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El menú está servido: Arroz con gorgojos, harina con gusanos y pan “reciclado”

Arroz con gorgojos y panes con moho

Arroz con gorgojos y panes con moho
Arroz con gorgojos y panes con moho (Fotos de la autora)

SANTIAGO DE CUBA. – Tras 10 días sin consumir arroz, Mindalia acudió este lunes a su bodega para comprar las dos libras adicionales del cereal que corresponden a cada persona este mes. En su núcleo son tres consumidores además de ella, por lo tanto, en total compró ocho libras a dos pesos cada una.

La mujer de 56 años, residente en el poblado de La Maya, en Santiago de Cuba, salió de la tienda convencida de que tenía asegurada la comida hasta inicios de agosto. Sin embargo, cuando llegó a su casa y se dispuso a almacenar el arroz, se percató de que estaba plagado de gorgojos y tenía un fuerte hedor a rancio.

Inmediatamente, Mindalia regresó al establecimiento con la esperanza de que le cambiaran el producto, pero la respuesta de la administradora ante su reclamo fue muy clara: “Todo está igual porque tiene mucho tiempo en el almacén. Justo nos mandaron a venderlo porque no se puede botar”.

La venta estatal de productos alimenticios en mal estado o vencidos ha sido denunciada con frecuencia en la Isla.

Aunque en el primer semestre de este año arribó a la Isla un donativo de 5000 toneladas de arroz provenientes de Vietnam, lo más probable es que las autoridades cubanas hayan decidido almacenar la mercancía fresca y, en su lugar, vender a los ciudadanos el arroz más viejo.

La misma suerte corrió la venta de harina de trigo en La Maya. A mediados de mayo pasado se limitó la venta liberada de pan en el país, debido a la falta de materias primas. Desde entonces la producción ha sido intermitente y de pésima calidad.

“Sinceramente el pan está asqueroso. Siempre ha habido su problema pero desde un tiempo para acá, cuando uno logra conseguir algunos, lucen y saben terrible”, denunció ante CubaNet un consumidor.

Al respecto, nuestra redacción conversó con uno de los trabajadores de la Panadería Especial del poblado, quien solicitó el anonimato para evitar represalias. “Antes de utilizar la harina de yuca y de moringa que estamos usando en estos momentos, nos asignaron una importada de Turquía. Es de lo más buena pero estaba infestada de gusanos. Nosotros la cernimos, pero el sabor a podrido se le queda al pan, como es lógico”.

“No es culpa nuestra, pues trabajamos con los recursos que nos dan. Pero sí es verdad que esta gente (las autoridades) se pasan. ¿Por qué esperar que se pudran las cosas para luego dárselas a consumir al pueblo?”, cuestionó el panadero.

Asimismo, criticó el fatídico resultado de elaborar el pan con harina de yuca y moringa. “Eso es un invento de los peores. La moringa, por ejemplo, podrá tener propiedades y demás, pero su uso atenta contra la calidad del pan, pues sabe malísimo y tiene una textura rara”, comentó.

Ante la escasez de arroz y harina, el Gobierno ha aceptado el déficit que afecta a la producción de alimentos básicos, una situación que se ha agravado debido a la pandemia de COVID-19.

Plátano burro, harina de maíz y pan “reciclado” para sobrevivir

Desde que se detuvo la venta liberada de arroz miles de cubanos han tenido que sobrevivir únicamente con las siete libras mensuales del cereal (nueve para los niños menores de 14 años).

En la mayoría de los hogares, la cuota se agota antes de la mitad del mes. La escasez es aún peor, puesto que el arroz constituye el alimento más importante en la dieta de la mayoría de los cubanos.

Desafortunadamente, en estos últimos meses, su consumo se ha tenido que sustituir por productos más asequibles como el plátano burro o la harina de maíz. También, porque su valor en el mercado negro sobrepasa los 30 pesos por libra, un precio que es seis veces mayor que el fijado en establecimientos estatales.

“Yo vivo con mi papá y mi hijo. Entre los tres cogemos 21 libras de arroz y estirándolo nos dura más o menos hasta el día 15. De ahí para allá es comiendo fongo (plátano burro) o lo que aparezca, hasta el otro mes”, se quejó Zenaida, quien labora como pantrista en el Policlínico Central de La Maya.

Según la mujer, en los últimos días de julio ella y su familia se alimentaron con tamales (o hayacas). Tuvo la suerte de poder comprar 100 mazorcas de maíz en la feria agropecuaria celebrada en su municipio a finales de julio. En esa ocasión, las colas para comprar maíz a 40 centavos la unidad, además de plátano burro, calabaza y boniatos, que eran los únicos productos a la venta, fueron inmensas, lamenta Zenaida.

Por último, la santiaguera también comentó que las pocas veces que logra conseguir algunos panes, los guarda en el refrigerador para mantenerlos. Pero con el paso de los días, se van echando a perder y, aun así, ha tenido que “reciclarlos”.

“Me da pena decirlo pero muchas veces cuando los panes se están poniendo verdes y con moho, los he tenido que tostar para comerlos. También se los doy así mismo a mi papá que está enfermo y a mi hijo, porque no tengo otra opción”, lamentó.

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