BAYAMO, Cuba. -El llanto de una niña rompió el murmullo habitual de la tienda bayamesa El Arte, llamando la atención de los allí presentes. La causa estaba a la vista de todos, pero lejos del alcance adquisitivo de la madre de la pequeña, que señalaba una muñeca en el estante abarrotado de juguetes.
Entre confusa y apenada, la madre quiso explicar a los curiosos como si les debiera una disculpa. “¿De dónde voy a sacar yo 358 pesos? Si le compro esa muñeca me tengo que pasar un mes completico sin comer y aun así quedo empeñada”.
El precio de los juguetes en las tiendas cubanas es muy elevado para el poder adquisitivo del cubano promedio. Los padres suelen angustiarse cuando deben hacerle entender a sus hijos la imposibilidad de comprar el juguete soñado.
Una anciana presente en la escena de la tienda El Arte dijo de forma tajante: “lo más malo que tenían los gobiernos de antes del 59′ era la cara de tristeza de los niños pobres, mirando las vidrieras llenas de juguetes y golosinas, sabiendo que nunca se lo podrían comprar. Y ahora es lo mismo. Con esos precios no hay quien pueda comprarlos y ya tenemos arriba las vacaciones y el Día de los Niños”.
Lo cierto es que las posibilidades adquisitivas de la población no permiten regalarle un merecido juguete a los hijos y nietos luego de una larga etapa escolar. Y las escasas opciones recreativas que oferta el Estado también están fuera del alcance de muchos.
Un hecho común y lamentable que a diario vemos en calles y avenidas son los niños y jóvenes jugando o practicando deportes en plena vía pública, con riesgo para sus vidas. Ya el tiempo de las cometas, trompos y bolas, dejó de formar parte de la infancia. Poco a poco los niños, a falta de juguetes y entretenimientos sanos, van buscando otras formas de diversión.
Luego es fácil criticar la erotización de la infancia, la delincuencia juvenil, la adicción de los niños a telenovelas, series y programas de adultos, la ingestión de bebidas alcohólicas y drogas, entre los muchos problemas comunes de la niñez y la adolescencia en los últimos tiempos.
Yendo al meollo del asunto, descubrimos que la mayoría de los niños pasan su infancia en medio de carencias y necesidades, provocadas también por la poca solvencia económica de sus familias. Faltan las diversiones y los juguetes que estimulen sentimientos de afecto, compañerismo y hábitos sanos de conducta, en esas primeras etapas de la vida donde el juego va conformado la personalidad.
Los precios de los juguetes son capaces de apagar los más arduos deseos de agasajar los infantes. Citando algunos ejemplos, en la tienda Ultra, en La Habana, se exhiben muñecas que cuestan entre los 1.017 y 1.102 pesos, o un tren de 672,50 pesos; volviendo a la tienda El Arte, en Bayamo, allí se encuentran bellos juegos de tocador para niñas, pero a 1.595 pesos. Similares cifras se exhiben en el resto de las tiendas de la nación.
Como una opción más viable pudieran verse las tiendas de “rebaja u oportunidades”, que venden con un porciento de descuento por roturas y deficiencias en sus productos. Serían factibles si las rebajas no fueran irrisorias, porque hasta lo inservible es caro y sólo con suerte se logra algo recuperable. En estas tiendas pueden verse artículos en tan mal estado, que han sido rebajados en más de cinco oportunidades.
Al indagar sobre la correspondencia entre la calidad y los precios en la tienda bayamesa La Época, una dependiente advirtió: “ninguno de esos juguetes sirve, están ahí desde hace tiempo y ni los compran ni les dan de baja”. Luego de atender a un cliente, añadió: “a veces traen a vender artículos que no sirven para nada y uno se avergüenza, porque todo el que los ve califica su venta como una estafa. Y si por casualidad alguien lo compra, no tiene derecho a devolución o remuneración. Si no te sirvió, te jodiste”, confiesa.
Otra opción a tener en cuenta son los juguetes ofertados por particulares y cuentapropistas, cuyos precios varían según la procedencia. Si son artesanales entonces son más baratos, pero no tienen calidad; y si son de reventa o importados, el precio compite con los del mercado estatal.
Superando en dos y tres veces el salario mensual promedio, es imposible satisfacer las aspiraciones de nuestros niños, alimentar su fantasía con algo más que juguetes feos o viejos. Habrá que seguir recurriendo a las muñecas de tuzas de maíz o las yuntas de bueyes donde los animales son pomitos vacíos, o a los dardos de clavos y plumas, y las espadas fabricadas con pedazos de madera vieja.