LA HABANA, Cuba.- La Mesa Redonda de la televisión cubana acaba de dedicar dos programas a la situación del transporte interprovincial de pasajeros. En el primero de ellos, varios funcionarios del Ministerio del Transporte expusieron los problemas objetivos y subjetivos que afectan la calidad de los servicios que se prestan en ómnibus, trenes y aviones.
Se dijo que, en general, la demanda de los viajeros solo se satisface al 70% debido a la carencia de equipos y a su mal estado técnico. Un contexto en el que los ferrocarriles llevan la peor parte, pues de 200 coches que se necesitan para cubrir las salidas planificadas, hoy se cuenta únicamente con 50. Y, por supuesto, no faltaron las referencias al “bloqueo (embargo) de Estados Unidos”, que obstaculiza la adquisición de piezas de repuesto y otros accesorios.
Con respecto a los factores de índole subjetiva, los funcionarios-panelistas reconocieron que hay ventas ilegales de pasajes; que las tripulaciones de los equipos, principalmente de los ómnibus, transportan pasajeros de pie con el objeto de apropiarse del dinero recaudado, lo que ocasiona molestias al resto de los pasajeros debido a la estrechez de los pasillos de los ómnibus; y que no hay agilidad en la atención a los viajeros en las terminales y aeropuertos, con las consiguientes colas y tiempo perdido por parte de la población.
Durante la segunda jornada, la Mesa Redonda dio a conocer los criterios de los televidentes acerca de los asuntos abordados el primer día. Además de insistir en muchas de las deficiencias señaladas por los panelistas, la ciudadanía centró sus dardos sobre una debilidad congénita de la burocracia castrista: la pereza para mover los precios y tarifas de acuerdo con la calidad del servicio.
Por ejemplo, algunas personas preguntaron el motivo de que no haya una rebaja de tarifas cuando ómnibus, trenes o aviones salen o llegan a su destino en un horario posterior al programado. De igual forma, hubo televidentes que denunciaron el pésimo estado constructivo de la mayoría de los ómnibus, lo que provoca que “llueva más adentro que afuera” cuando un mal tiempo se hace presente. En este caso también se mantiene la tarifa oficial, como si los viajeros disfrutaran del mayor confort.
No faltaron las inquietudes acerca de la lentitud de las obras de reparación en áreas de la Terminal de Ómnibus Nacionales y la Estación Central de Ferrocarriles, ambas en La Habana. En el caso de los ferrocarriles, se trata de una reparación capital que mantiene cerrada la Estación Central. Sus servicios han sido trasladados hacia otro local más pequeño y con menos condiciones para satisfacer las necesidades de los viajeros.
Como epílogo, un vecino de mi edificio aportó su testimonio sobre la atmósfera sombría en que transcurren estas transportaciones interprovinciales: “Tuve una novedad familiar y necesité viajar a la provincia de Camagüey. Fui a la lista de espera de los ómnibus interprovinciales, pero ¡qué va!, no me iba ni en tres días por la cantidad de gente que había allí. Entonces telefoneé a un amigo que labora en el Área de Mantenimiento de la Terminal de Ómnibus Nacionales. Me dijo que, cuando llegara, buscara a fulano (se omite el nombre por un elemental detalle de seguridad), y que le planteara mi urgencia con discreción. El fulano me comunicó que por 20 dólares tendría un pasaje en el primer ómnibus que saliera para Camagüey. Imagínense, era casi todo el dinero que tenía para pasar el mes, pero no me quedó otra alternativa que aceptar”.
La tarifa oficial de un viaje Habana-Camagüey es de 200 pesos cubanos, o sea, ocho dólares.