LA HABANA, Cuba -No asisto a las asambleas de rendición de cuenta del Poder Popular porque el delegado repite los problemas sin resolver: fosas desbordadas; aguas albañales corriendo por calles; basurales -focos infecciosos- en esquinas o cualquier recoveco; calles sin bombillos, oscuras por las noches; desabasto de agua; mala calidad del pan racionado; bodegueros, carniceros, venduteros que roban descaradamente al pesar; graves problemas de vivienda; agricultura; desorden público (delitos) bonitamente llamados indisciplinas sociales. Dice que la Asamblea Provincial no destina recursos y finanzas.
¨No gasto mi tiempo en esas aburridas reuniones”, comenta Reiniel Hernández Vigoa, residente en Callejón Armando Verde No. 319, barrio Jústiz, Habana del Este. Concluye: “Hay delegados que se aprovechan del cargo para arreglar su casa y la calle donde viven”.
El desencanto por las Asambleas de Rendición de Cuentas del Delegado de Circunscripción (barrio) a sus Electores se percibe en la inasistencia de vecinos, sin importarles mucho la compulsión política ejercida para que concurran. El régimen reconoce el desinterés.
Jorge Lezcano Pérez, ex alto funcionario del Poder Popular (gobierno) comentó: “Muchos son los electores que no asisten a las reuniones con el argumento de que no se resuelven los planteamientos que reiteradamente formulan; otros señalan que la inasistencia de los dirigentes administrativos convierten la reunión en una pérdida de tiempo y en falta de respeto a los electores; no son pocos los que responsabilizan injustamente al delegado por ambas situaciones”.
Lezcano es justo al exculpar al delegado, especie de antiguo alcalde aunque sin poder, hoy un simple tramitador de demandas que eleva a la Asamblea Municipal, esta a la Asamblea Provincial, casi siempre rechazadas alegándose falta de recursos materiales y financieros, lo que origina falta de credibilidad y desencanto hacia el delegado y escasa participación en asambleas. ¿Qué puede hacer el delegado frente a la excesiva centralización estatal? Poco puede hacer mucho por falta de autonomía y fuentes de recursos. Siempre la aprobación llega desde arriba, si es que se aprueba.
Bastaría fijar la atención someramente en Constitución de 1940 para entender porqué del descrédito de las asambleas de barrio. Puede resumirse en falta de autonomía gobernativa, excesivo control gubernamental. Veamos: “Título XV, del régimen municipal. Artículo 211: El gobierno municipal es una entidad con poderes para satisfacer las necesidades colectivas peculiares de la sociedad local y es además un organismo auxiliar del Poder Central (…)
Artículo 212. El municipio es autónomo. El gobierno municipal queda investido de todos los poderes necesarios para resolver libremente los asuntos de la sociedad local (…)
Artículo 213. Corresponde especialmente al gobierno municipal: a) Suministrar todos los servicios públicos locales; comprar, construir y llevar a cabo mejoras públicas locales y adquirir por compra, de operar empresas de servicios públicos, o prestar dichos servicios mediante concesión o contrato (…) También podrán operar empresas de carácter económico. acuerdo con sus dueños o mediante expropiación, las propiedades directamente necesarias para la obra proyectada (…)
Crear y administrar escuelas, museos y bibliotecas públicas, campos para educación física y recreativa (…) reglas sanitarias y de vigilancia (…) y propender al establecimiento de cooperativas de producción y consumo (…)
Dice Lezcano: “El pueblo espera que sus delegados trasmitan con valentía (?) y objetividad a la Asamblea Municipal los asuntos acordados en la rendición de cuentas”*.¿Ignora el ex dirigente partidista que nada puede hacer el delegado con las manos vacías?
Fulgencio Batista eliminó la Constitución de la República de 1940 -alma nutricia de la Declaración Universal de Derechos Humanos- tras el golpe de estado enFidel Castro, prometió respetarla. No la restituyó al tomar el poder en 1959. La ignoró. El país tuvo vacío constitucional hasta 1976 cuando apareció una constitución a la hechura del régimen. ¿No sería prudente volver la mirada a la pisoteada Constitución de 1940?
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