GUANTÁNAMO, Cuba. -“Dos pesos el pipí, diez el popó”, así dice un cartel situado encima del inodoro de una casona del Vedado. El servicio lo cuida un anciano de 78 años que me dijo ser un ex policía que trabajaba en la Técnica Canina. Sus clientes son transeúntes perseguidos por la urgencias de sus esfínteres y los borrachos de un bar cercano, que tiene el servicio sanitario clausurado.
No ha solicitado licencia porque teme que el tributo que le exigirán sea muy alto. Hay días en que recauda unos cuarenta pesos, aunque el promedio oscila entre 25 y 30, una cantidad que, unida a su chequera de 370 pesos, le permite llevar una vida sin lujos, pero no miserable como la de la mayoría de sus colegas ya jubilados.
El anciano tiene un sistema peculiar para que no le pasen gato por liebre: siempre lo acompaña un pastor alemán de aspecto temerario que comienza a gruñir al menor síntoma de evasión del pago.
En Cienfuegos
En el centro de la Perla del Sur es difícil hallar un urinario en buenas condiciones higiénicas, a pesar de ser ésta una zona muy visitada por extranjeros y cubanos. Pero muy cerca de la calle 30, en el área del malecón cienfueguero, funciona uno que presenta una limpieza admirable y ofrece jabón, papel higiénico, desodorante, pasta dental y hasta la posibilidad de una buena afeitada con lociones y perfumes incluidos. La micción cuesta 0.25 centavos de dólar. Nada indicaba el precio por “hacer el 2”.
En el cabaret Costasur, todos los viernes y domingos, desde las 6 pm y hasta pasadas las doce de la noche, el popular grupo cienfueguero Los Modys interpreta la música de la Década Prodigiosa, ante una gran afluencia de público. La entrada cuesta 10 pesos para los cubanos (unos cuarenta centavos de dólar) y un dólar para los extranjeros, pero no garantiza un asiento ni tampoco cubre la entrada a los baños.
Una empleada de los servicios sanitarios me confesó que, en los días buenos, se iba con más de cien pesos y unos cuantos dólares, porque los cubanos tienen que pagar un peso pero los extranjeros lo hacen en divisa.
En las Terminales de Ómnibus hasta nuestros desechos están devaluados
En las terminales de ómnibus el negocio está alcanzando una mayor presencia pues los servicios sanitarios han sido entregados en arrendamiento. Sin embargo la higiene continúa siendo mala en las terminales de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Granma, Holguín y Santiago de Cuba. En ninguna de ellas había papel sanitario, en la mayoría faltaban el jabón y el agua en el grifo y los inodoros estaban sucios.
Todas estas terminales son muy concurridas. Para que el lector tenga una idea, en la parada de cinco minutos que el ómnibus en que viajaba hizo en Sancti Spíritus, ocho hombres y cinco mujeres usaron el servicio. Una cifra superior (27 personas) lo hizo en Ciego de Ávila y 39 lo hicieron en Camagüey durante los diez minutos de parada.
Hasta hace unos meses, los empleados se contentaban con lo que recibieran de los viajeros, ahora exigen un peso a los cubanos y un dólar a los extranjeros.
En la terminal de ómnibus de Bayamo los baños están cerrados. Uno de esos genios tropicales que pululan en el gobierno y las entidades públicas ordenó la colocación de una estructura metálica pintada de rojo en el andén. Hay dos hileras de servicios pero el hueco para evacuar está situado tan abajo que quienes orinan de pie tienen que afinar la puntería para que parte del líquido no rebote contra las perneras de sus pantalones. A la entrada un cartel señala: “Orinar, un peso; otros, cinco pesos”.
La competencia
Algunos urinarios estatales, o arrendados en locales estatales, están sufriendo pérdidas ante la competencia de los negocios particulares. Así ocurre con los servicios sanitarios del restaurante “El Viajero”, municipio de Jatibonico, provincia de Sancti Spíritus.
Hace escasos meses, para comer en dicho lugar había que hacer una larga cola debido a la gran afluencia de ómnibus nacionales. Al preguntarle a la encargada del servicio sanitario sobre cómo le iba, me respondió quejumbrosa que antes era mucho mejor pues ahora los restaurantes particulares, situados en la zona, le brindan comida gratuita a los choferes para que les lleven pasajeros.
Pero quizás el servicio sanitario más exitoso es el ubicado afuera de un restaurante privado enclavado en los bajos de un edificio bi-planta de Guáimaro. La afluencia de personal es constante. He pasado alrededor de cinco veces por el lugar, en menos de dos años y en todas ellas he visto al mismo hombre encargado de la atención a los servicios, los que mantiene con una higiene aceptable y con jabón. Un cálculo conservador me permite concluir que debe recibir diariamente no menos de mil quinientos pesos.
El cubano, tan ágil en eso de calibrar las posibilidades de cualquier negocio emergente, no pierde tiempo. Así me lo confirmaron dos amigos de Guantánamo que esperan instalar sendos servicios sanitarios en sus viviendas antes de los próximos carnavales. No se puede perder tiempo, me dijo uno muy entusiasmado, mucho menos cuando hasta las heces fecales dan plata.