LA HABANA, Cuba – El 15 de julio de 2011, en el periódico Granma, bajo la firma de O. González apareció un trabajo titulado “Un comentario sobre el derecho a la información” donde se criticaba el excesivo secretismo de la prensa oficial.
El periodista explicaba que “como a nadie le gusta verse reflejado en cualquier publicación, cada vez que aparecen preguntando o retratando, se ponen temerosos, pues no saben cómo proceder”, y denunciaba que “los funcionarios incompetentes o corruptos, para evitar que se conozca la realidad de sus empresas, ponen trabas y obstáculos”.
“Todos los funcionarios públicos están obligados a rendir cuenta ante cualquier ciudadano que reclame”, señalaba O. González.
Se quejaba de que nunca había visto a un periodista decirle a un entrevistado “hace seis meses usted dijo esto y ahora me está diciendo esto otro, o por qué no se cumplió con lo que usted aseguró”.
“El escrutinio público es un arma poderosa en nuestro proyecto”, aseguraba, y enseguida, prudentemente, para evitar equívocos, aclaraba que no estaba “pesando en glasnost ni nada que se parezca”.
González escribió su comentario tres meses después del VI Congreso del Partido Comunista, animado por los pronunciamientos de Raúl Castro en dicho evento sobre la prensa.
El recién electo Primer Secretario del Partido Comunista había asegurado en aquella ocasión: “La prensa cubana esta llamada a jugar un papel en el esclarecimiento y difusión objetiva y critica de la marcha de la actualización del modelo económico”, con la finalidad de “estimular el debate en la opinión pública”.
Han transcurrido más de cuatro años de la publicación de aquel artículo de O. González y el secretismo sigue inamovible en la prensa oficial. A solo ocho meses de la celebración del otro Congreso del Partido Comunista, el VII, nada hace prever que cambie esta situación.
El Departamento Ideológico, dirigido por el coronel Alfonso Borges, aplica la más estricta censura sobre los medios, en cumplimiento de las orientaciones que recibe de las más altas instancias de la dirección del Gobierno y el Partido Comunista.
A Borges y los censores del Departamento Ideológico les importa un comino el escrutinio público. A los medios oficiales sólo les permiten informar lo que el régimen considere conveniente que los cubanos sepan.
Una muestra de lo anterior es el silencio guardado por la prensa oficial cubana sobre los escándalos de corrupción que han estremecido al gobierno brasileño.
Debido a ese silencio, muy pocos cubanos saben que el ex jefe de gabinete del expresidente Lula Da Silva, José Dirceu, fue detenido en Brasilia por la Policía Federal y enviado a la cárcel de Curitiba, por estar implicado en el caso de corrupción de la empresa estatal Petrobras.
Dirceu, ex hombre fuerte del Partido de los Trabajadores (PT), está entre los arrestados en el marco de la Operación Lava Jato (Lavadero de Autos), al igual que el ex tesorero del PT, João Vaccari Neto.
Cuando fue detenido, Dirceu llevaba seis meses de arresto domiciliario, después de haber pasado un año y medio en prisión por la causa de corrupción del Mensalão (Mensualidades, los sobornos a parlamentarios del primer gobierno de Lula).
Los cubanos que para informarse dependen exclusivamente de la prensa oficial, desconocen, porque el Departamento Ideológico lo determinó así, el asunto de la detención de Dirceu y el escándalo de corrupción de Petrobras, que ha derivado en el encarcelamiento de importantes figuras del mundo empresarial y de altos dirigentes del PT.
Borges, que como militar se limita a cumplir disciplinadamente las órdenes que recibe de sus superiores, ha impartido la orden a los medios oficiales de que lo que acontece en Brasil se mantenga en el más absoluto secretismo.
Todo indica que, dados sus estrechos vínculos con el gobierno brasileño y la dirigencia del PT, las altas instancias del Partido Comunista y el Gobierno cubano no desean que este caso sea del dominio de la opinión pública nacional y por eso optaron por el silencio y el secreto informativo.
Y este caso de ocultamiento por parte de la prensa oficial, repito, es solo un ejemplo.