LA HABANA, Cuba.- En estos tiempos en que el calor se hace insoportable y las lluvias apenas refrescan, no puedo dejar de recordar la casa donde nací y viví los primeros años. Era amplia, de madera, con techo a dos aguas, de tejas planas (francesas), con un portal alrededor y grandes ventanales.
En Cuba, desde la época colonial, las construcciones de madera fueron muy apreciadas. Existía una cultura de la arquitectura en madera, avalada por muchos y buenos carpinteros que dejaban en sus obras un sello de sencillez y buen gusto.
Unido a esto, ya desde principios del siglo pasado se tomaban medidas para evitar la deforestación. En 1923 se dictó una ley para proteger los bosques, que regulaba la explotación forestal indiscriminada. En 1933 se creó la Escuela Forestal, cuyo principal objetivo era enseñar el cuidado y conservación de los bosques. Luego, el rápido crecimiento de la población en el período republicano estimuló la creación de un nuevo tipo de arquitectura, caracterizada por la construcción de edificios, fundamentalmente en la capital. Pero las casas de madera seguían construyéndose en ciudades, pueblos y zonas rurales, donde representan una parte considerable del inmobiliario.
Pero a pesar de que estas viviendas se adecuan muy bien a nuestro clima, su construcción y conservación se ha desestimado. En 1959, el gobierno revolucionario se adjudicó el derecho exclusivo de explotación de nuestros recursos naturales. Cualquier uso privado de éstos, aun en pequeña escala, fue proscrito y demonizado bajo el estigma de “indiscriminado” o “furtivo”. Así pues, como ocurre con la langosta o las cotorras de la Isla de Pinos, los bosques pasaron a formar parte del patrimonio gubernamental. Obtener, adquirir o comercializar madera se convirtió en un delito por el que no pocas personas han ido a prisión.
Muchas veces vemos en los medios documentales de países desarrollados con alta tecnología donde las construcciones de madera siguen ocupando un lugar importante. Por el contrario, en Cuba la situación es bien diferente. En la revista Bohemia del 16 de mayo de 2014, la periodista Tania Chappi publicó un reportaje al que muy acertadamente tituló “Paisaje para el recuerdo” (página 10) sobre las viviendas de madera en Punta Gorda, ciudad de Cienfuegos. Chappi destaca que esos inmuebles tienen valor patrimonial, y por ello a sus propietarios les está prohibido modificar drásticamente fachadas o la estructura de las casas. Sin embargo, no se les brindan recursos ni posibilidades de adquirir madera y tejas para poderlas reparar, ya que todo lo que se comercializa es para inmuebles de mampostería. Por esta razón, esas bellas edificaciones están en peligro de desaparecer. La situación se repite en otras localidades de valor patrimonial a lo largo y ancho del país.
Mientras, la Televisión Cubana presentó, la noche del 12 de agosto, un amplio reportaje sobre la reparación capital que se hizo en Birán, Mayarí, provincia de Holguín, a la casa natal de los Castro. Que es de madera.