LA HABANA, Cuba.- Una vez que el gobierno cubano ha reconocido cuatro casos del virus del Zika en el país, cabe preguntarse: ¿Puede ser más dañino un viejo gobierno indolente y descuidado de la higiene del país que representa, que ese miembro de la sociedad que no mantiene las reglas higiénicas de su municipio?
Un artículo de Orfilio Peláez y Haydee León, publicado en el periódico Granma el 16 de febrero de 2006, lo dijo por lo claro: ¨La higiene comunal de La Habana no goza de buena salud y aunque duela, es considerada por muchos de sus moradores como la ciudad más sucia del país¨.
Años después, en diciembre de 2014, Granma señaló que ¨la inestabilidad en la recogida de los desechos sólidos es una realidad en La Habana por la falta de contenedores y carros especializados¨.
¿Cómo entonces llamar indisciplinados a aquellos que sueltan la basura donde está ubicado el depósito, durante días desbordado por falta de camiones de recogida?
Tal parece que los periodistas oficialistas, cuando escriben sobre el grave problema de la higiene comunal del país, se olvidan del pasado, cuando el gobierno cubano prefería comprar armas para repartir a los terroristas latinoamericanos que aspiraban al poder sin pasar por las urnas, que comprar lo necesario para la higiene en general. Ni siquiera se preocupaba por el mantenimiento físico de las calles y aceras.
Ayer mi colega Amarilys, quien tenía seis años cuando llegó Fidel Castro a La Habana con su legión de barbudos sin bañarse, me preguntó si nuestra capital era tan sucia y fea como es hoy.
Sorprendida la vi, cuando, sin exagerar, le dije que La Habana era más linda que Miami, con sus calles y aceras limpias y arregladas y los edificios muy lejos de desplomarse por lluvias o deterioro.
A través de más de medio siglo, el gobierno castrista no ha desarrollado un trabajo de forma permanente de saneamiento en el país. El resultado ha sido la aparición de enfermedades, provocadas por el mosquito Aedes.
El propio Raúl Castro lo dijo el 22 de febrero pasado, en el editorial “Llamamiento a nuestro pueblo”: “…factores relacionados con la inadecuada calidad técnica del trabajo anti vectorial, el deficiente saneamiento ambiental y condiciones climatológicas adversas, propician el riesgo de que se propaguen enfermedades”.
¿Acaso se tuvieron en cuenta aquellas palabras martianas que dicen: ¨La verdadera medicina no es la cura, sino la que precave: la higiene es la verdadera medicina¨?
O las del sabio chino Confucio: ¨La salud depende mucho más de las condiciones higiénicas de nuestro hábitat que de un sistema médico en la población. Olvídate de los médicos y tu salud mejorará.¨.
Pero, ¿qué hacía el régimen castrista? ¿Se ocupó de mantener la higiene que había en Cuba?
Nada de eso.
Una política tenebrosa, compuesta de guerras secretas, ha herido de muerte al país.
El pueblo ha sido la víctima.
Se empleó el dinero del pueblo en tratar de imponer gobiernos comunistas en Latinoamérica, como si Cuba necesitara de un Napoleón o de un Bolívar y no de un gobernante que sólo se preocupara del bienestar de las masas.
Aquellas guerras, no sólo representan hoy una derrota, sino además, la causa de nuestra pobreza generalizada, la causa del dengue, del chikungunya, de la fiebre amarilla, del Zika, la causa del triunfo del mosquito sobre el comunismo de Fidel.