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LA HABANA, Cuba.- La gente disfrutó tanto Ya no es antes, que recibió el Premio de la Popularidad en el recién concluido Festival Internacional de Cine de La Habana. Aunque muy apropiada para la audiencia cubana —sorteando el enorme reto de que en el filme solo aparecen dos actores en una sola locación durante hora y media—, seguramente gustará a otras audiencias y ganará más premios.
Gracias al brillante trabajo actoral de Isabel Santos y Luis Alberto García —galardonado por Mejor Actuación Masculina—, a un guion muy funcional y al tema del exilio-regreso, Ya no es antes, que hasta puede parecer novedosa, resulta un buen melodrama y es quizás la mejor producción de su director.
Léster Hamlet irrumpió en el panorama del cine nacional durante la Primera Muestra de Nuevos Realizadores, en 2001, entre jóvenes como Esteban Insausti, Miguel Coyula, Pável Giroud, Humberto Padrón, que prometían una nueva sensibilidad para el audiovisual cubano. La dura realidad no les allanó el camino en estos quince años, pero Hamlet ha sido de los más laboriosos y reconocidos de esa generación.
Participó en la exitosa Tres veces dos y dirigió Casa vieja —versión de la obra de teatro de Abelardo Estorino y Premio de la Popularidad en el 32 Festival de Cine de La Habana— y Fábula —basada en el relato de Alberto Garrandés “Fábula de un amor feliz” y tercer Coral en la edición 33 de ese evento.
Por su parte, Ya no es antes versiona la pieza Weekend en Bahía —que escribió hace casi treinta años Alberto Pedro para Teatro Mío— y cuenta, sin estridencias, la historia habanera de Esteban y Mayra, dos cincuentones que repasan un gran amor luego de que ni ella en Estados Unidos ni él aquí hayan logrado la felicidad.
“No se trata de volver a hablar sobre el exilio”, dijo un periodista, como si ya estuviese dicho todo sobre el exilio, y una comentarista cultural de televisión llegó a asegurar que “irse del país no tiene que parecerse a la muerte”.
En realidad, este filme demuestra lo mucho que hay que hablar todavía de algo que no es un tema, sino una temática, ni un problema, sino un abanico de problemas, y que, a pesar de que ha sido tratado en docenas de películas, obras de teatro, novelas y relatos, aun cuesta manejar con suficiente libertad en Cuba.
Después de ver las actuaciones de Isabel Santos y Luis Alberto García, se siente la tentación de decir que esta es una película —cubana— extraordinaria. En una entrevista durante el festival, el actor declaró que la película intenta decir que “ya no es antes”, o sea, que esta no es una época como la de hace cuarenta años. De hecho, en una escena Mayra afirma que en Cuba —no obstante el pesimismo de Esteban— están ocurriendo “cambios importantes” porque quién se iba a imaginar a Mick Jagger caminando por el malecón.
¿Trampa, ingenuidad o concesión para que el ICAIC otorgue su nihil obstat permisivo? ¿De veras que la visita a Cuba de los Rolling Stones o que Esteban tenga ya derecho a vender su casa son “cambios importantes” en el país? Bueno, a Léster Hamlet le parece una admirable —y filmable— muestra de humanismo que el “gran Silvio Rodríguez” vaya a cantar a prisiones y a barrios pobres.
Es su derecho. Pero ojalá apoye asimismo el derecho de su colega Carlos Lechuga a hacer el arte en el que cree. El segundo largometraje de este director, Santa y Andrés, fue retirado del festival por una “cuestión de principios”, por presentar “una imagen de la Revolución que la reduce a una expresión de intolerancia y violencia contra la cultura”, por hacer “un uso irresponsable de nuestros símbolos patrios” y por “referencias inaceptables al compañero Fidel”.
Ya ocurrió con Regreso a Ítaca, del francés Laurent Cantet, con guion de Leonardo Padura. Se ha dicho que “la censura ensombrece el festival”, pero en verdad la censura es consustancial al festival y al ICAIC, creados para controlar la producción cinematográfica, en primer lugar. El nivel de permisibilidad puede subir o bajar unos milímetros, pero al final da lo mismo si el comisario se llama Alfredo Guevara o Roberto Smith.
Léster Hamlet lo sabe y trata de hacer lo suyo, según lo que cree, como tantos. A veces es difícil distinguir ingenuidad y cinismo. Mientras, la gente sigue disfrutando Ya no es antes y este Hamlet cree que el problema no es ya ser o no ser antes, sino ser ahora. Y aquí. Bien le valga.