Foto-galería de Marcia Cairo
LA HABANA, Cuba.- Un barrio residencial como El Vedado, construido para una élite en las primeras décadas del siglo XX, muestra ahora plena decadencia. Restaurantes, parques, tiendas, cafeterías, hospitales se marchitan gradualmente por causa de la desidia.
A pesar de que se ha escrito hasta la saciedad sobre el abandono de locales públicos en La Habana, cuando recorremos las calles, las imágenes dibujan un paisaje desalentador.
Detrás del Hotel Habana Libre, situado en una zona elevada, el palacio de matrimonios exhibe su marchita fachada. Sin pintura por años, esta mansión sufre un deterioro progresivo. Aun así, continúan efectuándose bodas. Dentro de las salas, los espejos y el mobiliario se emplean para las fotografías de los desposados y sus familiares.
En el café literario de la calle G y 23, los libros se cubren de polvo, la gente ya no se toma el trabajo de pedirlos para leer. Mientras la exigua tablilla del menú solo contiene ron y cigarros. Este sitio, la mayoría del tiempo, es un lugar ocioso. Salvo cuando venden jugos, y los estudiantes vienen a consumir y a conversar por unas horas. Originalmente, preparaban el café en distintas variedades.
Para un caminante acostumbrado a recorrer la Avenida de los Presidentes, resultará intolerable observar una vegetación que no se recorta con regularidad. Jardinería que olvida una tradición en estos parques que llegan hasta el Malecón.
La estatua de Simón Bolivar, en la Avenida de los Presidentes, sigue tras una cerca de alambres, para un remozamiento que no llega. Los pisos de cemento pintarrajeados denotan la indisciplina social.
En la calle 27 entre F y G, colindante con el Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez, el Hospital Pediátrico Universitario Pedro Borrás Astorga, que lleva cerrado casi treinta años, se encuentra en sus estertores: se desmorona sin remedio.
La reparación general se convirtió en una cadena sucesiva de robos y venta de materiales de la construcción por parte de los trabajadores y los vigilantes que estaban a su cargo. Pasó el tiempo y ya no hubo solución.
Esto demuestra el irrespeto por la primera institución pediátrica que surgió en la década del 30, siendo por muchos años una de las más reconocidas en el país.
Del Hospital Gineco- obstétrico Clodomira Acosta, ni siquiera queda su nombre en la pared frontal, es un local gris, con puertas y ventanas ripiadas.
El restaurante Varsovia, la pizzería Vitta Nova, el Potín y La Pelota fueron cuatro restaurantes muy populares en otra época: hoy no tienen ni aire acondicionado. Venden pésimas comidas que no cumplen con las expectativas ni se adecua a los precios que tienen. La gente no va allí, prefiere ir a paladares o restaurantes privados, a sabiendas de precios más elevados, pero con mejores ofertas culinarias y excelente atención por parte del personal de servicio.
Una antigua casona en la calle Línea, que antes fuera sede el grupo teatral Rita Montaner, permanece cerrada, como desmintiendo la carencia de viviendas en este país, sin que la burocracia del Instituto Nacional de la Vivienda haga nada.
Sería interminable enumerar los sitios que no son rentables, otros que están en desuso, y los que ostentan un marcado signo de abandono, en uno de los barrios que modernizaron La Habana, que ahora son como luces a punto de extinguirse.