MIAMI, Estados Unidos.- La prensa oficial cubana, particularmente el portal estatal CubaSí y su director, el vocero del régimen cubano Manuel Henríquez Lagarde, han aspirado esta semana a “denigrar” ―con más ahínco del habitual― al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, a propósito de su intervención en el programa en vivo “COVID-19 y Cuba: Apoyamos al pueblo y no a la dictadura”, presentado por el influencer cubano Alexander Otaola.
Sin embargo, los intentos de La Habana por “desprestigiar” al político uruguayo se volvieron en contra del propio régimen: con una sarta de referencias homofóbicas relacionadas con Otaola, Henríquez Lagarde no pudo más que demostrar los prejuicios contra la orientación sexual que persisten en la élite política cubana que él representa.
El hecho sería pasajero y hasta superfluo en un mar de actos homofóbicos concretos contra miles de personas LGBTI+, si no denotara los mismos prejuicios que llevaron a la Asamblea Nacional del Poder Popular de la Isla a postergar el derecho de las personas no heterosexuales ni cisgénero a contraer matrimonio y, peor aún, someterlo al designio de la mayoría a más tardar en abril de 2021.
La homofobia del director de CubaSí sobresale en enunciados que intentan relacionar un supuesto comportamiento “histérico” (atribuido históricamente a las mujeres y los homosexuales), así como el aspecto, a rasgos de debilidad y corrupción de los participantes en el programa transmitido este jueves con la participación de Luis Almagro y John Barsa, el actual administrador de la USAID, entre otros políticos, activistas y periodistas.
“El mundo de la política parece haberse cabaretizado y los llamados influencers histéricos, con turbantes y gangarrias, le sirven de voceros a los funcionarios de la actual administración estadounidense”, dice Henríquez Lagarde en uno de sus artículos, publicado este 6 de mayo.
Sin embargo, ese no es su peor momento: “Al menos que Almagro se disfrace de (la cantante de samba) Carmen Miranda ―algo que no hay que descartar teniendo en cuenta la nueva tribuna del secretario de la OEA―, y nos deleite con un buen meneo de caderas, su presencia, y la de los demás invitados en el vodevil de la infamia, solo confirma lo que ya todo el mundo desde hace mucho sabía: la subordinación de ese tipo de programas a lo más retrógrado y fascista de la mafia anticubana de Miami”.
En otro artículo publicado este 8 de mayo en CubaSí, más allá de sus enunciados homofóbicos, Lagarde intenta otra asociación superflua, que vincula a Otaola y al resto de los participantes en el programa de este jueves con hechos que, si bien ocurrieron en Estados Unidos, no están relacionados (no existe ninguna evidencia) con ninguno de los actores, políticos o comunicadores, atacados por el régimen de La Habana.
Asimismo, el vocero de la dictadura cubana confunde, intencionalmente, los hechos y sus responsables: “¿Por qué Estados Unidos, en vez de dedicarse a enfrentar el virus, ha aprovechado la pandemia para desmarcarse de la OMS, difamar a China, aumentar la presencia de sus tropas en Siria, amenazar e invadir a Venezuela, tirotear la embajada cubana en Washington?”.
Las notas “periodísticas” que acostumbra a publicar Lagarde en su propio medio, con la venia del régimen, no solo son superfluas y manipuladoras sino también, para mayor desgracia, homofóbicas.
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