LA HABANA, Cuba.- La antigua redacción del periódico El País, situada en la calle Reina, en La Habana, ahora es un baño público.
“Eso fue durante años una imprenta, la desmantelaron porque dijeron que la harían una fiscalía”, comenta una vecina que vende café justo al lado. “También dijeron que sería un albergue y nada, un cagadero”.
La puerta está abierta de par en par, las máquinas de impresión mecánica están por dondequiera, el suelo está lleno de papeles y un líquido amarillo que parece y huele a orina.
“Es como si a nadie le molestara la peste”, dice otra vecina y señala al “sector de la PNR” que tiene El País justo al lado. “Con tanta gente que necesita casa por ahí”, y olvida lo que fueran antes esas oficinas y que solo se podrían hacer viviendas si se destruyera más el lugar haciendo divisiones de madera o con ladrillos sobre el piso de terrazo.
A otra vecina le preocupa que lo dejen deteriorar demasiado y que un día afecte a todo el edificio donde vive ella porque “hoy la gente entra y se lleva los cristales, pero mañana entran y se llevan paredes”. Lo sabe porque ha visto lo que ha sucedido con otros edificios de la ciudad.
Octavio parece ser el único con memoria en los alrededores.
“Es para que fuera patrimonio de la ciudad como uno de los últimos lugares donde se hizo periodismo de verdad”, a lo que agrega su análisis: “¿Qué dirán sus antiguos dueños? Pero nada, ese lugar es reflejo de cuánto nos respetamos a nosotros mismos”, y hace una mueca para acentuar la ironía de la frase.
Ya sea un albergue, la fiscalía o un “cagadero”, la redacción del periódico El País en La Habana está sufriendo el mismo proceso de otros lugares con cierto valor histórico y arquitectónico, una vez que fueron cerrados por el poder “revolucionario”.
En lo que fuera la redacción de El Mundo, en la calle Virtudes, mientras pudieron aprovechar las maquinarias tuvieron el tino de conservar hasta el globo terráqueo que daba la bienvenida. Ahora está totalmente apuntalado, y al custodio le han dicho lo mismo que le dijeron a los vecinos de la redacción de El País: “Para acá viene la fiscalía provincial”, pero no se sabe cuándo.
Otro destino triste fue el de la sede de la CMQ en Monte, a la que lo queda solo la tarja que marca el lugar y las paredes sin techo. O el de la discográfica RCA Víctor que fue demolida finalmente, pero durante años fue un solar con peligro de derrumbe en donde sus vecinos debían evadir huecos en el suelo para moverse dentro de sus casas.
De todas las redacciones la única que ha corrido con mejor suerte ha sido la del Diario de La Marina que, pese a sus divisiones interiores de cartón tabla, hoy es la editorial Abril.
La Habana es una ciudad de hoteles tapiados, cines, teatros, bares y salones de baile que una vez fueron famosos y ahora esperan a que el tiempo los tumbe.