LA HABANA, Cuba- Desde que fuera puesta en vigor la Resolución No. 33 del 2011, aprobando el Trabajo por cuenta propia, el ciudadano cubano demostró su capacidad para generar ingresos y fuentes de trabajo. Sabe que a través de su emprendimiento laboral puede obtener beneficios reales. Y a pesar de las limitaciones que tiene que enfrentar por la escasez de recursos y la falta de apoyo estatal, cada día se muestra más convencido de que la libre empresa es el único camino para alcanzar desarrollo e independencia económica.
Un ejemplo que demuestra esto son la barberías y peluquerías que antes eran estatales y ahora han pasado a ser rentadas a privados.
Según un trabajador, que labora en la Unidad Básica Provincial de Barbería y Peluquería, que prefirió no revelar su identidad, “antes que el gobierno decidiera implementar este tipo de programa, existían más de 300 unidades. En la actualidad solo quedan 19 centros estatales dedicados a esta labor”.
El trabajador de esa instancia provincial explicó que la mayoría de los establecimientos que tenían de 1 a 4 trabajadores pasaron a ser Rentados, y que solo los más grandes quedaron en poder del Estado por ser considerados los más rentables.
Sin embargo, muchos de estos establecimientos considerados “rentables” para el gobierno, han tenido que asumir con el bolsillo de sus trabajadores la reparación de sus locales y acudir a la gestión propia para mejorar sus condiciones de trabajo.
Nerelis Martínez Palacios, una peluquera con 28 años de experiencia, quien desde hace 9 años se desempeña como administradora de la peluquería Ilusión, del municipio Centro Habana, La Habana, nos cuenta como reparó y sacó adelante el establecimiento que dirige.
“Cuando yo llegué a administrar esta peluquería el local era un verdadero desastre. Como el presupuesto estatal para reparaciones es muy limitado, y tarda mucho en ser aprobado, yo me reuní con mis 25 trabajadores y les propuse que cada uno aportara unos 40 dólares para comprar materiales de construcción y costear la mano de obra”.
La administradora de la peluquería Ilusión reconoce que no fue nada fácil el reto. “Te puedes imaginar el sacrificio que cada uno tuvo que hacer. Pero asumimos el reto, y en dos meses logramos concluir las reparaciones mayores y mejorar considerablemente la apariencia de nuestro establecimiento”, apuntó.
Nerelis admitió que durante el desarrollo de las reparaciones recibió mucha ayuda solidaria de amigos y familiares, porque la puesta en marcha de la peluquería no era un simple empeño moral, sino una necesidad vital que involucra el sustento de muchas familias.
“Todas las personas que trabajamos aquí nos hemos preparado profesionalmente para ser lo que somos. Y no queremos hacer otra cosa. Hemos demostrado que somos un equipo capaz de valernos por nosotros mismos. Ahora, estamos luchando para convertirnos en Rentados, para que todos podamos mejorar el salario y nuestras condiciones de vida”, concluyó.
Durante la entrevista a la administradora de Ilusión supimos que su salario es de unos 17 dólares mensuales, mientras las peluqueras y manicures por su parte, perciben 15 dólares en el mismo período de tiempo.
Resulta alentador, aunque doloroso, observar cuántos sacrificios son capaces de hacer muchos trabajadores cubanos en su afán por liberarse de la ineficiencia estatal y convertirse en trabajadores independientes, motivados por por su realización personal y el crecimiento económico.