LA HABANA, Cuba.- Las guarderías privadas son objeto de constantes debates. Algunos especialistas de la psicología, que han trabajado profesionalmente el tema, consideran más conveniente el cuidado en centros atendidos directamente por el estado.
El Licenciado Irenaldo Castellano Gondre, Máster en Psicología Clínica, opina que “las instituciones estatales cuentan con mayores recursos y personal calificado para asumir este tipo de actividad”.
Castellano Gondre, de 40 años de edad y 18 de experiencia profesional, señala que “toda persona que se dedique profesionalmente al cuidado de niños debe haber sido bien entrenada, y poseer conocimientos de pedagogía, psicología, y medidas higiénico-sanitarias, además de estar familiarizada con la metodología aprobada por el Ministerio de Salud Pública para el aprendizaje por edades”.
El Máster en psicología clínica considera que “existen trabajadoras privadas que se dedican al cuidado primario porque es una forma de ganar dinero, pero carecen de entrenamiento y vocación, aunque eso no signifique que no se produzcan irregularidades en centros supervisados por el estado; en definitiva, donde interviene la criatura humana no pueden descartarse los errores”.
Sin embargo, algunas profesoras de preescolar que fueron consultadas, y que evitaron identificarse para “no comprometer” su trabajo y haciendo declaraciones a la prensa independiente, confesaron que “un número considerable de niños que provienen de guarderías particulares llegan al preescolar con mejor educación formal, son más disciplinados y están mejor instruidos que los que han asistido a Círculos Infantiles estatales”.
“No todo es blanco y negro”, comenta una profesional de la salud que laboró durante 25 años inspeccionando centros escolares, Círculos Infantiles y guarderías privadas. “Si consideramos los recursos materiales, profesionales y legales con que cuenta el estado para garantizar un rendimiento de calidad, tenemos que admitir que el servicio que ofrece deja mucho que desear”.
Algunos ejemplos parecen confirmar que la calidad del trabajo privado muchas veces supera con creces las asistencias estatales. Tal es el caso de la guardería infantil “Lolita”, ubicada en Calle Buenaventura, municipio 10 de Octubre.
Conversamos con su propietaria, la señora Eloína Samón Vázquez, de 74 años, quien lleva 44 como cuidadora de niños. Algunos de los pequeños que están bajo su cuidado “son hijos de padres que asistieron también a esta guardería infantil”.
Según el testimonio de Samón Vázquez, “en estos momentos el círculo tiene una matrícula de 15 niños que son atendidos por dos auxiliares, Maysú Mesa López, de 19 años, y Dayana García de la Puente, de 23, a quienes les pago un salario mensual de 600 pesos (unos 24 dólares); además, cuento con el apoyo de mi hija, Mercedes Quile Samón, que también se ocupa del cuidado y la enseñanza de los pequeños. En total somos cuatro personas para atender a los niños”.
Indagamos sobre la preparación profesional que respalda la labor que ellas realizan, a lo que respondió Samón Vázquez: “Todo nuestro conocimiento es empírico. Lo hemos adquirido sobre la marcha. Pero fíjate, llevo 44 años cuidando y educando niños de uno a cinco años y jamás he tenido una queja de los padres, ni han existido problemas entre las personas que conforman el equipo de trabajo”.
Maysú Mesa López, una de las auxiliares, explica que “en este Círculo se promueven los hábitos de estudio, no solo en los niños, sino en los adultos que tenemos la responsabilidad de cuidarlos. Nos informamos sobre metodología del aprendizaje, consultamos manuales de pedagogía infantil, y otros textos relacionados con el tema.
Por su parte, Mercedes Quile Samón, de 54 años, asegura que “somos muy rigurosos con los requisitos para la admisión. Cuando los niños son aceptados, sus padres tienen que traer el chequeo de salud realizado a los niños en la policlínica; luego, se inscriben mediante una planilla con sus datos de identidad para llevar un control personalizado. Nunca suministramos a los niños ningún tipo de medicamento, aunque a los que tienen que seguir un tratamiento médico –y siempre a solicitud de sus padres– los atendemos según las indicaciones médicas orientadas en el método”.
Dayana García de la Puente, la joven auxiliar de 23 años, destaca la seguridad que disfrutan los pequeños. Según nos dice, “los niños tienen su área de juegos, su espacio para las horas de sueño, un pantry con refrigerador para la elaboración y manipulación de sus alimentos y un comedor independiente, y nunca tienen contacto con los adultos que visitan la casa ni se les permite relacionarse con personas ajenas a su cuidado”.
Sobre el pago de la licencia, la señora Samón Vázquez paga 80 pesos al mes por la licencia al mes, y el pago por niño es de 250 pesos mensuales. El primer mes –“de adaptación”, como lo describe la educadora– los padres no tienen que pagar; “además, cuando algún niño falta por enfermedad se le hace un descuento”, detalla Eloína.
Una auxiliar pedagógica que lleva seis años laborando en un Círculo Infantil nos proveyó alguna información a cambio de que protegiéramos su identidad.
La joven de 28 años, comentó: “En Cuba las cosas funcionan mal porque las prioridades del gobierno siempre son políticas. Hay mucha gente que quiere hacer las cosas bien, pero los que tienen el poder no se lo permiten. Aunque en el Círculo donde yo trabajo, la verdad es que la alimentación de los niños y la higiene son buenas”.
“El problema grande es con el personal, que no se siente económicamente estimulado y se marcha en busca de empleos mejor pagados; además, el trabajo se hace muy agotador. Una Educadora y una auxiliar tienen a su cargo entre 15 y 18 niños, y cuando las demás educadoras salen de vacaciones una ‘seño’ (cuidadora) se tiene que ocupar de todos los salones (aulas). En mi Círculo hay seis salones y cada uno tiene 30 niños, ¡Imagínate la locura!”
Según el testimonio de la joven auxiliar, “la capacitación se ha convertido en otro de los problemas críticos. “Cuando yo estudié la carrera eran dos años para graduarte, y en esos dos años recibí una sola clase de psicología infantil. Ahora el curso para auxiliares se redujo a tres meses. Yo no sé por qué critican tanto la profesionalidad de las educadoras y auxiliares particulares cuando muchas de ellas, aunque no sean graduadas de escuelas especializadas, están mejor preparadas que nosotras”.