
LA HABANA, Cuba. -De todos es conocido que la moneda cubana, el peso, ha perdido una gran parte de su valor de intercambio debido a que los precios de todos los artículos, incluidos los de primera necesidad, son muy superior al que tenían antes de comenzar el llamado “Periodo Especial”, en los primeros años de la década de los 90.
Pero a pesar de su devaluación, de hace más o menos un quinquenio a la fecha, los billetes falsos, principalmente de 50 y 100 pesos, están circulando en abundancia.
El asunto es tan serio que ha obligado al Banco Central a imprimir billetes con nuevas medidas de seguridad.
La próxima emisión, que en breve debe estar circulando, tendrá “en los billetes de alta denominación (100, 50 y 20 pesos) en la marca de agua localizada en la parte izquierda de frente del billete la imagen del patriota que identifica su denominación”, dijo el Banco en una nota informativa hecha pública recientemente.
Además se le agregó a los billetes, según la explicación ofrecida por el Banco Central, “otra marca de agua ubicada en la parte superior a la izquierda del patriota con el número de la denominación….”.
La medida quizás pueda ser eficaz para algunos comercios o entidades que tengan la forma de detectar la legalidad o ilegalidad de la moneda, pero no para el ciudadano común que estaría obligado a mirar a trasluz todos los billetes que le caigan en las manos.
La actual emisión, la que está en la calle, tiene una marca de agua, y eso no ha evitado para nada la prodiga circulación de moneda falsa.
Es cierto que algunas personas, hombres jóvenes fundamentalmente, tienen ya la costumbre de observar a trasluz los billetes, pero la inmensa mayoría de la población, entre las que se encuentran las personas mayores, y las mujeres en casi su totalidad, no hacen eso. Además, hay lugares y momentos, para cualquiera, en que resulta embarazoso ponerse a estar alzando los brazos para mirar a trasluz la marca de agua de un billete.
El gobierno sabe que eso no resuelve ni remotamente el problema. Prueba de ello es que, hoy por hoy, en las llamadas TRD (Tiendas de Recuperación de Divisas) y en otros establecimientos donde se están comercializando los artículos con las dos monedas, CUC y peso, las empleadas tienen que anotar la serie de los billetes de 50 y 100 pesos, el número de identidad del comprador, y además exigirle al cliente que firme al borde de la planilla en cuestión.
Las sucursales bancarias, por su parte, cuando detectan algún billete falso, lo que hacen es inutilizarlo abriéndole pequeños huecos, y acto seguido se lo reintegran al titular.
Hasta la fecha no se ha escuchado decir que algún presunto falsificador haya sido arrestado, lo que puede dar la idea de que no existen “profesionales”, en el sentido estricto de la palabra, entregados a esa tarea. La sensación que se recibe es que son ciudadanos comunes los que con medios artesanales, quizás con una impresora o una fotocopiadora, están haciendo su propia emisión de billetes.
Tampoco los medios han alertado a la población sobre este fenómeno que es otra agresión a su raquítica economía personal.