LA HABANA, Cuba.- Fidel Castro evidenció desconocer lo que pasa en Cuba con su artículo del 9 de octubre. Raúl Castro, presidente del Consejo de Defensa Nacional, recorrió el malecón de Baracoa el 8 de octubre, cuatro días después de devastar el ciclón Matthew el extremo oriental de la isla. No había aparecido públicamente en ese lapso.
La renovada crisis económica postergará la adecuada asistencia a los miles de cubanos que perdieron sus pobres viviendas —viejas casas de tablas y techos de fibrocemento o láminas de metal— y escasas pertenencias. Como consuelo se resalta que no se perdieron vidas humanas. Los cubanos expresan grandes temores por el presente y futuro propio y del país, sin esperanzas de mejorías y cambios, mientras crece la pérdida de credibilidad en las autoridades.
Las cosechas de café y cacao exportables, las siembras de productos alimenticios, puentes, carreteras, tendido eléctrico, sistemas hidráulicos y las instalaciones de turismo recibieron grandes daños. El gobierno no ha solicitado amplia asistencia internacional, y solo se conoce la colaboración ofrecida por ONU y el envío de equipos por Venezuela. El Partido Comunista no ha llamado a las donaciones de la población, pero continúa la campaña inculpatoria al embargo y las políticas norteamericanas.
El huracán Matthew arrasó Baracoa, Imías, San Antonio del Sur y Yateras, en la provincia de Guantánamo, y poblados cercanos de la provincia de Holguín, con daños en la zona minera de Moa, la noche del 4 de octubre. La víspera, Raúl Castro había anunciado que permanecería en la ciudad de Guantánamo.
Los máximos dirigentes del Partido Comunista, el estado, el gobierno y el Poder Popular no han acudido. Al parecer, el general prefirió montar su puesto de mando allí desde el 1 de octubre, acompañado por el primer secretario del PCC, el general Ramón Espinosa Martín y los ministros de Transporte, Construcción, Energía y Minas, Comercio Interior, Agricultura, Comunicaciones, Turismo, la presidenta de Recursos Hidráulicos y un viceministro de Salud Pública, así como el primer secretario del PCC en Santiago de Cuba, Lázaro Expósito, por su buena labor relacionada con el ciclón Sandy en 2012. Evidente cambio de métodos de trabajo: de la omnipresencia y centralización del Comandante en Jefe a la involucración de los dirigentes locales y los ministros, quienes asumieron las tareas organizativas y de información in situ antes y después de la devastación.
El gobierno revolucionario, sin mencionar alguna reunión del Consejo de Ministros, anunció el 8 de octubre la decisión de financiar el 50% de los precios de los materiales de construcción que se venderán a las personas cuyas viviendas presentan destrucción total o parcial, facilidades de créditos bancarios y subsidios. Pero la dependencia al deficiente suministro estatal podría prolongar indefinidamente la espera de los insumos. Además, requieren reponer los muebles, equipos domésticos esenciales, ropa, calzado, instrumentos de trabajo, animales.
El Comandante publicó el artículo “El destino incierto de la especie humana”, donde no mencionó la devastación causada por el huracán 5 días antes (que no afectó su casa museo de Birán en la provincia de Holguín). En el recorrido por los celajes, concedió el último párrafo a Estados Unidos, sin relación con lo anterior pero que no podía faltar, referido al debate que sostendrían los candidatos presidenciales esa noche, que “en la primera ocasión, hace dos semanas, uno causó conmoción. El señor Trump que se suponía un capacitado experto quedó descalificado tanto él como Barack en su política. Habrá que darles ahora una medalla de barro”.
Por otra parte, el nuevo ciclo recuerda julio de 2009, cuando el Consejo de Ministros aprobó el segundo ajuste al plan de la economía del año, y un conjunto de acuerdos para enfrentar la tensa situación financiera existente. El presidente adujo las pérdidas por 10 000 millones de dólares ocasionadas por tres huracanes, la incertidumbre e impactos de la crisis económica y financiera global, y la caída de los precios de las exportaciones (el níquel, de 21 100 dólares por tonelada en 2008 a 11 700).
Ese año se había planificado crecer un 6%. En abril se realizó el primer ajuste del plan al 2,5%, pero en el primer semestre, el crecimiento del PIB fue un 0,8% (datos tomados del discurso de Raúl Castro en la Asamblea Nacional el 1 de agosto de 2009). Téngase en cuenta que aún Hugo Chávez mantenía la asistencia.
El general-presidente, luego de su retorno a La Habana, muy probablemente convocará un Pleno del Comité Central del Partido y el Consejo de Ministros para analizar la situación económica y adoptar medidas adicionales a las emprendidas en julio del presente año.
En la sesión de la Asamblea Nacional, Raúl Castro anunció que no había liquidez y que en el primer semestre el PIB creció 1%, la mitad de lo propuesto, debido a la agudización de restricciones financieras externas, la caída de los ingresos por exportaciones, las limitaciones de algunos de los principales socios comerciales por el descenso de los precios del petróleo, y la contracción en los suministros de combustible pactados con Venezuela.
También reconoció algunos atrasos en los pagos corrientes a los proveedores y ratificó la voluntad del gobierno de recuperar los vencimientos pendientes y continuar restableciendo la credibilidad internacional de la economía cubana. Las medidas de ajuste inmediatas fueron la concentración de las inversiones en las actividades generadoras de ingresos por exportaciones, sustitución de importaciones y el fortalecimiento de las infraestructuras (incluido el turismo), asegurando la sostenibilidad de la generación eléctrica y un mejor uso de los portadores energéticos. Independientemente de las afectaciones del huracán Matthew, los expertos no se esperaban que el PIB creciera en 2016, y pronosticaban recesión en 2017.
Si en algún momento se requería de “cambios estructurales y de conceptos”, actualmente resultan más urgentes. La iniciativa privada y los créditos de entidades foráneas (incluidos los cubano-americanos), las empresas minúsculas, pequeñas y medianas (PYMES), la flexibilización y la celeridad en las inversiones extranjeras, aprovechando las posibilidades abiertas por las cancelaciones de deudas, y la libre participación ciudadana en la toma de decisiones, con respeto a la diversidad de opiniones, son imprescindibles.