LA HABANA, Cuba.- Desde hace más de seis meses, los vecinos del callejón de Ciprés, en el municipio de Centro Habana, están viviendo en condiciones de insalubridad. Según explicaron a CubaNet, no es la primera vez que los conductos de aguas albañales se atrofian, provocando que el agua negra suba hasta la calle y se deslice en un pestilente riachuelo que bordea la Funeraria Nacional y desagua en la calle Infanta, generando un olor insoportable.
Los remiendos realizados a las tuberías por los trabajadores de Aguas Negras, resuelven el problema durante un par de semanas; pero la tupición regresa, y los vecinos deben alternarse para viabilizar las gestiones e intentar solucionar lo que se ha convertido en un incordio cotidiano. Esta vez, la situación se ha complicado porque, tras el paso del huracán Irma, el escaso número de carros bombas y personal sanitario se hallan en función de las zonas severamente dañadas.
Los habitantes de la Ciudadela Número 2 están preocupados por la posibilidad de que el agua con materia fecal contamine el conducto de agua potable, lo cual ha sucedido en otras comunidades habaneras debido a la vetustez de las tuberías y a la negligencia de las autoridades. La tupición ha alcanzado la pequeña plazoleta de la ciudadela, y los baños de la mayoría de las personas que viven en el callejón.
En las tardes la situación empeora cuando la gente se dedica a sus quehaceres domésticos y, apenas friegan o descargan el baño, el agua fétida sube hasta la superficie, creando una fuente de deshechos en medio de la calle. Eugenia Capote, vecina de la comunidad, explicó que en dos ocasiones ha negociado con el carro de Aguas Negras para que le destupan el baño. “La primera vez pagué 5 CUC; pero la segunda la tupición fue tan grande que tuve que pagar 25 CUC”.
La solución, además de abusiva, es temporal, porque la magnitud de la afectación demanda una reparación capital del sistema de desagüe y alcantarillado. Lo peor es que los vecinos no tienen adónde dirigirse. El callejón de Ciprés no cuenta con presidente del CDR, ni delegado de la circunscripción. Aunque medio siglo de socialismo ha demostrado que ambos cargos solo sirven para el espionaje social, su inexistencia agrava los males comunitarios porque constituyen las únicas instancias autorizadas a “elevar” cualquier queja planteada por el Consejo de Vecinos.
Las personas declaran sentirse muy desatendidas e irrespetadas. Además del problema de las aguas albañales, el agua potable es intermitente y persisten deficiencias constructivas que hasta hoy continúan deteriorando los inmuebles debido a las filtraciones.
Múltiples quejas han sido notificadas a la Dirección Nacional de Aguas Negras, sita en 124 y 51, municipio Marianao. La burocracia, la ineficiencia y el número de personas afectadas por el mismo problema en la capital cubana ―antes y después del huracán―, dificultan la respuesta puntual y eficaz.
Hasta hoy no ha acudido nadie para solucionar lo que ya puede considerarse una crisis de higiene que no solo afecta a una comunidad, sino que está localizada a apenas cien metros del Hospital Pediátrico de Centro Habana. El riesgo epidemiológico es latente, pero Salud Pública trata de controlarlo por la vía de imponer multas a quienes no desean fumigar.
Mientras tanto, la tupición torna irrespirable el aire en el callejón de Ciprés, una porción de La Habana proscrita de la vida política; una minúscula “república independiente”, literalmente hundida en la mierda.