LA HABANA, Cuba. -Enmanuell González, un residente del municipio capitalino de Playa, decidió eliminar las frutas de su dieta. La determinación no tiene nada que ver con los precios, uno de los motivos principales para espaciar las compras o reducirlas al mínimo.
Lo que le preocupa es morir envenenado.
La maduración artificial de productos del agro es un procedimiento que se ha regularizado en la capital, sin que el Ministerio de la Agricultura tome cartas en el asunto. Nadie sabe qué tipo de sustancias químicas se utilizan en un proceso que genera copiosas ganancias a productores, intermediarios y vendedores.
“Yo no me molesto en protestar. Es perder el tiempo. Hasta ahora nada de lo que compro me ha hecho daño”, afirmó una señora, después de desembolsar 2 dólares por una fruta bomba madurada por la fuerza.
La suerte de no sufrir consecuencias inmediatas por la ingestión de productos tratados con químicos es un falso consuelo. Los efectos podrían aparecer con el tiempo.
“De la manera en que estamos viviendo no se puede ser muy exigente con la comida. Hay que ‘meterle el diente’ a lo que aparezca. Si nos están envenenando, ¿qué le vamos a hacer? .Yo se lo planteé una vez al delegado del Poder Popular y me dijo que se iba a ocupar del asunto, pero la situación es la misma”, alegó Miguel Ángel, un jubilado que sobrevive a duras penas con su pensión de algo más de 10 dólares al mes.
“Yo tengo la muerte al doblar la esquina. Con veneno o sin veneno voy a ir para el hueco”, añadió.
En realidad, muy pocos toman conciencia del peligro. La prioridad es llenar el estómago sin ser muy exigentes. Las opciones para sortear el cerco de irresponsabilidades, que como esta afectan considerablemente la salud de la población, son escasas.
Es imposible evitar la comprar de lo que se exhibe en las tarimas con los rastros de las toxinas en la corteza. El hambre no admite aplazamientos. Dicen algunos que la maduración es con carburo. Otros piensan, sin entrar en especificaciones, que se trata de sustancias más dañinas.
La denuncia de Enmanuell González publicada en la sección Cartas a la dirección del diario Granma, es otra voz a perderse entre la desidia de los funcionarios.
En el cuento de los hermanos Grimm, Blancanieves cayó en un letargo mortal después de morder la manzana envenenada por la bruja. Aquí en la Cuba real, la muerte es más lenta y hasta el momento nadie conoce a los autores y cómplices de un delito que goza de total impunidad.
Un vecino me contó su amarga experiencia con un mango bizcochuelo de inmejorable apariencia. El producto estaba madurado artificialmente. Terminó deshidratado en el cuerpo de guardia del hospital Calixto García.
“Los plátanos burros me los como verdes, por si acaso. Estriñen, pero así estoy más seguro”, dice enfáticamente.