LA HABANA, Cuba.- Hoy muchas organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos en Cuba trabajamos arduamente para conseguir una propuesta de Ley Electoral que sea respaldada por la gente y pueda marcar un hito en las elecciones del 2018. En tal sentido considero oportuno compartir mis experiencias como parte de la misión de Observadores Internacionales en los presentes comicios de Guatemala. Conocer el comportamiento de los sistemas políticos y de las democracias del área es indispensable en la construcción de nuestro propio modelo.
Cuando me llegó la invitación para asistir en calidad de observador a las elecciones 2015 de La República de Guatemala sentí un inmenso placer. En pocas ocasiones se pone a prueba toda la estructura civil, institucional y militar de un país como en estos procesos. Especialmente cuando se trata de una nación centroamericana. El contexto geopolítico define con crudeza los retos comunes que comparten especialmente El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, países que como una fina bisagra, hacen de puente en el intercambio del norte con el Sur de América. Rol que plantea oportunidades así como retos difíciles de superar.
Llegaríamos a Guatemala en un contexto excepcional e histórico. En el cual las principales autoridades del país, incluyendo al Presidente y la Vicepresidenta estaban siendo procesados y depuestos de sus cargos por su vinculación con una amplia y sofisticada red de corrupción, que las autoridades bautizaron como “La Línea”. Hechos que provocaron que la ciudadanía saliera a las calles determinada a poner fin a la impunidad y la degradación de las instituciones del estado.
Desde el aire, mientras el avión se acerca a la pista se divisa una ciudad enorme. Levantada sobre un valle entre montañas de mediana altura, cuyos picos en algunos casos ya han sucumbido a la expansión de esta mole de más de tres millones de habitantes.
Al llegar se nos informa sobre el programa, además del reglamento del Observador Internacional según lo establece la Ley, y comienza una extensa agenda de encuentros con buena parte de los actores políticos y cívicos enrolados en el proceso electoral.
En lo que a partidos políticos se refiere sostuvimos encuentros con cuatro de los principales contendientes en la presente campaña. El primero fue el partido UNE (Unidad Nacional de la Esperanza) cuya candidata a presidenta es la Lic. Sandra Torres. En su sede fuimos recibidos por el Comité político, un equipo compuesto principalmente por varios exfuncionarios del gobierno de Alvaro Colom de quien Sandra fuera esposa. Precisamente durante su gestión como Primera Dama fue que se dio a conocer como impulsora de distintas iniciativas en pos de la igualdad de oportunidades. Una de estas iniciativas consistía en que el Estado daba a las personas de menos recursos una “transferencia condicionada”, ayuda monetaria que como su nombre lo indica era otorgada bajo el compromiso de asistir a la escuela o a algunos de los programas de integración que ella misma fundó. El plan de gobierno de esta organización proponía la continuidad y mejoramiento de estos programas así como la ampliación de su cobertura con énfasis en la mujer y los jóvenes.
Luego nos reunimos con uno de los principales dirigentes del partido LIDER, cuyo candidato a Presidente es el Dr. Manuel Antonio Baldizón Méndez. Este partido reconocía que su “voto fuerte” estaba en las comunidades indígenas, a partir de las promesas de reivindicación de sus derechos y el compromiso de potenciar la exportación de su cultura y valores. Inclusive se prometió hacer gestiones para que un deporte que se practica entre los indígenas que vendría siendo para ellos como nuestro béisbol, sea incluido en las Olimpiadas. El dirigente expresó además su satisfacción por el trabajo realizado de conjunto con el gobierno cubano respecto a la salud y la educación en varios municipios de población mayoritariamente indígena.
El discurso de este Partido, con no pocas referencias “antiimperialistas” y poco conformes con el trabajo de la CICIG, (órgano internacional independiente que investiga la corrupción institucional) apuntaba muy certeramente a la extrema izquierda y a la fórmula populista de ganar votos.
Enorme y poco grata fue mi sorpresa al constatar ya en pleno proceso que los que se alzaban como adalides de la moral, la igualdad y la justicia fueron los más denunciados por la población y por los observadores al incurrir en todos los vicios posibles para obtener la victoria. Compra de votantes (principalmente indígenas), acarreo (traslado de electores en guaguas de un municipio a otro donde no están empadronados), gasto de campaña superior al 225% del techo permitido, y un largo etcétera que provocó que muchos ciudadanos opinaran que este Partido debería ser suspendido del proceso. Aunque no fue el único que violó las reglas… sólo que éste exageró.
La siguiente fuerza política con la cual nos entrevistamos para conocer sus propuestas antes del “día cero” fue el Partido Encuentro por Guatemala, presidido por la Diputada Lic. Nineth Montenegro, cuyo candidato a Presidente es: José Angel López.
Aquí destacaba la juventud formando parte del equipo de campaña y su principal distintivo era precisamente la manera austera de promover sus ideas, a través del trabajo comunitario, caminando por los barrios sobre todo en los estados más distantes de la capital, intercambiando frente a frente con la gente común y haciendo uso de las redes sociales como alternativa a la falta de recursos que según ellos les impedía acceder regularmente a los medios tradicionales. También llama la atención que la líder del partido no era la candidata presidencial. Aunque el enganche de campaña estaba dado por cierta transparencia y fuerza moral de Nineth, quien ya venía denunciando la corrupción y otros problemas estructurales antes de que explotara el caso “La Línea”.
