Liderazgo juvenil, una secuela peligrosa del acercamiento EEUU-Cuba


LA HABANA, Cuba.- Este viernes, 30 de septiembre de 2016, se reúne en Washington la cuarta sesión de la Comisión Bilateral Cuba-EE.UU., ocasión que ha seleccionado el régimen cubano para presentar su rechazo a “la promoción de programas que Washington promueve sin el consentimiento o la consulta por los canales oficiales establecidos para intercambios de este tipo”.
Esta declaración del señor Gustavo Machín, subdirector general de Estados Unidos de la Cancillería cubana, se refiere al programa de becas de verano que la Organización no Gubernamental (ONG) World Learning otorga a jóvenes estudiantes de todo el mundo, aunque la prensa oficial de la Isla y los funcionarios instruidos para el caso han estado orquestando en las últimas semanas todo un show mediático encaminado a hacer creer a la opinión pública nacional que se trata de otro macabro plan imperialista solo para incitar a los jóvenes cubanos a subvertir el orden político y social al interior del país.
Diríase que apenas dos veintenas de estudiantes isleños que han tenido la oportunidad de pasar estos cursos veraniegos en 2015 y 2016, respectivamente, constituyen una amenaza real a la estabilidad de una dictadura que ha sobrevivido casi 60 años en el poder. O que la Casa Blanca ha urdido la brillante idea de formar cada año un puñado de líderes juveniles que, tras varias semanas de clases en una sociedad libre en la que intercambiarán con otros jóvenes de EE.UU. y de otros países, estarán dispuestos y preparados para acabar con la revolución de Castro.
Semejante presunción sugiere, por una parte, la falacia de la solidez ideológica de la juventud cubana que tanto pregona el régimen verde olivo; y por otra, que el sistema político ha comenzado a padecer una fragilidad de mariposa al calor de los programas de intercambio promovidos desde EE.UU. luego del restablecimiento de relaciones entre ambos gobiernos.
La apoteosis del desatino es la lista de prácticas “subversivas” que adquieren los estudiantes beneficiados con las becas de World Learning para cursos de verano, expuestas en el sitio web de la organización, y que citan textualmente los escribas del monopolio de prensa de los Castro: desarrollo de habilidades para hablar en público, trabajo en equipo, negociación, fomento de consensos, solución de conflictos, defensa de los derechos propios y solución de problemas.
Solo para una realidad como la de Cuba tal programa podría ser “subversivo”. A ningún mandatario con un mínimo de decencia ―en especial en nuestros países subdesarrollados, pobres y con serios problemas institucionales― le ofendería en lo más mínimo que los jóvenes de su país recibieran este tipo de instrucción y adquirieran estas cualidades que, según declaraciones del sitio en cuestión, “ayudan a la próxima generación de líderes mundiales para obtener un mayor sentido de responsabilidad ciudadana, establecer relaciones a través de líneas étnicas, religiosas y nacionales, y desarrollar las habilidades y conocimientos para transformar sus comunidades y países”.
Pero tampoco resulta difícil entender la alarma de los druidas de la Plaza de la Revolución, viejos expertos en subversiones. Nada tan peligroso para ellos como un “líder” que no emerja de la Escuela Superior del Partido “Ñico López”, en la que ―sin embargo― se han formado decenas (o más) jefes guerrilleros que han sembrado conflictos, guerra y muerte en esta región. No pocos líderes de las FARC y otros caudillos de la más rancia izquierda radical latinoamericana han pasado por sus aulas y han recibido diplomas y reconocimientos de sus mentores. Algunos, incluso, han alcanzado la poltrona presidencial en sus propios países, con los resultados desastrosos que conocemos.

Eso, para no mencionar el adoctrinamiento y lavado de cerebro sistemático sobre miles de jóvenes del Tercer Mundo que han cursado estudios de medicina y de otras especialidades en Cuba a lo largo de las últimas décadas. El castrismo, la dictadura más perversamente “generosa” que recuerda la Historia, ha extendido su manto “benéfico” incluso a estudiantes estadounidenses de bajos ingresos, aunque no ha solicitado permiso para ello a su gobierno.
Y es precisamente en ese punto donde se delata el súmmum del autoritarismo insular. Al asumir que el gobierno estadounidense y la ONG World Learning tengan que pasar obligatoriamente por el requisito previo de solicitar autorización del gobierno cubano para otorgar becas de verano a jóvenes de la Isla, están colocando a éstos en la clara posición de esclavos que precisan de la benevolencia o de los intereses del amo (Estado-Partido-Dictadura castrista) para acceder a determinados estudios. A la vez, el gobierno se coloca a sí mismo en la postura del señor feudal que niega la superación a sus siervos.
A la vez, se omite una vez más la función rectora que debía pertenecer a los padres y a la familia de esos jóvenes, quienes serían los más indicados para decidir y apoyar o no la actividad docente de sus hijos, en especial cuando el período lectivo ―por ser en la etapa vacacional del estudiante― no interfiere con el curso escolar establecido por el sistema de educación cubano.
Lejos de eso, y para legitimar la “indignación nacional” por la colosal ofensa, las autoridades cubanas han ordenado a los estudiantes de enseñanza media, preuniversitaria y tecnológica organizar las ya tradicionales protestas contra la retorcida maniobra imperialista que intenta hacerles torcer el camino. Por estos días los más histriónicos adolescentes se han desgañitado coreando consignas y enarbolando carteles patrioteros, han aprendido los parlamentos que habrían de decir de memoria ante las cámaras de los noticiarios y ante los medios de prensa del mundo. Pero su propio gobierno sigue sin ofrecerles una alternativa de futuro.
Veo esos rostros frescos, escucho sus voces repitiendo los mil lugares comunes de varias generaciones perdidas en el naufragio nacional, y no puedo dejar de pensar en la manera en que este régimen corrupto ha sembrado la simulación en el espíritu de la nación. Solo espero por el bien de estos jóvenes, y por el de Cuba, que se multipliquen becas como ésta, que les enseñen a pensar como hombres libres y les hagan crecer sueños elevados y alas suficientemente fuertes para alcanzarlos. Para entonces, olvidarán las consignas y aportarán las ideas y las acciones para remontar el largo medioevo del castrismo. Entre tanto, vengan más becas tan “subversivas” como ésta, hasta que los cubanos no tengan que salir de las fronteras nacionales para aprender a liderar los destinos de su propio país.