LA HABANA, Cuba.- Llega el 1ro de mayo y la propaganda oficialista cubana proclama que se arriba a la fiesta de los trabajadores. Si así fuese, entre otras cosas, veríamos por doquier actividades organizadas espontáneamente en todos los centros laborales del país.
Sin embargo, no sucede de esa manera. Todo lo que ocurre en empresas y entidades en relación con el Día Internacional de los Trabajadores viene orientado “de arriba”.
Con una semana de antelación, por ejemplo, varios medios de prensa divulgaron la manera en que transcurriría el desfile en la plaza de la Revolución de La Habana. Cada sindicato nacional conocía el lugar que tenía asignado en la Plaza, y el transporte que movería a sus afiliados. En esas condiciones queda poco margen para que un trabajador se niegue a participar en el desfile. Y si lo hace, sabe que podría enfrentar todo tipo de represalias.
Por otra parte, la realidad indica que los trabajadores tienen muy pocos motivos para festejar la fecha. Al igual que el resto de los sectores de la sociedad, afrontan diariamente el desabastecimiento de productos de primera necesidad, la ineficiencia del transporte público, así como la carestía de la vida, entre otras privaciones.
Hasta el propio secretario general de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC, Ulises Guilarte de Nacimiento, en declaraciones ofrecidas al periódico Trabajadores (“Unidad desde el debate y la participación”, edición del 24 de abril) reconoció el sombrío panorama que enfrenta la mayoría de los trabajadores estatales en la isla.
Tras afirmar que solo el 49% de los trabajadores se benefician con los sistemas de pago que vinculan el salario con los resultados productivos, el mandamás de la CTC apuntó que “el otro 51% del sector presupuestado hoy no tiene posibilidades de mejorar sus ingresos, elemento que distorsiona e impacta en la fluctuación de la fuerza de trabajo calificada, en la falta de motivación de profesionales y técnicos para ascender a puestos de dirección, y en el robo y pérdida de valores que se generan cuando trabajadores y cuadros delinquen con los recursos bajo su custodia”.
Y lo que no dijo el señor Guilarte de Nacimiento es que ese 49% que, hipotéticamente, percibe incrementos salariales, tampoco tiene ante sí un camino color de rosa.
Según informaciones que han trascendido últimamente, la Resolución no.6 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, emitida en abril de 2016, y que regula el pago según los resultados del trabajo, no ha estado exenta de problemas e inconformidades por parte de muchos colectivos laborales, y hasta de los niveles centrales de la economía.
Las afectaciones principales han ocurrido en las Unidades Empresariales de Base (UEB), el eslabón primario en el sistema empresarial cubano. Sucede que, en ocasiones, las empresas alteran los planes asignados a sus subordinadas UEB ―generalmente exigiéndoles más―, y cuando estas últimas no pueden cumplir esos nuevos planes, y además se deterioran los indicadores directivos que según la Resolución son de obligatorio cumplimiento, ya no están autorizadas a formar el estímulo salarial, y en consecuencia los trabajadores ven mermados sus ingresos.
La referida Resolución no.6 ha propiciado también, en ocasiones, pagos sin respaldo productivo, lo que a la postre podría desencadenar un proceso inflacionario que se añadiría a la actual carestía de la vida, y que perjudicaría igualmente, y en primer término, a los trabajadores.