Por último visitamos la sede del Partido TODOS, organización que puso sus cartas a favor de un expresidente Alfonso Portillo que con anterioridad ya estuvo sujeto a sanciones por corrupción pero que aún contaba con cierta base de simpatizantes que pudo rescatar para este nuevo partido. No obstante fue inhabilitado por el TSE (Tribunal Supremo Electoral) para competir. Así que el Partido presentó a Lisandro Sosa como candidato presidencial.
Pude apreciar como factor común que las personas que nos atendieron de cada partido estaban muy bien preparadas, la mayoría con una sólida formación académica y práctica aun cuando no fueran las figuras principales de la organización. Nuestros interlocutores se expresaban con mucha fluidez para disertar sobre la historia del país así como su contexto actual aportándonos abundante información, datos y análisis. Aunque sus puntos de vista no eran siempre los mismos, como es lógico.
Tampoco se observa en Guatemala una discusión sobre ideologías, sino que más bien la pluralidad está enmarcada en un pragmatismo que suele tender a posiciones de centro y centro derecha. Incluso algunas fuerzas que reivindican clásicas demandas de izquierda ni siquiera se reconocen como garantes de esa visión.
Como curiosidades o particularidades de la vida política guatemalteca resalta el hecho de que en los últimos 30 años ningún partido ha repetido en la presidencia. Además el tiempo de vida de estas organizaciones suele ser de unos pocos años, de forma que siempre están surgiendo partidos nuevos y extinguiéndose otros con apenas uno o dos periodos electorales en su haber.
El transfuguismo también está a la orden del día, se le llama así a la práctica de algunos diputados y otras figuras importantes que cambian varias veces de partido con tal de mantenerse ocupando cargos principalmente dentro del congreso, donde es posible la reelección, de la misma forma que en las alcaldías.
Los medios de información no están fuera del debate nacional ni exentos de críticas, pues de hecho una buena parte de los millones que se gastan los partidos en las campañas van dirigidos a éstos para crear percepciones y construir a sus candidatos como cualquier otro producto comercial y al mismo tiempo deteriorar la imagen de los contendientes, en ocasiones amplificando un rumor o una construcción intencional de una campaña negativa.
De manera que algunos medios, de vez en cuando forman parte de la cadena de corrupción que envuelve a todo el país. No obstante debo decir que en estas elecciones, por lo menos durante la cobertura intensiva que se ha venido dando a partir de la implicación del presidente Otto Perez en el caso “La Línea” y hasta después del ejercicio del sufragio el pasado domingo, el papel de los medios en general ha sido muy positivo. Evidenciándose en lo que pude observar un alto nivel de compromiso con lo que algunos llaman el periodismo responsable. Que no se trata de limitar la libertad de expresión, sino de que los propios medios, conscientes de su peso e impacto en un público altamente volátil y sobre todo en un contexto que favorece la conflictividad, deben apegarse más que nunca a la verdad y la transparencia evitando cualquier complicidad o favoritismo que pueda desencadenar condiciones en las que toda la nación pierde, pues cuando la gente no tiene confianza ni en la política ni en la ley ni en los medios, se rompe inevitablemente el pacto social y explotan las revoluciones, muchas veces violentas que nada bueno han dejado en su rastro por la historia.
Esta lógica se vio reflejada en la actitud tanto de la prensa, la radio y la televisión en estos días históricos. Donde quiera que hubo un incidente allí estuvo la prensa para reportarlo en tiempo real, pero también existió desde esa misma prensa un llamado constante a la unidad nacional en torno al ejercicio democrático y constitucional, preservando la integridad del ejercicio cívico más sagrado, el voto que determina la voluntad ciudadana y decide el rumbo del país en paz, una conquista ganada al costo de muchas vidas con la firma de los acuerdos de 1985 que dieron por terminada la guerra civil. Etapa a la que nada justificaría volver.
Los militares, factor que a menudo es determinante en estos momentos de tensión, también hicieron su parte con mucha responsabilidad. Apegados al mandato de la Ley, custodiaron el proceso día y noche, garantizando por lo general las condiciones propicias para que la ciudadanía acudiera a votar. Orientando y prestando auxilio cuando fue necesario.
Por último quisiera referirme al pueblo, a los 7 millones y medio de hombres y mujeres listos para votar que desafiaron en algunos casos las grandes distancias, la lluvia, las colas, el sol, el miedo y la apatía para convertirse en héroes. Sí, porque con ese acto, estaban salvando la nación.
No creo que los problemas estructurales y sintéticos de Guatemala se hayan resuelto ni se puedan resolver a corto plazo. Pero sí estoy seguro de que este despertar ciudadano marca un cambio fundamental. La gente se dio cuenta del poder enorme que tiene. Y los políticos ya interpretaron el mensaje. A partir de ahora nadie tendrá manos libres para hacer y deshacer. Un pueblo organizado, que sabe unirse por encima de los colores políticos para defender lo que es suyo, estará muy pendiente al desempeño de cualquiera que asuma el poder a partir de ahora. Si cabe decirlo, esa es la gran noticia y el logro fundamental que pudimos observar.
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