LA HABANA, Cuba.- Dafnis Prieto es un instrumentista, compositor y arreglista cubano que “juega” detrás de la batería en los clubes jazzísticos de Brooklyn, Nueva York y otras ciudades norteamericanas. Cada vibración del disco metálico, cada golpe sobre la pátina de sus drums en las ejecuciones lo convierten en la figura del momento dentro de ese ámbito musical. Sin embargo, su escalada es consecuencia de una trayectoria artística de años, dentro y fuera de la Isla.
Para algunos en Cuba es un artista revelación. Otros lo desconocen. Sin embargo, pertenece a la generación de X Alfonso, Elmer Ferrer, Descemer Bueno, Yosvani Terry y Robertico Carcassés, junto a quienes formó parte de las agrupaciones Estado de Ánimo y Columna B.
Sus maniobras en el escenario delatan el virtuosismo del joven: la riqueza melódica y armónica, la exactitud e intencionalidad de cada toque en sus interpretaciones, y la imbricación casi perfecta de todo ello en piezas y composiciones únicas e irrepetibles hacen de Dafnis Prieto una estrella de música.
“Clasifico mi música como Latin-Cuban-Jazz contemporáneo”, dice este músico. Pero para él esto carece de importancia porque “lo más importante es la calidad y el toque personal con que se represente e interprete, lo demás son fórmulas genéricas musicales que pueden tener muchas combinaciones.”
“He tenido muchas influencias, desde la música clásica hasta la de la India, de África, Latinoamérica. Lo más importante no es lo que se utilice sino cómo se utiliza. Con esto quiero decir que una mezcla de muchas culturas musicales no significa necesariamente algo positivo o negativo hasta que se escuche su resultado. No resulta difícil pensar en la combinación del jazz con la música hindú, el rap, o con cualquier otro tipo, pero esto suena como una simple receta. La magia que radica en algo novedoso está precisamente en los aportes personales, en la manera, en la intención, en lo único”, considera Dafnis.
Además de seis producciones discográficas, presume de la participación junto a otros 70 artistas y músicos en el filme “Chico y Rita”, del cineasta español Fernando Trueba. Y al igual que con la nominación al Oscar de esa cinta, cuenta con dos a los Latin Grammys en 2011 y 2014 respectivamente.
Bebo y Chucho Valdés, Martirio, Eddie Palmieri, Michel Camilo, Steve Coleman, Jane Bunnett, Bobby Carcassés, Tata Güines, Irakere, Gonzalo Rubalcaba, Los Van Van, así como Chico y Arturo O’Farrill son algunos de los grandes que admira y lo han influenciado. Así lo demuestra por su formación clásica y la herencia afrocubana que resuenan en la sonoridad de su batería, defensora de la rumba, el son, las congas y otros géneros autóctonos incorporados a las expresividades jazzísticas. Y si esto fuera poco, constituye el primer cubano en obtener en 2011 la beca de la Fundación MacArthur, conocida como Genius Grant.
Cuenta el artista: “No fue un premio de música, sino a la creatividad dentro de las ciencias y las artes en general. Me ha ayudado a seguir produciendo mi música a través de mi sello discográfico Dafnison Music a concentrarme más en lo yo quiero hacer profesionalmente”.
A pesar de todo ello su apreciación del éxito depende de la felicidad que le provoca “cuando los jóvenes se me acercan y me dicen que les he servido de inspiración. Eso es un éxito para mí: servirle a los demás”.
“Yo empecé a componer música porque me gustaba la idea de expresarme no solamente en mi instrumento. Lo hice para intentar crear atmósferas musicales relacionadas con mi manera de tocar. Desde otro punto de vista, la interpretación de una composición es tan válida como la composición misma, porque una buena interpretación siempre eleva la composición y a la vez una buena composición siempre exige una buena interpretación”.
Como fruto de toda su experiencia prepara un libro instruccional y analítico de ritmos en el cual se adentra en un proceso de imaginación y de ideas. “Algo fascinante y espero que útil para muchos percusionistas y amantes de las aventuras rítmicas también”.
CubaNet amplió la entrevista con este talento del jazz de la Isla:
De las ciudades visitadas a su paso por este mundo ¿Cuál ha sido fuente de inspiración? ¿Cuál posee su banda sonora favorita?
Todas tienen su encanto. Hace mucho tiempo me enamoré de París, pero fui recientemente y ya no era la misma ciudad de hace 20 años atrás. Me gusta el romanticismo del mediterráneo, viví un tiempo en Barcelona, y también adoro la dulzura de Cuba. New York no es mi preferida pero me ha dado muchas oportunidades desde el punto de vista profesional. Creo que cada ciudad tiene su propio son y parece que yo también.
Precisamente en Estados Unidos actualmente conquista los favores de los críticos y el público, de los más conocedores en el ámbito del jazz.
