LA HABANA, Cuba.- Cuba presenta la contradicción de ser un país del tercer mundo con un envejecimiento poblacional comparable al de países desarrollados. Asimismo, su tasa de fecundidad es la más baja de América Latina
Al llegar a la edad de los achaques y el merecido descanso, en Cuba una multitud de ancianos se ve obligada a trabajar duramente por su supervivencia. Uno de ellos es Venancio, un señor de 82 años que se dedica a limpiar patios y parterres para vivir, pues la pensión que cobra, de 200 pesos, apenas le alcanza para las medicinas.
Oriundo de San Juan y Martínez, Pinar del Río, Venancio vino para La Habana en 1954 y siempre se dedicó a labores agrícolas. Por eso, cuando el gobierno intervino la finquita donde trabajaba para usar esas tierras para el cordón de La Habana, se quedó trabajando en ese plan.
Cuenta que las cosas cambiaron considerablemente. Aquello era una locura: tuvo que convivir con mucha gente en los albergues, y todos los días un jefe distinto: no se ponían de acuerdo, y cada uno lo mandaba a “dejar lo que estuviera haciendo para hacer otra cosa”. Por eso se fue abriendo camino y vino para Lawton.
Hace poco lo buscaba para que me limpiara el patio. Le pregunté a Pilar, pues él por las tardes acostumbra trabajar en el terreno de ella. “Búscalo en casa de Abelino. Ellos son muy amigos y él casi siempre está allá”. Abelino es otro anciano que sobrevive gracias a pequeños trabajos de carpintería. Me comenta que en estos días Venancio está trabajando hasta tarde, pero que le dará mi recado.
Hace algún tiempo que Venancio vive solo. No tiene hijos ni familiares cercanos. Cuando su esposa empezó a perder la memoria, el hijo de esta consiguió internarla en un asilo y vendió la casa. Con resignación el anciano afirma: “Él no me dejó en la calle, pues llevo casi 30 años con su mamá. Me repararon un cuartico en el patio, le pusieron techo de fibrocemento, y aunque tiene un baño pequeño, y no tiene cocina ni puerta, no estoy en la calle”.
Los domingos va a ver a su esposa al asilo de Marianao, y siempre le lleva alguna cosita porque la comida no es buena. Cuando la esposa empezó a perder la memoria consiguió que le dieran almuerzo y comida en el asilo 28 de Enero, en Dolores entre 11 y 12. Luego, recluida ya en el asilo de Marianao, él siguió yendo a buscar los alimentos, hasta que pusieron la regla de que tenía que estar todo el día (de 8 am a 5 pm) y tuvo que dejarlo, pues no podía parar de chapear. Entonces, como no tiene dónde cocinar, hizo gestiones con la delegada y esta le resolvió comprar la comida en un comedor del Sistema de Atención a la Familia (SAF). Aunque no es gran cosa, la lleva para casa de Abelino, allí la mejoran como pueden y con algo más que compren comen los dos.
Cuando por fin Venancio pasó por mi casa, me contó que tenía turno para operarse el día 10 de un quiste en la cara, muy cerca del ojo, pero que estaría trabajando hasta el 9, porque necesitaba reunir algún dinero para los días que durase la convalecencia. En la fecha señalada se operó en el policlínico de Dolores entre 10 y 11, y salió bien. A los dos días, aún con los puntos, ya fue al comedor del SAF, y al día siguiente de quitarle los puntos, ya estaba chapeando un jardín.
Le he preguntado a varios ancianos si creen que con la “actualización del modelo económico” mejorará su situación. La inmensa mayoría no sabe a ciencia cierta a qué se refiere la frase, pero lo cierto es que ninguno se mostró esperanzado.