MAYABEQUE, Cuba. -En Cuba la leche de vaca es asignada por el Estado a los niños de hasta 7 años de edad. A cada niño le corresponde medio litro cada dos días. Una bodega promedio recibe diario 50 litros de leche para abastecer a los niños y alguna que otra persona en dieta por enfermedad crónica, que también recibe la misma cantidad en días alternos.
En varios municipios de la provincia Mayabeque la mayoría de las veces la leche llega a los consumidores en mal estado o contaminada con todo tipo de insectos y parásitos. Varios pobladores en Quivicán, Bejucal, La Salud y zonas rurales de dicha provincia nos plantearon que la forma de transportar y manipular la leche no es la correcta.
Magali Álvarez, residente del municipio Quivicán, nos comentó. “La mayoría de las veces la leche llega con bastantes insectos dentro, desde hormigas hasta garrapatas. Eso es cuando no llega descompuesta o con hielo y tengo que botarla. Siempre la hiervo bastante tiempo porque es la salud de mis hijos la que está en juego. A veces cuando llega en mal estado no tengo más nada que darles a mis niños en el desayuno”.
En todos los municipios del país existe un cuerpo de inspectores que es el encargado de velar por que se cumplan las medidas higiénicas y los controles sanitarios. Ellos deben inspeccionar tanto a las unidades estatales como a los trabajadores por cuenta propia que desempeñen cualquier actividad gastronómica.
Carlos González, jubilado, fue administrador por más de 15 años de un complejo de mercado y carnicería estatal en el municipio Bejucal. Nos comentó al respecto. “Estos inspectores son fáciles de sobornar. Son cubanos y tienen las mismas necesidades y carencias que los demás. Una bolsa con un poco de arroz, azúcar, dos o tres postas de pollo o 10 dólares, son suficientes para que rellenen las planillas y todo salga ‘bien’ en la inspección. Mensualmente, ellos pasaban por mi unidad a recoger sus sobornos y de esta forma nunca presentaba ningún tipo de problemas. Nunca me revisaban nada, a ellos solamente les interesaba recoger sus bolsas de comida para llevárselas para sus casas”.
“A estos inspectores el gobierno les paga altos sueldos pero nada resuelven con esto. El objetivo principal de los mismos cuando entran al cuerpo de inspectores es simplemente resolver sus problemas, y con los sobornos que reciben, ya sean en comida o dinero, alimentan a sus familias. El gobierno con esto solo logra crear mucha más corrupción de la que ya existe”, añadió Josefa Martínez, trabajadora por cuenta propia de una cafetería en el municipio de Quivicán.
“La leche la trasportan en pipas que son arrastradas por equipos agrícolas (tractores), que no cumplen para nada con las medidas higiénicas ni los controles sanitarios, ya que están cubiertos de tierra y todo tipo de materiales. En otros lugares, como las zonas rurales de la provincia Mayabeque, la higiene es mucho peor pues trasportan la leche en cántaros encima de coches de caballos y sin ningún tipo de protección. Los trabajadores de las bodegas de comercio y gastronomía se ven obligados a usar coladores construidos manualmente para extraer todo tipo de basura e insectos que viajan dentro de la leche”, añadió un trabajador de la Empresa de Comercio y Gastronomía que no quiso revelar su identidad.
La mayor parte de la leche que llega a estas bodegas del Estado proviene de los campesinos que pertenecen a la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños). Estos son obligados a venderle al Estado toda la leche que producen a precios muy bajos (1 peso por litro). En el mercado negro un litro de leche tiene un valor de 5 pesos.
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