BAYAMO, Cuba – La restauración de los vínculos diplomáticos entre Cuba y Estados Unidos ha añadido confusión a la vida diaria de este lado del Estrecho de la Florida. Desconociendo qué beneficios podrá traer el acercamiento oficial, son muchos los que aún cifran sus esperanzas en cruzar al norte a como dé lugar. Y ahora incluso, con los cambios que se están produciendo en las relaciones bilaterales, otros temen que desaparezcan los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano y temen que “la última lancha” zarpe más temprano que tarde.
Como parte de ese éxodo, se ha hecho habitual la venta de casas con el propósito de conseguir dinero para un viaje no sólo caro, sino también peligroso. Y no sólo los inmuebles son liquidados por sus dueños, sino también todos los bienes materiales que puedan reportarles algún último beneficio. Ese dinero representa el inicio de una vida nueva.
Magda Quintana, vecina del casco histórico de la ciudad, dijo asegura haber contado en una sola calle de Bayamo varios carteles de casas en venta. “Cuando salió el permiso de poder vender, lo vi como una mejoría para la población; porque si uno quería irse para La Habana o agrandar la casa, la vendías y resolvías legalmente y eso es bueno. Pero tantas ventas en estos tiempos sólo pueden significar emigrar a cualquier precio”, opina.
Uno de esos casos es el de Juan Rafael Góngora, desesperado por salir de Cuba con su familia, según cuenta a Cubanet. “Yo heredé una casa de mis abuelos y la reparé para vivir con mi esposa y mis hijos. Pero ya me arrepentí, la vendí y ahora estamos viviendo de agregados, porque tengo planes de mejorar la vida de mi familia fuera de Cuba”. Góngora piensa que la situación diaria en Cuba “es una pesadilla y te pasas la vida pasando trabajo para al final solo comer regular y no poder comprarte ni una bicicleta”.
Lesyani Mantilla, que heredó la casa de su madre, afirma: “yo vendí mi casa para que mi esposo saliera del país y poder nosotros salir luego, pues no quisiera echar toda mi juventud sin que mi hijo conozca lo bueno y tenga lo que necesite y no vivir de la misericordia de los dictadores. Casi todos venden para irse de este país, aunque sea para Haití o ecuador donde sea, el problema de Cuba todos lo sabemos, pero muchos no quieren ver o tienen miedo verlo”.
Otros ni siquiera tienen la suerte de una propiedad valiosa. Flora Chávez, madre de un joven de 26 años, dice: “yo, porque vivo en un hueco y nadie va a querer comprar mi casita, porque si la pudiera vender para que mi hijo mejore [emigre] lo hago y me voy a vivir a un cuartico. Todo para que mi hijo no sufra, como yo, tantas necesidades”. Luego lamenta que “con tantos años de revolución lo que estamos es involucionando, y no evolucionando. Eso es claro de ver”.
Debido a esa necesidad de abandonar su tierra, es habitual en cualquier barrio de Bayamo escuchar las historias de amigos y familias que han emprendido diferentes caminos de emigración, sin mirar los riesgos, por las costas del vecino municipio de Manzanillo.
Un ejemplo sobre lo anterior lo cuenta Juan González, miembro del grupo Pastores por el Cambio, del reparto Rosa la Bayamesa. “Un joven de 26 años llamado Orlando Gastón, asiduo visitante de mi iglesia, hoy en día está en prisión por dos intentos de salida ilegal del país. La primera vez fue capturado en alta mar y lo multaron con 5,000 pesos, y en el segundo intento fue sancionado a prisión. Aun así Orlando dice que no va a dejar de hacer esa travesía cueste lo que le cueste. Ya perdió todo: la casa que heredó de su padre, los muebles y equipos electrodomésticos. Al no quedarle nada, no tiene nada que perder a no ser su propia vida, y aun así lo prefiere a vivir más tiempo en Cuba.”