Fotos de Veizant Boloy
LA HABANA, Cuba.- Ruth Verdecia Vega nació en la Finca Murgas, barrio rural ubicado en el municipio capitalino Boyeros; nació con deficiencia total del habla y una grave enfermedad pulmonar. Hoy es una niña de 11 años, gracias en gran medida a sus padres, quienes confiesan: “Hemos vivido por ella”.
Su madre padece de hipertensión , diabetes y un parásito en la sangre, pero siempre ha estado al cuidado de su hija. Su padre, Gerardo Verdecia, hace trabajos ocasionales de albañilería. No puede aspirar a un trabajo estable del gobierno, pues está clasificado en su zona como ex preso político. Cumplió prisión de 8 años en los setenta, por el delito Conexo de Robo y Contra la Integridad de la Nación.
“No recibimos ninguna ayuda del Estado a pesar de todas las promesas que nos han hecho. Esta casa que casi se nos cae encima, la estoy construyendo hace más de 10 años y no he podido terminarla”, refiere Verdecia.
“Lo poco que gano se va en gastos de hospital y comida. Ingresa todos los años en enero para hacerle chequeo de rutina y diagnosticar si su corazón ha disminuido o no. Ahora estoy reuniendo para comprarle una cama a la niña, porque ni un lugar cómodo para dormir tiene”, recalcó.
“Hemos tenido que vender la leche que le dan todos los meses para poder comprarle zapatos. No recibo ayuda económica, solo la dieta (2 kilos de pollo al mes y 3 bolsas de leche al mes)”, señaló la madre, quien continuó: “En reiteradas ocasiones, mi hija sufre burlas de otros niños que la critican por su físico, aún no sabe leer, ni escribir. Le asignaron una maestra para que le diera clases y viene cuando quiere”, comenta.
Hace algunos años, esta familia vio un destello de esperanza cuando vinieron a la iglesia de Las Margaritas, en Bauta, unos pastores de Carolina del Norte, Estados Unidos, y le propusieron viajar con la niña para operarla allá, pero el Estado cubano le negó la salida.