LA HABANA, Cuba.- Reza un viejo refrán que “no hay peor ciego que quien no quiere ver”. Y eso es lo que sucede a censores, tracatanes, amanuenses, oportunistas y otros bichos de la fauna intelectual revolucionaria cubana, empeñados en destruir cualquier proyecto cultural que no se avenga a susurros plañideros, lamedera de botas, o griticos histéricos, actos de prepotencia, y cuanto avale la intolerancia ejercida desde el poder gubernamental.
La función desacralizadora del arte sobre la ideología como instrumento del poder, es un pecado capital en el país. Hay que cantarles nanas a los líderes históricos de la revolución, escribir versos laudatorios a timbiriches, escuelas o solares de la nación, novelas y documentales a la cocina eléctrica, las papas y el vaso de leche que vendrán.
Los escritores, artistas e intelectuales deben de pertenecer por entero a la revolución, lo que incluye zapatos, calcetines, formas de hablar y caminar, de comer y pensar, de compartir, y quienes no asuman este ucase político está fuera de lugar, porque los “creadores y pensadores” oficialistas tienen el derecho legítimo de obedecer al poder y criminalizar al que disienta, no con argumentos, sino con la policía política del país.
II Festival Vista del Arte y Literatura Independiente de La Habana
La celebración del evento, que tuvo lugar los días 23 y 24 de septiembre en esta capital, fue una muestra de la contraofensiva cultural desatada contra todo proyecto alternativo en el país. Al parecer, por azares del destino –o un resquicio en el bloqueo estadounidense- llegó el agua al hospital y la anfitriona del evento, luego de meses de espera, y más de uno de compromiso con el festival, un día antes se tuvo que operar.
Igual suerte demonológica le sucedió al chofer que debía trasladar a los participantes desde un punto de la ciudad a la sede del Vista: le cambiaron el turno, o se le rompió el carro, unas horas antes de iniciarse el festival. Para confirmar estos azares de la vida, una pareja de agentes de la Seguridad del Estado, se apareció minutos antes en la nueva sede del evento para impedir su celebración. No obstante, se pudo realizar.
Con estos contratiempos, y la sospechosa ausencia, aún no precisada la causa, de varios invitados al festival, se inició el evento a las cinco de la tarde, una hora después de lo programado. La salida de Cecilia Valdés, no escrita por George Bush, sino por nuestro Gonzalo Roig, dejó inaugurado el evento, en voz y estilo de Yusnaimi Pérez Derrick.
A continuación, Cine y homosexualidad en la sala oscura del cine cubano, abordó el tema y generó un amplio debate entre su ponente Julio Aleaga Pesant y el numeroso público asistente, sobre la mirada de los realizadores cubanos en cuanto al enfoque de esta orientación sexual, sin que asistiera la presidenta del CENESEX, Mariela Castro Espín
El recital Poesía entre las sombras de la Ciudad Letrada, del que formaron parte los poetas Rafael Vilches, Ogsmande Lescayllers y Víctor Manuel Domínguez, dieron esa visión otra de quienes escriben al margen del edicto oficial, aunque con las mismas herramientas estilísticas y temáticas con que se amasa la arcilla poética del país.
Más adelante, el Hip hop cubano: voz y conciencia crítica de una sociedad estremecida, ponencia de Leonardo Calvo Cárdenas, hizo un amplio recorrido por esta modalidad con características propias en la escena nacional, y sirvió de preámbulo a un homenaje a Jorge Olivera Castillo, bajo el título: Sobrevivir en la boca del lobo: de Belén a Harvard
Afrocubanas en el arte lírico cubano, de Yusnaymis Pérez Derrick, tocó el tema de las desventajas socioculturales de las personas negras en el país, y generó un enriquecedor y amplio debate sobre la problemática del racismo y la discriminación racial en Cuba, que sirvió de contrapartida al silencio oficial ante una realidad reconocida y no debatida públicamente por las Ciencias Sociales ni los proyectos oficiales de la nación.
El documental Pinero, pinero, de la realizadora Yaíma Perea, un contrapunteo visual del ayer y el hoy de la denominada Isla de la juventud, pese a que sus pobladores, no obstantes al desamparo económico social que muestran y expresan, siguen apostando por ser pineros y cubanos, fue una revelación del arraigo más allá de la política.
El Rap cubano, sonando contra la corriente, de Martha Adela Tamayo, contextualizó la vigencia de un género alternativo marginado en la mayoría de las ocasiones de los escenarios oficiales por su carga poética de sentido y situaciones políticas, cerro la primera jornada del festival con la conmovedora interpretación del dúo Alianza Rap con su tema Diferencias, que llamó al respeto de la diversidad en todas sus facetas.
Para la segunda jornada y final, se contó con el panel Lo que no nos dijeron de Babel, de Ogsmande Lescayllers, un ensayo académico sobre la lengua, además de un panel de narrativa, donde se dio lectura a textos de autores cubanos de la diáspora y la isla, a cargo de Luís Pérez de Castro, Orlando Freire Santana y Yanier H. Palau.
Como cierre de la parte teórica del evento, el ensayista, historiador y politólogo Manuel Cuesta Morúa, expuso en su magistral ponencia SOMA: la píldora contra el silbido de la cultura, las razones y pretextos desfasados de la contraofensiva cultural que recorre el país desde el poder, y esclareció conceptos y realidades que la exponen y descalifican.
En la clausura, la cantante lírica Yusnaymis Pérez Derrick, interpretó un número del repertorio sobre tema negro en el Bell Canto cubano y cerró, tal vez como exorcismo contra la intolerancia en la cultura cubana, con el Ave María, de Shuber, que todos los asistentes al II Festival Vista de La Habana esperamos no consideren subversivo.