LA HABANA, Cuba.- En la tarde de este viernes 5 de agosto, en la librería Alma Máter, ubicada en la intersección de las calles Infanta y San Lázaro, municipio de Centro Habana, fue presentado el no. 83 de la revista Temas, la más importante publicación de cultura, ideología y sociedad que auspicia el Ministerio de Cultura.
Este número está dedicado al tema “Hacia un nuevo sector público: el debate cubano”, y contiene trabajos que analizan el estado actual de las entidades estatales cubanas, así como la necesidad de hacerlas eficientes en el contexto de las reformas implementadas por Raúl Castro, y ante el desafío que para ellas suponen las actividades privadas y cooperativas.
En esta entrega de Temas encontramos también artículos sobre la prostitución —más acerca de su historia que de su manifestación actual—, la teoría marxista, las rebeliones juveniles de 1968 en México y el mundo, y la novelística de Miguel de Carrión, entre otros.
Sin embargo, no es aventurado pensar que, más que el contenido en sí de la revista, el mayor interés de los presentes en la actividad se centró en el presentador de este número de Temas: nada más y nada menos que Humberto Pérez, una especie de Marino Murillo de los años 70 y 80, y al que Fidel Castro hizo desaparecer de la escena política en 1986 cuando decidió que la isla entrara en el período de rectificación de errores y tendencias negativas.
Los cubanos que ya peinan canas recuerdan que Humberto Pérez fue nombrado presidente de la Junta Central de Planificación cuando el país acometió cambios pro mercado a partir de 1975 en el contexto del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE). En ese entonces Pérez era contemplado como uno de los principales reformistas dentro de la nomenclatura castrista. Fue el momento de la creación de los mercados libres campesinos, el mercado paralelo de artículos industriales y alimenticios, así como una mayor autonomía a las empresas, que posibilitó el pago de premios y primas a sus trabajadores.
Pero bastó que Fidel Castro y los elementos de línea dura estimaran que esos mecanismos económicos estaban descuidando el trabajo político-ideológico con las masas, para que el país “rectificara el rumbo” y retomara muchas de las prédicas idealistas del Che Guevara. Claro, también ya se empezaba a hablar de la Perestroika en la Unión Soviética.
Lo cierto fue que Castro la emprendió en duros términos contra el SDPE. En ambientes informales lo calificó de “penco viejo”, y en medios oficiales aseveró que “los mecanismos económicos no son la vía fundamental para la construcción del socialismo y el comunismo” (“Clausura del III Congreso del PCC”, revista Cuba Socialista, no 1 de 1987).
Varios de los asistentes a la presentación de este número de Temas reconocieron no haber tenido noticias de Humberto Pérez después de 1986. También estiman que esta reaparición del antiguo zar de las reformas económicas no puede verse como algo casual. Precisamente ahora, cuando el General-Presidente necesita reformar el anquilosado andamiaje de la empresa estatal socialista. Si se tratara de una rehabilitación oficial, valdría la pena conocer qué pensarían los dinosaurios de ayer, y que hoy continúan aferrados al poder.