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ARTEMISA, Cuba.- Por más de 20 años los habitantes de los poblados de Pedro Díaz, Chafarina, La Cachimba, Leal, La Fosforera, Junco y Boca de Cajío, ubicados en las cercanías del municipio Güira de Melena, han permanecido sin una ruta de transporte estatal constante. Aquí no se ha visto en todo ese tiempo, “ni de casualidad”, una línea de ómnibus, según afirmaron algunos pobladores que han tenido que arreglárselas por sí solos cuando de trasladarse se trata.
La única alternativa, nacida de la necesidad en estos inhóspitos y olvidados lugares, son los llamados “Riquimbilis”, una mezcla de triciclo con minibús, de fabricación y adaptaciones totalmente improvisadas en Cuba.
“Que yo recuerde, hace mas de 20 años que aquí no vemos ni una guagua (refiriéndose a los ómnibus estatales), ni una camioneta, ni nada. En los años más duros de Período Especial teníamos que caminar más de 10 kilómetros todos los días para poder llevar nuestros hijos a la escuela. Ya por suerte están los ‘riquimbilis’ y la situación para nosotros ha mejorado gracias a estos inventos”, explica Juana Camejo, quien reside en el poblado de Pedro Díaz, a unos 8 Km de Güira.
Algunos de esos “riquimbilis” de fabricación casera, considerados los “más modernos” por parte de los lugareños, cuentan con motores de petróleo y cajas de velocidad adaptadas de automóviles Lada o Moscovich, los viejos autos soviéticos que abundan en la Isla.
Ángel Miguel Gutiérrez, propietario de uno de estos híbridos criollos, explica con en detalles como modificó una moto para convertirla en un “riquimbili” y así ganarse la vida “boteando”, la palabra que se usa en Cuba para transportar pasajeros.
“Compré una motocicleta rusa marca Ural y la trasformé en esto, que aquí se le suele llamar ‘riquimbili’. Este tipo de modificación es difícil y lleva muchos recursos y dinero, pero ‘boteando’ recuperé mi inversión rápidamente y ahora me gano la vida de esta forma (…) El problema del trasporte para estas localidades es crítico hace mas de 20 años. El estado nunca más se ha ocupado de poner un trasporte público fijo o constante para estas zonas. Pienso que por eso también se hacen los de la vista gorda con nosotros y no nos tiran los inspectores para arriba. Al final estamos resolviendo un problema que es de ellos”.
Los “riquimbilis” en estos lugares tienen dos calificaciones: legales e ilegales. Los del primer grupo tienen todos los papeles en regla y poseen licencia para negocios y una matrícula para circular. Luego están los que trabajan “por la izquierda”, sin papeles o algún tipo de documento que les permita ejercer como taxis o siquiera circular por la vía.
Yordanis Alvarez, propietario de un “riquimbili” ilegal, explica al respecto: “Construí este ‘riquimbili’ con un motor de pipa de agua. No tengo ningún papel legal, ni licencia para botear; tampoco esto tiene chapa, por lo que corro el riesgo de que me lo quiten. Por eso debo de esperar que los legales carguen para después hacerlo yo. Son leyes que hemos impuesto nosotros mismos aquí en nuestra terminal. (…) Aquí nadie viene a decirnos qué hacer ni cómo hacerlo. Nosotros resolvemos un gran problema en este lugar. Sin los Riquimbilis cientos de personas se quedarían sin trasporte en todas estas localidades”.
“Los Riquimbilis son los que nos salvan la vida, sin ellos estaríamos pasando trabajo y caminando kilómetros todos los días para poder trabajar o para llevar los niños a la escuela. La mayoría de nosotros no tenemos los medios ni el dinero necesario para tener un trasporte particular”, coincidieron algunos usuarios.
En la estatal Empresa de Trasporte del municipio Güira, se negaron a dar cualquier tipo de información sobre el tema. Una funcionaria que se hizo llamar Esther evadió todo tipo de preguntas al respecto y sencillamente dijo, mientras se retiraba del lugar dando la espalda: “En esos poblados la gente resuelve a base de ‘riquimbilis’”.