LA HABANA, Cuba -Los residentes en la capital hemos visto cómo se han ido deteriorando las avenidas y calles durante más de cincuenta años, hasta llegar a la crítica situación en que se encuentran hoy. Aunque la de Viales es una actividad cara, y el gobierno dice que se han asignado cifras millonarias a la rehabilitación de arterias principales de la capital, si no se acomete una profunda restauración del alcantarillado, cuya situación en estos momentos es crítica, el problema de las inundaciones, así como de las aguas albañales en nuestras calles, no se resolverá.
El alcantarillado fue diseñado para una determinada cantidad de habitantes, pero la población de La Habana ha ido creciendo a pasos agigantados, y esto acarrea dificultades. Hace pocos días por los medios de comunicación se anunció que el gobierno estaba enfrascado en mejorar el sistema de acueducto de la capital. Sin embargo, al hablar del alcantarillado, se dijo que la inversión para este trabajo sería posterior.
Hace apenas dos años los medios oficialistas hicieron mucha propaganda sobre el arreglo de las avenidas, entre ellas la Calzada de Dolores, Lacret, Porvenir, Diez de Octubre. Pero, como es ya habitual, estos trabajos no se hicieron bien y hace pocos días volvió a ser noticia que ya estas avenidas necesitan una nueva reparación.
Hoy muchas calles de la ciudad son prácticamente caminos vecinales, llenas de tierra, pues apenas les queda pavimento. Los desagües están tupidos, y como no se rehabilitan las redes del alcantarillado, cuando ocurren fuertes lluvias las calles se inundan, y las alcantarillas desbordadas dejan salir las aguas albañales. Aunque se intenta justificar estas dificultades con el período especial, todos saben que el abandono data de 1959.
Numerosos barrios habaneros ejemplifican esta realidad. Por solo mencionar uno, en Santos Suárez, municipio Diez de Octubre, en las calles Rabí y Enamorados es crítica la situación. Pero no es el único lugar donde esto ocurre. Hoy Ricardo, un joven que vive en la calle Lagueruela, en Lawton, me contó que el patio se le llenó de un agua sucia y maloliente a fosa, y que a medida que arreciaba el aguacero salía más y corría por los pasillos hacia la calle. También la vecina, una señora mayor, lo llamó asustada porque le estaba saliendo agua por el tragante del baño.
Desde hace algún tiempo, algunas personas quitan las tapas de las alcantarillas cuando las calles se inundan. Piensan que con ello el agua escurrirá más rápido y que así evitarán que se inunden sus las casas. Pero como estas rejillas casi siempre están en el centro de las calles, esto constituye un peligro no solo para los transeúntes que intentan cruzar las calles, sino también para vehículos como bicicletas o motos. Me comenta Jorge, un vecino, que hace poco le llamó la atención a un hombre y le orientó llamar al camión de alta presión que extrae las agua negras, y este lo miró con burla y le ripostó: “¡Compadre, ese camión es fantasma! ¡Me he cansado de llamarlo y no viene!”