LA HABANA, Cuba. – En una larga fila que aglutina a más de veinte personas frente a un mostrador, dos mujeres, ni amigas ni conocidas, establecen una conversación que gira entorno a un mismo desvelo: el “regalito anual del día del maestro”. En la propia tienda sacaron a la venta un lote escaso de pomos de champú a 1.50 CUC. “A mí me avisaron y vine corriendo”, le dice una a la otra. “Con esto, que vaya bajando la maestra y, si no le gusta, que lo regale, que estas chiquitas de ahora están un poco equivocadas”.
Siempre que llega el 22 de diciembre en Cuba, proclamado en 1961 como Día del educador, comienza la difícil carrera para alcanzar alguna mercancía barata que pueda servir como obsequio para los profesores, sobre todo, los de la educación primaria y secundaria. Sin embargo, existen ofertas reducidas en las estanterías de las tiendas recaudadoras de divisa para las familias cubanas, que acostumbran a regalar artículos de aseo personal como jabones, pasta dental, desodorantes o perfumes. Desde hace más de un año, las TRD no reciben perfumería de la empresa Suchel Camacho, y los disponibles son importados con un precio que excede los 150 pesos en moneda nacional.
Si bien el regalo por el día del educador no resulta una tradición obligatoria, varios padres entrevistados confirman que, de no ajustarse a tal costumbre, sus hijos pueden verse afectados de varias maneras, ya sea por el bullying de sus compañeros de clase o por la saña de profesores que esperan con ansias la fecha, para paliar su situación económica gracias estos donativos en especie. Quienes cuentan con menos posibilidades económicas recurren a los puntos artesanales por cuenta propia donde pueden adquirir postales o pequeños muñecos en yeso con letreros relativos a la fecha. No obstante, son pocos los maestros que se conforman con un detalle “espiritual”.
“En el aula del mío, por ejemplo, recogieron 25 pesos por niño”, comenta la madre Mireya Acosta a CubaNet. “La delegada del grupo se reunió con todas nosotras y ni preguntó si había padres que podían permitirse dar esa cantidad. Supuestamente, es para comprarle un presente colectivo a la maestra, pero, al final, cada niño le lleva algo por su cuenta. No sé qué le van a comprar, porque son más de veinte CUC. Eso fue solo para el regalo, también hay que llevar un plato por cada estudiante para hacer la fiesta”.
Otro padre santaclareño refiere con pesar que algunos profesores piden, incluso, lo que quieren para el 22 de diciembre. “El año pasado, en el aula de mi hija, reunieron para una plancha de pelo, que era lo que quería la maestra, y lo pidió así, sin contemplaciones. Las cosas ya no son como antes, que se conformaban con un lapicero y un jaboncito. Un día de estos van pedir un celular o una laptop. También hay gente que compra regalos carísimos para que les den buenas notas a sus hijos o los pasen de grado si son muy brutos”.
En fecha cercana al fin de año, la mayoría de los profesores cubanos parten a sus casas con bolsas portadoras del “agradecimiento material” por el oficio del magisterio. Además del acostumbrado regalo a la llamada maestra guía, algunos padres también acostumbran a “llevar alguito” para las auxiliares, la directora o los profesores de Educación Física. “Si sumas todo eso no te comes un pedazo de carne el 31”, opina Adianis Acosta, enfermera y madre de una niña de 8 años. Aunque entiende que los maestros merecen ser agasajados, su salario apenas le alcanza para cubrir sus propias necesidades. “Yo no me compro una crema de tratamiento para mí y tuve que hacer el sacrificio este año, porque no quiero pasar pena ni que me traten a mi hija como poca cosa. Esto está así, como cuando vas a una consulta en el hospital y le llevas un detalle al médico: tanto das, tanto vales”.
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