LA HABANA, Cuba.- Este año la organización de la sociedad civil cubana e independiente Cofradía de la Negritud ha sido invitada al debate en las Naciones Unidas para analizar la situación del racismo en Cuba.
Norberto Mesa Carbonell, fundador y líder de la Cofradía, no descarta el diálogo con el Estado cubano como una posible solución a los problemas de las desigualdades sociales y económicas que padece la población negra, aunque ante el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024), el gobierno cubano no tiene un plan de acción concreto para eliminar la brecha de pobreza y el tema sigue siendo un tabú.
En el 2011, hacía 11 años que no se realizaba el examen periódico y cuando se decidió hacerlo solo fue consultada la “sociedad civil reconocida por ellos”, dice Norberto Mesa. La Cofradía de la Negritud, tras 10 años de creada, no fue tomada en cuenta, como tampoco fuera consultada cuando en el 2012 el Parlamento Cubano estableciera una comisión permanente en su sección de Educación, Cultura y Ciencia para analizar la situación de la discriminación racial.
“No hemos dejado de buscar la posibilidad de dialogar con las autoridades”, asegura el líder de la Cofradía. Menciona las cartas enviadas al director del periódico Granma, a la Asamblea Nacional, y a pesar de que la organización el pasado 21 de marzo, Día contra la discriminación racial, no pudo realizar su tradicional reunión porque la Seguridad del Estado se los prohibió, sus miembros no desisten en su empeño de dialogar porque “sin el Estado no se puede avanzar lo que quisiéramos”, asegura.
Actualmente no se sabe si esta “comisión permanente” ha vuelto a sesionar, si se comunica con las organizaciones de la sociedad civil o si existe siquiera. Si ha habido algún debate parlamentario no se ha hecho público.
Mesa Carbonell reconoce que el Estado es el máximo responsable de la situación de la población negra en Cuba, señala sobre todo las decisiones políticas y recuerda cuando “en marzo del 59 Fidel dijo que la eliminación de la discriminación racial era posiblemente la tarea más difícil que tenía que enfrentar la revolución y en septiembre de 1961 declaró, en la primera Cumbre de los Países No Alineados en Belgrado, la eliminación de la discriminación racial para siempre”. La justificación perfecta para propiciar un acercamiento a los “negros norteamericanos que estaban en su apogeo” y así “utilizarlo como un arma de enfrentamiento contra el gobierno norteamericano”, y desde entonces el tema de la racialidad quedó relegado por “batallas mayores”.
La Cofradía aplaude los intentos del Gobierno de equidad y los cuenta como logros propios también aunque la población negra en Cuba no tenga conciencia ni perciba cuáles son tales cambios.
Uno de esos “avances” son el otorgamiento de subsidios de los que se supone que sean los principales beneficiarios, los que en más desventaja social están, lo que no necesariamente significa que sea negros y negras.
Tampoco consta que los accesos a los trabajos con “ventajas extrasalariales” estén siendo ocupados de modo equitativo según la “capacidad” de quien opte y no por el “porte y aspecto” y donde muy pocas veces encajan los afrodescendientes cubanos, pero lo que sí se puede constatar es que la mayor parte de los trabajadores de la empresa Comunales, dedicada al saneamiento y limpieza de la ciudad, o la población penitenciaria, son negros.
La educación es otro de los puntos medulares en los que la Cofradía percibe que puede haber algunos cambios. Norberto Mesa se pregunta: “¿Los maestros que tienen que enseñar a esos niños, están formados en la igualdad? Ellos son parte del blanqueamiento étnico que ha sufrido la sociedad cubana”, y señala con un dedo al Partido Comunista por no trazarse “políticas acertadas”, porque es “quien traza las directivas y el Ministerio de Educación no puede incorporar el tema en la enseñanza si no baja como una línea porque en las escuelas es donde empieza la formación ideológica” de este país.
También culpabiliza al Partido porque sus políticas tampoco le dan el “tratamiento apropiado a las manifestaciones racistas y que no son exactamente rezagos del pasado, sino que son producto del socialismo cubano”. Y lo que pudiera parecer para algunos una contradicción porque Cuba no goza de poderes divididos, para el activista no lo es. Él puede distinguir el Partido del Gobierno y el Estado. “No digo que la política del Gobierno sea racista abiertamente, pero es el PCC el responsable de que en el exterior la gente piense que en Cuba el problema está resuelto”.
Y recuerda uno de los pocos incidentes racistas de los que se ha hablado públicamente porque las redes sociales se hicieron eco, de lo contrario los medios oficialistas lo hubiese ignorado como han hecho en otras tantas ocasiones.
“Sí, castigaron al chofer que le dijo a la muchacha: ‘Bájate, que yo no monto negros’”, se cuestiona Mesa, “y salió en el periódico, ¿pero a quién botaron por todo el tiempo en que en la televisión cubana no tuvo un negro en su ballet, o eso no era racismo porque el racismo es un ejercicio de poder?”
Para todas las cuestiones relacionadas con la negritud en Cuba, como para toda la situación cubana, la sociedad civil juega un papel determinante y la Cofradía está consciente de que “en este tipo de sistema hay muchas limitantes. Hasta en hacerse escuchar”.
Norberto Mesa considera que “Fidel Castro es el presidente que más ha hecho por la igualdad entre todos los cubanos” y cree además que fue “el que dijo las cosas más contundentes contra el racismo aquí en Cuba”. Sin embargo, reconoce que fue “también el que más dejó de hacer porque habiendo tenido el poder absoluto durante tantos años todavía nosotros estamos lidiando para tener una vida normal, legal”.
El logotipo de la organización, en tanto, es una alegoría a los grados del dictador.
En más de 50 años no se ha dictado una ley —y si hay alguna es letra muerta— que disminuya la brecha de desigualdad ni que le haga honor a los anhelos martianos que el activista gusta recitar: “Yo quiero que la ley primera de la república sea el culto de los cubanos a la plena libertad del hombre”.
La propuesta en la última reunión de la Cofradía de la Negritud fue escribir a la oficina del primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel para que propicie “la comunicación con otros proyectos de la sociedad civil que abordan el tema de la discriminación racial”, lo que hace preguntarse: si precisa tanto de la aprobación gubernamental, ¿qué relatará sobre el racismo en Cuba ante las Naciones Unidas?