MIAMI, Estados Unidos.- El creador de la única estatua en el mundo de Franklin Delano Roosevelt en su condición de masón, es vetado por la policía para ingresar a la masonería.
“Como la Virgen de la Caridad del Cobre es la patrona de Cuba, Franklin Delano Roosevelt es benemérito de la masonería cubana”. Este es el credo que repite Eduardo Leal Noda, creador del Monumento Memorial Masónico cubano dedicado a la figura de Roosevelt.
No es difícil llegar hasta la única estatua de bronce que existe en el mundo del exgobernante estadounidense vestido de masón. La figura, a escala real, es exhibida entre las columnas del portal de la casa Eduardo Leal, en el poblado de Santiago de las Vegas. Lo difícil es el camino lleno de obstáculos y represalias que aún recorre Eduardo para defender el derecho de honrar al expresidente estadounidense.
“Yo no inauguré nada”, dice Leal en entrevista concedida a CubaNet. “Simplemente mandé hacer la estatua y esperé décadas, hasta que un día hicieron (el Gobierno cubano) relaciones con los americanos. Como Franklin es norteamericano busqué al agregado cultural de la embajada y lo invite a la inauguración”, añade.
Leal es descendiente de maestros de la masonería cubana, lo que le permitió heredar documentación y objetos de personalidades históricas que ahora muestra en un pequeño museo que abriga el Monumento Memorial Masónico. Entre los valores que posee se encuentra el documento oficial del 4 de julio de 1947 donde Roosevelt es declarado masón benemérito, firmado por figuras como Fernando Ortiz, como orador, y el miembro del Partido Comunista Raúl Roa, invitado a la honra por el presidente Grau San Martín.
El portal, que hoy es reconocido por autoridades de La Habana como “Patrimonio Cultural”, fue parte de un episodio represivo difícil de borrar de la memoria de su víctima.
La pasión temprana por la masonería hizo que, en 1982, Eduardo Leal pusiera una placa de mármol en el portal de la misma casa donde hoy está la estatua de bronce.
La intención de honrar a un presidente estadounidense provocó que fuera acusado de “diversionismo ideológico” y expulsado de la Universidad de La Habana cuando cursaba el cuarto año de Medicina. La perseverancia del estudiante en la defensa de sus derechos logró que fuera readmitido en un centro de estudios universitarios, aunque bajo insultantes condiciones. Debía y recalificar las asignaturas de contenido político y ya no estudiaría para médico, sino que comenzaría la especialidad de Biología desde el primer año.
Leal culminó sus estudios universitarios en 1985. Nunca encontró empleo como biólogo, quizás porque nunca arrancó del portal de su casa la placa dedicada al masón estadounidense.
Bolas Negras
“Tú vas a entrar en la masonería en un templo donde hay personas contrarrevolucionarias y nosotros queremos saber las cosas que suceden allí”, cuenta Leal que le dijeron dos oficiales del Departamento de Seguridad del Estado cuando realizó su primera solicitud para ingresar en la masonería.
“Les dije rotundamente que no. Me contestaron que si esa era mi respuesta yo nunca ingresaría a la masonería, lo dijeron con estas palabras: ‘Siempre que te apuntes en cualquier lado, vas a tener bolas negras’. Lo dijeron y así ha sido”, relata Leal. Las bolas blancas y negras son utilizadas para el voto masónico, siendo las negras el negativo.
“Por ejemplo, en la Logia de Bejucal hay un policía encubierto llamado Román Hernández que se encuentra en prisión domiciliaria por vender explosivos. Él fue como diputado de su distrito y vetó mi entrada en la masonería (…) Yo soy masón de corazón, a mí me reconocen los que son verdaderos masones, no esos que son mandados a no reconocerme”, dice.
Un candidato con ideas incómodas
Leal no condiciona su palabra al ingreso a la masonería o su estancia en ella. “Me duele lo que ha sucedido y sucede con la masonería cubana, me duele que el edificio de la Gran Logia Masónica esté destruido, que se hayan perdido cuadros de Valdés Ramas, Menocal, Arche, y otros estén mohosos. El Museo de la Masonería se inunda, el Gobierno mantiene confiscados los pisos 6, 7 y 8, el sótano, la tienda masónica, la imprenta (…) Para que tengas una idea de lo que ha sucedido, los masones tenían un depósito de 38 millones de pesos en el Banco de los Colonos: se perdieron, como se perdió la propiedad del edificio”, relata Leal.
Para quien le resulte difícil encontrar la lógica de tanta intolerancia ante una simple honra masónica, la respuesta está en las ideas que representa la figura de Roosevelt, que a decir de Eduardo siempre lo inspiraron: “Yo creo en la libertad y la democracia (…) La estatua de Franklin vestido de masón encierra todo un simbolismo, las características de Franklin, el respeto de un país a las cuatro libertades… esa es la principal causa que me motivó desde siempre”.