LA HABANA, Cuba. –Hace un tiempo, el dúo oficialista Buena Fe estrenó un video clip nombrado “Mamífero Nacional”. En éste hace alusión a una serie de animales que son venerados en la isla: el tocororo, el colibrí, la paloma… también hace especial énfasis en la “traición de las vacas” al pueblo cubano.
Sin embargo el video clip acaba alabando con creces al cerdo como el “non plus ultra” de los animales de la isla. Éste gana en récord a los demás miembros de esta extensa granja que es Cuba.
La carne del cerdo es en alguna medida la única proteína que puede consumir un ciudadano de a pie. Pero para llegar al bistec o a la chuleta, antes el animal tiene que pasar por cochiqueras y sus productores arrendatarios.
En las décadas de los 70’s y hasta la primera década de los 2000 existieron las fábricas denominadas Torulas. Éstas producían el pienso industrial líquido y otros nutrientes. Estas fábricas fueron desmanteladas por la falta de materias prima o bien por falta de las piezas de repuesto.
Cubanet salió a recorrer algunos campos de la zona de Artemisa buscando respuestas con algunos arrendatarios de las cochiqueras.
En Bauta, un parcelista-porcino narra: “Criar puercos es una gran locura. Mira tú, producto del ‘embargo estadounidense’, las empresas extranjeras que antes suministraron la materia prima al gobierno cubano, fueron multadas por el gobierno estadounidense. Entonces comprar el pienso a Cuba se le hizo difícil, aunque él quiera cumplir con los convenios de los parcelistas porcinos es casi un imposible.
Según otra fuente cercana a la empresa estatal GRUPOR, perteneciente Ministerio de la Agricultura, y que prefiere el anonimato, comenta: “A las granjas no llegan las materias primas esenciales para la crianza de cerdo que abarcan desde: pienso B, pienso industrial, pienso criollo, nuprovim, miel B, y el desecho mayor. Por lo tanta la crianza de puercos se entorpecida por los propios mecanismos estatales. En tanto los particulares deben ingeniárselas con inventos y mucho sacrificio.”
Por otro lado el Estado incumple íntegramente con la Resolución No 12/2010, en donde se encuentran las normas y procedimientos para la concertación de los convenios porcinos. La mayoría de las cochiqueras están en manos de los campesinos cooperativistas. Ellos forman parte del convenio porcino y el convenio de pienso, está previsto que el estado debe aportar 70% y el restante 30% los ponen los campesinos. Esos convenios nunca se cumplen.
Eudelia Moreno, una parcelista de Bauta, apunta: “También falta la medicina esencial que se nombra Dextrana, ésta sirve para inyectar a los cochinitos cuando nacen y para las buenas condiciones de su posterior desarrollo. La Dextrana está constantemente en falta y cuando aparece cuesta 10 dólares el frasquito.
Otra cooperativista porcina que tampoco quiso dar su nombre, cuenta: “Para criar dos puercas y sacarle ganancias es un reto. Todos los días, si podemos, le llevamos un sancocho inventado, echarle hierbas y agua. Los cerditos son nuestra esperanza para la mejora de la economía familiar, aspiramos a venderlos.”
Producir una camada de cochinos implica un alto riesgo de pérdidas, pues no hay suficientes insumos por parte del estado. En tanto, los particulares se baten en el diario con los sancochos domésticos. En definitiva, el cerdo se merece su puesto de honor de “mamífero nacional”, sólo que para llegar a estar en venta le toca sortear innumerables dificultades.