos, no estuvo al tanto de lo que aconteció en la máxima cita obrera. No hizo falta. Unos días antes, el señor Ulises Guilarte de Nacimiento, que presidía la Comisión Organizadora del XX Congreso, ratificó que los sindicatos apoyaban la estrategia económica que ponía a la planificación en primer plano. “Bueno -aclara Miguel Ángel-, mi animadversión es contra la planificación en Cuba. Es que aquí los planificadores del gobierno, además de ser ineficientes en su trabajo, quieren meter la cuchareta en todo, hasta en lo que debe producir y vender una simple cooperativa agropecuaria”.
Y al pasar cerca de un área donde unos meses atrás todo era actividad debido a la ropa que comercializaban los cuentapropistas, y que hoy languidece de soledad, me topé con Yoandri, un joven que debió entregar su licencia como trabajador por cuenta propia. Fue de los primeros que aceptaron pertenecer a los sindicatos auspiciados por la CTC. Hoy, sin embargo, evalúa de inútil esa decisión. “En resumidas cuentas, todo fue por gusto. Cuando me cerraron el negocio de ropas, el sindicato no hizo nada por defenderme”, confesó.
También dijo que su caso podía servirles de lección a muchos trabajadores por cuenta propia que se ven presionados por las autoridades para que entren en los sindicatos. “El gobierno quiere sindicalizarlos para controlarlos mejor, porque aquí sindicato y gobierno son la misma cosa. Lo demás es puro cuento”, expresó finalmente.
Ah, y los tres sabían de antemano que el gordito de nombre brasileño -como le llaman a Ulises Guilarte de Nacimiento- iba a ser elegido secretario general de la CTC. Eso estaba decidido previamente