Foto-galería de Marcia Cairo
LA HABANA, Cuba. -Décadas atrás, caminar por el Bulevar de San Rafael era agradable. El lugar siempre estaba concurrido, por transeúntes y compradores.
Pero lo que en una época fue un lugar agradable, ahora solo inspira vergüenza. Es difícil imaginar el esplendor que tuvo esa importante arteria comercial de la Revolución. El lugar más bien nos remite a los momentos más álgidos del Período Especial, cuando llegó Cuba a la cima de la decadencia y en las vidrieras solo había maniquíes con ropas horrorosas que nadie se animaba a mirar siquiera, y carteles de propaganda política.
Hoy este Bulevar, en el mismo centro de la ciudad, ofrece un deplorable cuadro tercermundista. Lleno de restaurantes improvisados de dudosa higiene, donde la comida es de la peor calidad. Hay timbiriches de comida rápida, como pan con embutido, con puerco, pizzas y refrescos, que mucha gente consume por ser la única opción al alcance de su bolsillo.
Existen los establecimientos donde los artículos de limpieza, los muebles y otros enseres son también en moneda nacional, mucho más baratos que en divisa. Estos productos constituyen una alta demanda entre la población, ya que sirven a una minoría sin mayores posibilidades económicas. Pero igualmente muchos vendedores particulares tratan de acaparar estas mercancías que luego serán revendidas, como la lejía, los jabones de lavar y de olor, el salfumán y las velas.
Están también los bazares y mercados de alimentos de divisa solamente, aunque adolecen de no estar bien equipados, con mucho desbalance y disparidad en lo que ofertan. Y esa tiendas de vidrieras vacías, que están cerradas y en desuso.
El antiguo Cinecito donde se pasaban películas para niños, permanece con las puertas cerradas, al igual que el Rex Cinema, que en otra época tuvo mucha afluencia de público, con aquellos asientos tan cómodos y su pantalla grande. Estos cines se pudren hace muchos años entre la humedad y el polvo, y no tardarán en deteriorarse aún más, si no son reparados con urgencia. Locales ambos que gozaban de popularidad entre la gente del barrio y todo aquel que deseara ver una película si andaba cerca, opciones atractivas que en estos momentos forman dos eslabones en la cadena del estancamiento del Bulevar.
Un lugar atractivo, –sin embargo, subvalorado–, es el Centro Cultural ArteHabana, donde se agrupan disímiles muestras de artesanía cubana, realizadas por artistas plásticos de renombre, desde adornos, cuadros, ropas, sombrillas, loza y otras. En una de las secciones se ven instrumentos musicales, cds y dvds, hasta artículos de oficina. Con precios bastante excesivos, sobre todo la ropa, los discos y las artesanías, que pocas personas compran. Su cafetería sirve de marco para cantantes y trovadores, aunque casi nadie los atienda y las mesas estén llenas de gente que mira hacia otro lado, o conversa a gritos mientras toma cerveza en una algarabía constante, que asemeja un bar de borrachos incontrolable. Local que con una acertada gerencia, pudiera funcionar como se pensó desde su inicio.
En otra de sus esquinas se ubica el Centro Cultural Habana, con librería en los bajos, en la planta alta un salón con galería para exhibir pinturas y fotos, y las oficinas de promoción. Allí duermen el sueño eterno muchos libros que a nadie le interesa, y que un buen día terminarán hechos pulpa para hacer otros libros y seguir en la rueda editorial. Las empleadas de este centro conversan todo el día y no son capaces de hacerles sugerencias a los visitantes, ni saben de los autores ni de los volúmenes que allí se venden.
Al llegar al gran espacio del Parque Fe del Valle, vemos todo tipo de personas, y a veces nos inunda un espectáculo deprimente: ancianos miserables, locos, gente ordinaria…, todos sentados en los bancos desvencijados. Seres sin expectativas de una vida decorosa, a la entrada de un Bulevar que fue en sus dorados tiempos una invitación a la moda y al buen gusto, desde una simple aguja hasta un traje hecho a la medida.