LA HABANA, Cuba.- Un nuevo certamen beisbolero universal termina en fracaso para la pelota cubana sin que los jerarcas criollos del centenario deporte acepten la dimensión de la crisis que embarga al pasatiempo nacional. La selección nacional concluyó este lunes 16 su participación en el primer Torneo Premier 12, en Taipei, China, sin lograr su objetivo declarado de incluirse entre los cuatro primeros lugares al ser vencido por el fuerte representativo de Corea del Sur en la jornada de cuartos de final.
Después de casi una década de descalabros e intentos fallidos al máximo nivel, después incluso del reconocimiento parcial de las carencias y lagunas que arrastra el béisbol cubano, parecía increíble constatar cuanta arrogancia y vanidad demuestran directivos y periodistas que pronosticaban un seguro avance de Cuba en el certamen establecido por la Confederación Internacional de Béisbol y Softbol WBSC para enfrentar cada cuatro años a las selecciones representativas de los doce primeros países del ranking mundial.
El evento se caracterizó por la fortaleza de algunos contendientes (Japón Corea del Sur, Canadá, Holanda Estados Unidos), la insuficiente calidad de otros representativos, principalmente de la región del Caribe, enfrascados en sus ligas invernales y la decepcionante actuación de Republica Dominicana, campeón del pasado Clásico Mundial 2013 e incapaz ahora de obtener una sola victoria.
A este torneo, que pretende ser un nuevo escalón en el difícil camino de regreso del béisbol al programa olímpico, llegó la representación cubana bastante disminuida en calidad por las ausencias de varios de los mejores jugadores de la Isla que se cuentan entre los cientos de peloteros que en los últimos años han abandonado el país para probar suerte en otros escenarios.
Esas ausencias y esa disminución de la calidad se hacen patente en nuestro torneo nacional, donde la calidad técnica y el pobre respaldo de público llenan de preocupación a los amantes del béisbol y repercuten en el gusto sobre todo de las nuevas generaciones cuya preferencia por el deporte nacional disminuye ostensiblemente en favor del fútbol.
Los análisis y pronósticos oficialistas daban a Cuba como un contendiente destinado a incluirse en la élite del torneo, sin siquiera tomar en cuenta como hace pocas semanas solo pudieron alcanzar a muy duras penas el tercer lugar en los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá.
En la primera parte del certamen, a pesar de ser ubicado en el grupo eliminatorio más fácil, en casi todos los encuentros el equipo Cuba salió abajo en el marcador, fue el segundo plantel que menos carreras logró anotar, fueron derrotados por Canadá y el anfitrión Taipéi de China, lograron vencer a Holanda, su verdugo de los últimos años, gracias a una deficiente utilización de los lanzadores por parte del alto mando contrario y a Puerto Rico por un error en la mecánica defensiva del conjunto boricua en una acción crucial del juego. Finalmente lograron escapar de la eliminación con una agónica victoria sobre Italia, el equipo más débil del torneo.
Cuba debió enfrentar la jornada de la llamada muerte súbita, donde la permanencia en el torneo y el pase a semifinales se juega en un solo partido, con indicadores mediocres en todos los renglones de juego: inestabilidad e inseguridad en sus pitcheo, deficiente ofensiva ante lanzadores de oficio, mal corrido de las bases, además de estar sometidos a mucha presión por la urgencia de buscar un resultado para el cual evidentemente no estaban preparados.
A este redactor le resultaba inconcebible escuchar a periodistas, directivos del béisbol y especialistas derrochar un desenfrenado optimismo y demostrar tan poca objetividad y sentido crítico a la hora de pronosticar la posible actuación de Cuba en la fase más difícil del torneo sin tener en cuenta la historia reciente ni los indicadores estadísticos del certamen.
El rival de turno en cuartos de final fue un muy bien conformado conjunto coreano, plagado de estrellas que brillan sobre todo en la liga de su país y en las grandes ligas japonesas. Los jugadores cubanos se mostraron impotentes para superar a bateadores muy difíciles de engañar y con una técnica exquisita para producir a la ofensiva adaptándose con maestría a la naturaleza de los lanzamientos contrarios. De igual forma los jugadores cubanos tuvieron enormes dificultades para descifrar los envíos de excelente control y muchos recursos técnicos, cualidades de las que hoy carece el béisbol de la Isla.
Siete años después de que Corea venciera a Cuba en la última final olímpica de Beijing 2008, ahora lo saca inobjetablemente del nuevo certamen, que de ahora en adelante alternará con la celebración del Clásico mundial con una frecuencia cuatrienal.
Como siempre y además de las desventajas y presiones los peloteros cubanos dieron lo mejor de sí en cada juego, sin embargo considero que el lugar alcanzado en esta ocasión refleja el verdadero nivel actual del béisbol cubano mucho más que ese tercer lugar que le otorgaba el ranking mundial vigente.
Casi una década de sonados fracasos y resultados mediocres los dirigentes, voceros e incluso muchos aficionados cubanos se niegan a aceptar la grave crisis del béisbol cubano y la necesidad de las transformaciones profundas que actualicen y relancen a la pelota cubana hacia los planos estelares que siempre ocupó en el concierto internacional. Ojalá esta nueva derrota nos permita ver con más objetividad la realidad de nuestro deporte nacional y mueva la conciencia y la determinación de los que deciden, para bien de los atletas y amantes del béisbol en la Isla.