LA HABANA, Cuba. -Pocos conocen su verdadero nombre, todos lo llaman por “el Yonki”. A este señor, enfermo mental, le permiten vivir en la caseta (un mini contenedor) de una cooperativa de ómnibus ruteros, ubicada en la terminal de Santiago de las Vegas, del capitalino municipio Boyeros.
Una joven dependiente de la cafetería del lugar, la cual prefirió el anonimato, nos contó cómo ese señor llegó a la situación que hoy vive y de la preocupación que tienen ella y los demás trabajadores de ese lugar por la cada vez más deteriorada salud del viejito.
Me dijo de forma textual: “El Yonki llegó aquí hace alrededor de seis meses, comenzó a relacionarse con los chóferes de la terminal y siempre andaba montado en alguna guagua. Los conductores le tenían lástima y le daban algún que otro alimento, se bañaba en los baños de la terminal. Así lo conocí desde un principio. Un día, al llegar al centro, me encuentro que la caseta estaba abierta y dentro estaba Yonki dormitando, desde entonces es así, y nadie le da importancia”.
Continuó la joven: “Estamos preocupados pues desde hace dos semanas él está muy mal, le han dado varios desmayos y pérdida del conocimiento. Por el último que tuvo, llamamos a una ambulancia para llevarlo para el médico. Estando en el centro asistencial de salud, en vez de ser atendido lo que hicieron fue llevarlo para la Estación de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria). Resulta que se había escapado del manicomio local.”
La institución donde él estaba ingresado, no ha tomado cartas en el asunto. El Yonki se escapa con mucha facilidad, denotando una falta de cuidado de sus responsables.
La trabajadora terminó su relato explicando que, desde aquél incidente, el Yonki se ha metido en el contenedor y de ahí no se mueve, incluso para que coma algo hay que dárselo allí porque no quiere salir.
Al acercarnos a la caseta, que tenía la puerta forzada, pudimos percatarnos de que, allí tirado sobre el piso, estaba un señor de unos 70 años de edad. Acumulaba algunas pertenencias regadas por doquier. Junto al anciano pudimos ver un recipiente donde realiza sus necesidades fisiológicas, del cual sale un fuerte hedor que inunda el local.
Para todos los que allí conocen al Yonki y lo ven a diario, queda claro que si no se toman medidas urgentes, y se hace algo para ayudar a este hombre, a pesar de lo que puedan darle de comer algunas personas caritativas, se morirá de hambre. Máxime si después del incidente con la policía no quiere salir de la caseta.
(Jorge Bello Domínguez)
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