LA HABANA, Cuba.- La corrupción, burocracia e ineficacia en el sector de la vivienda son las mayores problemáticas que enfrentan hoy día las víctimas de derrumbes. La afectación de manera general, ocasionada por un suceso como este, sería la peor pesadilla que pudiera vivir una familia cubana.
Incontables han sido los funcionarios y empleados de este sector que han estado sometidos a investigaciones policiales, por malos manejos o abuso de sus cargos, generados, fundamentalmente, por el déficit de control por parte del gobierno.
Esta historia se repite una y otra vez sin que las autoridades pertinentes puedan, o simplemente no quieran, solucionar la difícil situación de vivienda que enfrentan los residentes de la isla.
CubaNet pudo conversar con varias familias afectadas por derrumbes y corroboró la dura realidad que enfrentan las mismas en albergues o locales asignados por el Estado, muchos de ellos en peligro de derrumbe.
Luego de que se terminara de caerse su vivienda, ubicada en la calle Picota entre Merced y Paula, Lisandra Varona Sánchez y su familia cuentan, que han vivido una terrible odisea que no tiene atisbos de acabar.
Según señala, tras 22 años de estar albergada junto a su esposo y sus cuatro hijos, las autoridades aún no cumplen la promesa de ofertarle una vivienda, a pesar de ser un caso social que el Estado debería priorizar.
“Estuvimos viviendo todos estos años en un albergue colectivo en Guanabacoa. Ahí no había baño, era un lugar improvisado, sin condiciones, totalmente insalubre, después lo mejoraron un poquito y construyeron un baño colectivo, pero hace poco tuvimos que irnos para un alquiler, no hay quien viva allí. Nos cansamos de las riñas diariamente y de las condiciones infrahumanas en que viven las personas ahí”, dijo Varona.
Ante esta situación, y después de realizar una serie de gestiones, una funcionaria de la Dirección Provincial de la vivienda llamada María Regla (la familia desconoce el apellido de la mujer) le comunicó a Varona que le haría entrega de una vivienda. Pero “el día que voy para que me hagan la entrega, resulta ser que la funcionaria había sido arrestada por corrupción”.
“Me enviaron para Vivienda en La Habana Vieja a ver al vicepresidente, y éste nunca me atendió. Le escribí al Consejo de Estado y tampoco me han dado respuesta, y ahora, después de cuatro años, estoy esperando que Vivienda corrobore si son verdad las condiciones en las que vivo… y todavía nada”.
Por su parte, a Felicia Pérez Estrada, de 72 años y quien residía en la calle Vives entre Antón Recio y Figuras, La Habana Vieja, se le derrumbó su vivienda durante un mal tiempo en el año 2007, por lo que le fue entregado, en el mismo municipio, un local también en peligro de derrumbe, con una promesa que nunca se cumplió.
“Rita, la que era vicepresidenta de Construcción en el Gobierno, junto con su secretaria Bárbara, las cuales ya no están ahí, me trajeron para este local sin condiciones con la promesa de que en tres meses me darían la mitad de los materiales para arreglar esto, pero nunca cumplieron su palabra. Le he escrito a todo el mundo, pero es en vano, aquí hay que tener dinero para que te resuelvan… y dinero yo no tengo, apenas he podido hacer un baño”, indica.
La afectada solicitó un subsidio a las autoridades para la reparación del inmueble, pero también le fue negado por las autoridades de la vivienda.
“No me dan el subsidio porque, según los funcionarios de Vivienda, no tengo el documento conocido como el ‘Acuerdo CAM’. A ellos no les importa ni que yo soy una vieja operada de cáncer”, se quejó.
Bajo condición de anonimato, una funcionaria de la vivienda explicó que el documento mencionado por Pérez Estrada es primordial para la entrega de subsidios, pero desde hace más de un año, por razones desconocidas, no se está entregando.
“Esa es la indicación que hay, y tenemos que cumplirla. Por otra parte, también es cierto que hay funcionarios aprovechados y corruptos que siempre van a poner obstáculos para que las personas se desesperen y hagan una buena oferta de soborno, para que se les acelere el proceso. Eso no es un secreto para nadie, pero lo cierto es que la situación de la vivienda es crítica. El país no tiene casas ni dinero para dar”, explicó.
Alain Trutie, quien vive hace más de 12 años en un albergue ubicado en la calle Águila, advierte que las autoridades también le prometieron que estaría poco tiempo allí porque le darían una vivienda.
“Al derrumbarse nuestras casas, nos trajeron para acá y ‘nos soltaron’. Nos informaron a todas las familias que vivimos aquí que hiciéramos divisiones con cartones, ya que eso sólo sería provisional, y ya han pasado 12 años, así que todo el mundo ha ido haciendo de poquito en poquito las divisiones de mampostería y creando las condiciones. Esto era un agro de viandas, aquí no había ni baño, y lo más interesante de esto es que nos prometieron materiales, pero nunca más vinieron”, agregó
Yoanis Mustelier refiere que nunca pensó que, tras el derrumbe de su hogar, el Gobierno los dejara a la deriva en un local sin las mínimas condiciones que se necesitan para vivir.
“Aquí llevamos 14 años, y cada cual mediante sus posibilidades ha tratado de mejorar su pedacito; pero es difícil saber que no tienes donde bañarte, ni cocinar, en fin: es la peor pesadilla que puede tener un ser humano de la cual no se puede despertar nunca”.