LA HABANA, Cuba. – El pequeño empresario privado, de nombre Pedro Lázaro Cruz León, radica en la ciudad de Artemisa y se dedica a la fabricación de turrones y mantequilla de maní. Sus productos, que llevan la marca Don Pedro, han tenido gran aceptación por su calidad. Las distintas variedades de turrón se venden, previo contrato firmado, en los establecimientos de la red de mercados “Ideal”, pertenecientes a la dirección de Comercio Interior en las provincias de La Habana y Artemisa.
Tal fue la aceptación de los turrones de maní entre el público asistente a la pasada II Feria de Conciliación y Aseguramiento -mayoritariamente funcionarios de los ministerios, de la Organización Superior de Desarrollo Empresarial OSDE, empresas y de las Cooperativas No Agropecuarias CNA- que se vendieron en el mismo stand donde se mostraba las producciones de la pequeña fábrica Don Pedro.
Cruz León, de profesión abogado, aprendió a fabricar turrones con su padre, quien a su vez lo aprendió del suyo. Sus turrones se han convertido en un símbolo en la ciudad de Artemisa.
El último día de la Feria se celebró el acto de premiación de los expositores que más impacto tuvieron. En dicho acto, los organizadores del evento decidieron otorgarle el Premio por la Calidad del Producto” que concede la Oficina Nacional de Normalización, a la fábrica de turrones de maní “Don Pedro”. El vicepresidente del Consejo de Ministro y titular de Economía y Planificación, Marino Murillo Jorge, le entrego el galardón a Pedro Lázaro Cruz como reconocimiento a su labor y la del colectivo de la pequeña fábrica que producen un producto de tan alta calidad.
Es la primera vez que en un evento donde predominan las empresas estatales se premia a un pequeño productor privado.
En la fábrica de turrones Don Pedro todo es laboriosidad. Seis trabajadores, mujeres y hombres que no rebasan los 25 años, se ocupan de seleccionar el maní que será tostado en un horno giratorio de fabricación artesanal que es calentado con leña. Luego de ser tostado unos 30 minutos, el maní se deja enfriar sobre unas lonas habilitadas. Luego los trabajadores proceden a descascararlo y cuando está debidamente limpio, se separa el maní que servirá para elaborar los turrones duros (tipo Alicante) y los que serán molidos (tipo Gijona). Cuando los turrones se sacan de los moldes, se les envuelve en celofán y son colocados en grandes cajas de plástico en las que son trasladados a los centros de venta.
En la pequeña fábrica trabajan 9 personas en total, entre las que se incluye al dueño del establecimiento. Su esfuerzo diario es debidamente recompensado. El salario, que es de acuerdo a lo producido, se devenga quincenalmente. Los responsabilizados de tostar el maní y descascararlo, la labor más agotadora de todas las que se realizan en la fábrica, cobran entre 100 y 120 dólares. El salario del resto del personal ronda los 50 dólares.
Las autoridades del Poder Popular de Artemisa no tuvieron la gentileza de visitar a Cruz León y felicitarlo por el premio alcanzado en la II Feria de Conciliación y Aseguramiento. Cumplen las orientaciones impartidas por sus superiores de no reconocer públicamente la actividad de los pequeños empresarios privados, a los que consideran un mal necesario. Lo que hacen por todas las vías posibles es crearles obstáculos, para impedir que se consoliden como una clase media adinerada e influyente.