LA HABANA, Cuba.- “¿Qué se conmemora hoy que hay tanta brujería?”, dice una señora que, evidentemente, “no está bien de la cabeza”, como la catalogó el mismo policía que le respondió.
El culto a la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, se celebra todos los años en la iglesia de la calle Salud, en medio de una multitud vestida de amarillo que recuerda más a Oshún, la diosa del panteón africano, que a la católica.
La señora que “no está bien de la cabeza” tiene razón. Este año la calle Salud está más sincrética que los anteriores porque para muchos “hay más de un camino a Dios”, dijo otra desconocida en la multitud que esperaba la salida de la procesión.
La gente no solo viste de amarillo sino que han aparecido la venta de representaciones de negros congos, gitanas, azabaches, ojitos de Santa Lucía para el mal de ojo, Elegguás de bolsillo para que los caminos permanezcan abiertos y herramientas de Oshún para quienes quieran coronarse a la orisha. Hay quien tiene ofertas: “si compras una muñeca o un resguardo, te llevas gratis una estampilla o una oración de San Miguel Arcángel”.
Otros años solo se podía encontrar arreglos florales, rosarios plásticos y velas a diez pesos cada una.
Las fechas señaladas en las que los cubanos veneran, por lo general, a sus Orishas, las ha impuesto la Iglesia católica con años de tradición, pero también de colonización.
Sandra, una santera consultada, agrega más datos a las fechas y al culto de la Caridad: “Realmente el día 12 es el día de Oshún, hoy a quien se vela es a la Caridad del Cobre, pero en esencia ambas son lo mismo, madres que cuidan de sus hijos”, Sandra cree ciegamente en el milagro de la Virgen.
La confusión de las fechas en el imaginario cubano es más compleja.
“Ayer fue el día de la Virgen de Regla”, y habla del 7 de septiembre, “hoy es el día de Yemayá, según la santería, aunque a la Virgen de la Caridad se le festeje hoy”, intenta aclarar Sandra.
“Ni Oshún ni Yemayá nacieron esos días. Esto es puro sincretismo”, dice Obbara Meyi, otro santero de experiencia, con otra interpretación religiosa. “Esto es una fiesta de la Iiglesia, y aunque mis ahijados me dan sus bendiciones, y yo lo agradezco, siempre pienso: “A mí me hicieron Santo en un cuarto en Regla, no en la iglesia””.
Obbara Meyi también discrepa en la responsabilidad de la Virgen en la situación de Cuba.
“Mi abuela decía: A Dios rogando y con el mazo dando”, dice el santero, “Eso significa que, por mucho que pidas, si no haces por lo que quieres, no vas a lograr nada”, y se aplica a las peticiones de “dinero”, “de maridos”, “de cambios”, “que deben tener cansada a la Virgen, madre de un pueblo perezoso que puede vivir como vive”, y se refiere a los derrumbes, a la basura en las esquinas, a la falta de comida y al gobierno.
Quizás por eso el coro general de “ruega por nosotros” como respuesta al “Virgen de la Caridad” del cura que oficia la misa de la tarde, se oye con tanta fuerza.
“Y sí hay sus diferencias”, concluye Obbara. “A la Virgen se le pide en silencio y con la Oricha se habla, lo que hace nuestra religión más dispuesta a resolver los problemas cotidianos”.
“La gente tiene sus situaciones, esto no solo es una fiesta”, comenta un desconocido, “ahora mismo lo que hay que pedir es que se lleve al Irma ese para allá”, y en sus maneras se percibe el tono egoísta del que muchos acusan a los habaneros.
Cada uno pide según sus intereses. Unos quieren “mejor venta”, una florera pide “que se alejen los inspectores”, otros van a pagar deudas o a mostrar a la virgen a sus bebés; por un hijo preso o enfermo; muy pocos depositan una “caridad” en las alcancías que cargan las beatas a la entrada de la iglesia, pero casi todos tratan de capturar una imagen en sus móviles para luego subirlo a Facebook y decir: “yo estuve allí”.
Una hora antes de la procesión que llevaría la imagen religiosa por varias manzanas del barrio Chino, en la misa piden misericordia para las víctimas de Irma y generosidad para quienes tengan que contribuir a la recuperación.