LA HABANA, Cuba.- Para nadie es un secreto la escasa calidad del agua que llega a los hogares cubanos, lo que no la hace recomendable, en su estado original, para ser consumida por las personas. A veces, incluso, se contamina con las aguas negras o albañales debido al deterioro de las conductoras.
En esas condiciones, al permanente consejo de hervir el agua que consume la población, se ha añadido en los últimos tiempos otra advertencia por parte de las autoridades de salud pública: tratar el agua de beber con una solución de hipoclorito de sodio al 1%, mediante una dosis de tres gotas de la solución por cada litro de agua.
Las autoridades sanitarias aseguran que el hipoclorito de sodio está presente en todas las farmacias, y por tanto la población puede confiar en que esa fórmula disminuirá la ocurrencia de enfermedades estomacales. Sin embargo, una cosa piensan los burócratas, y otra muy distinta sucede en la vida diaria.
Un reciente recorrido por farmacias de los municipios habaneros de Centro Habana, Cerro y Plaza de la Revolución, permitió a este diario comprobar la inexistencia del hipoclorito de sodio. En la mayoría de los establecimientos, sus empleados declararon que desde hacía días no entraba el hipoclorito, y no podían dar una fecha exacta acerca de la futura presencia de ese producto.
Algunos opinan que, tal y como marchan los acontecimientos, el producto podría ingresar en la lista de medicamentos que apenas se ven en las farmacias, y no quedaría más remedio que acudir a los revendedores. Así se uniría al algodón, la triamcinolona, la domperidona, la gentamicina y muchos más.
Un vecino de mi edificio contó una anécdota que corroboraría la hipótesis anterior: “En días pasados llegué a una farmacia en la que dos empleadas atendían al público. Indagué por la existencia del hipoclorito de sodio, e inmediatamente una de las empleadas, después de mirar a los estantes donde estaban los medicamentos, me respondió afirmativamente. Pero la otra empleada no perdió tiempo e hizo una seña negando que hubiese ese producto. Evidentemente, lo estaban reservando para dárselo a los revendedores, o hacer cualquier otra ‘triquimaña’ con él”.
No sería la primera vez que un artículo de uso cotidiano, y de suma importancia para la salud, se pierde inexplicablemente de las farmacias cubanas. Recordemos el caso de los condones. Por una parte, los medios de difusión pregonando a toda hora la necesidad de usarlos para practicar el sexo seguro; por la otra, los condones brillaban por su ausencia en la mayoría de las farmacias.
Claro, los médicos que parten a cumplir una misión en el exterior van con todo tipo de medicamentos en sus equipajes. No importa que haya desabastecimiento en las farmacias de la isla. Lo esencial es proyectar la imagen de Cuba como una “potencia” médica.