¿Cuán difícil resultó su posicionamiento en el terreno internacional?
Todo depende del talento, la preparación y las oportunidades –las que uno se hace y las que la vida te da–. También del tipo de música que se haga dentro de este género llamado Jazz Cubano. Yo estoy muy satisfecho con todas las cosas que he producido hasta el momento, pero te confieso que no me considero muy posicionado. Me gustaría hacer muchas más giras y conciertos. Aunque como dicen los que tienen más experiencia en este asunto “el problema no es llegar, sino mantenerse”.
La evolución y maduración en mí resultan apreciables en cada uno de mis discos. Son consecuencias del tiempo que he invertido detrás de lo que quiero hacer.
Mis primeros dos discos los hice con dos quintetos completamente diferentes. El primero con piano, bajo, batería, trompeta y saxo. El segundo con violín, cello, órgano, saxo y batería. Después de esos también he hecho discos con mi cuarteto “Si o Si Quartet”, también con el Sexteto ya he hecho dos discos incluyendo el último que se llama “Triangles and Circles”. Asimismo hago un trabajo interesante con un Trío que se llama “Proverb Trio.”
La espontaneidad y la improvisación son cualidades inherentes a la naturaleza del jazz ¿Eso implica que el jazzista prescinda de la práctica y de una disciplina de estudio, o por el contrario exige una mayor preparación?
La preparación técnica y mental posibilita más oportunidades para tocar, con facilidad y relajación, todo aquello que es espontáneo o improvisado. La improvisación también se estudia y se practica. La preparación es vital para hacerlo con profundidad y calidad. Muchas personas piensan que improvisar es tocar cualquier cosa o tocar lo primero que se le ocurra a uno, pero para que eso suene bien y coherente hay que saberlo hacer. La práctica trae más conciencia de lo que se toca, y así también del uso eficiente de la improvisación. Todo también depende de qué es lo que se practica, y como se practica.
¿Tiene alguna rutina diaria como instrumentista?
Intento practicar todos los días. Muchas veces lo logro y otras no. En el último de los casos acaricio las baquetas diariamente y trato de sentirme más cerca del hecho de tocar. También puede convertirse en una práctica más mental, más intelectual, de ideas y de nuevas posibilidades.
¿Por qué cree que actualmente otros géneros atrapan la atención y el gusto de los públicos, mas la cultura popular en Cuba, quizás también en el mundo, los prefiere en comparación al jazz u otros tipos musicales de gran calidad?
Es difícil reconciliar la cantidad con la calidad. Por lo general, la mayoría de la gente utiliza la música como un mero entretenimiento y una manera de pasar el tiempo, sin detenerse en escuchar sus valores. Pero para que esto no suceda hay que educar a la gente y enseñarles las cualidades de la música. Casi siempre los géneros representan a una generación específica, es por eso que se llaman géneros, porque tienen una tendencia más general, más genérica. Pero al final todo va cambiando, todo evoluciona, tanto los géneros como las generaciones que lo representan. Ahora vivimos y aprendemos diferente, nos comunicamos diferente, y como consecuencia la cultura, la música y sus valores también se expresan así.
El jazz nunca ha sido una música de multitudes ni de grandes públicos como lo ha sido el rock y otros estilos populares y más fáciles de asimilar, aunque hay lugares donde se aprecia el jazz mucho más que en otros. La cualidad que más me atrae al jazz es que representa en su centro a lo personal y un ideal de liberación que a mí como músico y como ser humano siempre me ha parecido muy significativo. De la manera que yo veo lo veo en estos momentos es muy amplio, donde todos los géneros pueden coexistir de una manera creativa. Yo le llamo jazz para denominarlo de alguna manera, pero en realidad lo que a mí me gusta y me interesa es la música bien hecha, sincera y con sensibilidad.
¿Sería posible la descripción desde lo sentimental y musical de su último disco? ¿Cuánto de la identidad nuestra está presente en él?
Mi último disco, “Triangles and Circles”, fue con el Sexteto y es un viaje musical a través de mi apreciación por las formas geométricas y por cualquier tipo de formas imaginables. En lo sentimental, le dedico un número a mi gran amigo Charles Flores, músico cubano y bajista que falleció hace tres años. Este número lo hice con el corazón en la mano, se llama “Flores”. Pero el fonograma tiene muchas historias musicales, también hay un tema muy rítmico que se llama “The Evil in You” que significa “El diablo en ti”, que está dedicado a las intenciones negativas de unos sobre otros, a la competencia innecesaria y a la cultura individualista de hoy en día.
En cuanto a lo musical y a mi identidad siguen intactas pero a la vez evolucionando, siempre llevo la música cubana dentro de mí pero no la trato de utilizar con tanta evidencia o como una etiqueta. Creo que siempre se escucharan tendencias cubanas, personales y universales en mi música.