GUANTÁNAMO, Cuba – Entre las opciones veraniegas preferidas por los cubanos está ir a la playa, y los guantanameros no son la excepción. Pero siendo la suya una de las pocas provincias cubanas con costas al norte y al sur, a los habitantes de la capital provincial y a los que residen en los municipios de El Salvador, Niceto Pérez, Manuel Tames y Yateras les resulta muy difícil darse un baño en el mar.
El primer obstáculo radica en que las mejores playas se encuentran dentro del territorio ocupado por la base naval norteamericana. El segundo, que aquellas bajo administración cubana situadas cerca también se encuentran militarizadas para mantener bien controlado lo que las autoridades denominan “perímetro fronterizo”.
La militarización de las playas guantanameras comenzó poco después del triunfo del castrismo. Primero los propietarios de fincas aledañas a la base fueron obligados a reubicarse en otras zonas, y luego fueron confiscadas las casas de veraneo.
Ahora esos lugares son un coto exclusivo para militares y dirigentes cubanos de alto rango. Vienen a cazar venados o reses que viven en estado salvaje, algo que para un cubano común constituiría “delito de sacrificio ilegal de ganado mayor”.
Hasta finales de la década de los años ochenta del pasado siglo, se podía viajar desde Guantánamo hacia Baconao, en la vecina Santiago de Cuba, por una carretera que bordeaba la costa sur de ambas provincias. Pero desde entonces los militares tomaron el control de esta zona de espectacular belleza. Quien sea visto en ella es detenido y acusado de inmediato de intentar una “salida Ilegal del país”, es decir, otro delito.
Inclusive Yateritas, un balneario situado a unos 40 km de Guantánamo, está vedado. No sólo los ciclones y la indolencia se han ensañado con sus instalaciones, sino que además cualquiera que se aventure a penetrar en ella puede ser interceptado por un guardia fronterizo. Lo menos que puede pasar es que le militar ordene marcharse de allí, aunque no existe un cartel que prohíba la estancia ni nada que identifique la zona como militar.
Las playas de San Antonio del Sur e Imías están lejos de Guantánamo Ciudad, y un pasaje cuesta entre 15 y 30 pesos por persona (0.70 y 1.25 dólares, para un salario promedio mensual de 21 dólares). El resto son pequeñas y pedregosas, y balnearios abandonados.
Pero incluso allí, a pesar de ser zonas autorizadas para el baño, es común que los militares de fronteras hagan a los bañistas salir del agua para que se identifiquen, y quien se niegue a hacerlo puede ser detenido y acusado por desobediencia. De esto no se libran tampoco los miembros de la Federación Cubana de Pesca Deportiva que suelen ir al lugar.
En varias oportunidades los pescadores se han quejado ante la dirección del MININT de la provincia por el proceder de las autoridades quienes, de manera incorrecta y a sabiendas de que pertenecen a una organización no gubernamental, autorizada por el gobierno cubano, les prohíben pescar en “El Batebate”, área rocosa al este de Tortuguilla, la única donde pueden hacerlo. Pero esto, como casi todo en las playas de Guantánamo, sólo se hace si los militares lo permiten.