LA HABANA, Cuba.- Desde que los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) abrieran sus puertas en Cuba, muchos se han beneficiado de sus ofertas. Sin embargo, aún persisten quejas e inconformidades de la población con respecto a las irregularidades existentes en estos centros de venta.
Los MAE fueron un invento del gobierno cubano para intentar disminuir los elevados precios de los productos agrícolas a través de la centralización del comercio y el establecimiento de tarifas topadas para las producciones, lo cual ha generado múltiples opiniones tanto a favor como en contra.
Aunque, si bien es cierto que en algunos casos los consumidores han tenido un mayor acceso a alimentos de primera necesidad, una parte importante de ellos se encuentran con otras dificultades en el momento de adquirirlos.
Estela, una de las clientes asiduas del mercado Plaza Cerro, ubicado en el municipio homónimo, afirma que “todavía es muy difícil comprar la comida con los 300 pesos que cobra una jubilada porque eso no alcanza”, y añade que un gran problema de los agros es el robo en las “tarimas”, pues “según la cantidad de viandas o frutas que compres te quitan en la pesa de media libra en adelante”.
Precisamente el tema del robo en los pesajes en este y otros mercados como La Palma, Marianao, Tulipán y 17 y J en el Vedado, ha sido una de las quejas ante directivos, inspectores y entidades de comercio y gastronomía; pero el problema continúa y las afectaciones al maltrecho bolsillo de la población también.
Respecto a esta situación, algunos inspectores estatales encargados de la protección al consumidor afirman que se toman medidas con los infractores que van desde multas hasta la separación temporal o definitiva del puesto de trabajo, y que la población tiene derecho a comprobar su mercancía en la pesa habilitada para recurrir en caso de inconformidad.
A esta posibilidad se ha sumado la iniciativa de algunos administradores de agros como el del Cerro, que han sustituido las antiguas balanzas por modernas pesas digitales, con el objetivo de que al comprador le sea más fácil verificar lo que se le despacha.
Si bien estas medidas pudieran parecer “muy beneficiosas”, la realidad no luce tan así. Según nos confesó una exdependiente del antes mencionado agromercado, que pidió no fuera revelado su nombre, “por cada pesa se le paga entre 3 y 5 CUC a los inspectores, o se les da en producto para que no nos multen”.
También comentó que en el caso de las pesas digitales, aunque es más difícil “raspar”, se calibra la pesa en cero sin el plato, de modod que cuando se coloca este con el producto, se le incluye el peso de plato a la compra del cliente, una media libra.
Añade la exdependiente que, en cuanto a la pesa de comprobación existente a la salida de cada agro, se coordina con el trabajador a cargo para que le diga al cliente que el peso está bien y no haya evidencia del robo.
La inexistencia de una institución que verdaderamente vele por los derechos del consumidor, la corrupción de funcionarios y la falta de cultura de la población en cuanto a medidas y pesajes, facilitan el enriquecimiento de los llamados “ladrones de tarimas”, a quienes no les importa robar a una abuela jubilada como Estela, a un estudiante de secundaria o a una ama de casa.
Otra de las novedades de los MAE este año fue el retorno a la venta racionada de papas a través de las libretas de abastecimiento. En las primeras distribuciones se despacharon 4 libras por persona y actualmente de venden unas 8 por consumidor en cada vuelta o surtido.
Las razones de esta medida son varias. Primeramente hubo una venta del tubérculo en los últimos meses del 2016, el cual era la papa destinada a sembrarse (papa de semilla) por lo que la producción fue menor.
A esto se suma el acaparamiento de algunos revendedores que en la pasada cosecha acapararon el producto liberado por sacos y luego lo revendían en las distintas localidades. No obstante el cliente que desee más que las libras que le tocan tiene la opción de pagarlas por encima de precio y se le despacha.
Durante la realización de este reportaje, en otros mercados alternativos a los MAE y se evidenció que en los Agros de oferta y demanda, donde los precios no están topados, estos, lejos de disminuir por la competencia, aumentaron significativamente
Yoel es uno de los vendedores de un mercado de esta modalidad ubicado en 19 y 42 en el municipio Playa. Ante la pregunta de por qué un aguacate mediano costaba 50 pesos (2 CUC) o una cabeza de ajo 4 pesos respondió: “Nosotros vendemos un producto. Lo vendemos más limpio, lo ofertamos cuando pocos lo ofertan y si el cliente desea lo compra, pero no es obligatorio. Es como los almendrones, ellos ponen su precio y si quieres te montas; si no, vete a pie o en la guagua”.