LA HABANA, Cuba -El Presidente Barack Obama anunció un nuevo rumbo en la política de Estados Unidos hacia Cuba, el 17 de diciembre. La población antillana ha expresado gran alegría por la noticia, tanto dentro del archipiélago como en el exterior. Es una decisión valiente e histórica, porque brinda la oportunidad de erradicar definitivamente el ambiente de confrontación existente desde hace casi 55 años e iniciar unas relaciones fructíferas para beneficio del pueblo de Cuba. Las medidas adoptadas por el mandatario norteamericano han sido acogidas con entusiasmo y esperanzas por millones, aunque otros cubanos mantienen precaución, pues usualmente afrontan duras condiciones de vida y represión.
El presidente Raúl Castro anunció que estaba abierto a amplias negociaciones con Estados Unidos, incluidos todos los temas, en comparecencia televisada a la misma hora que el presidente Barack Obama lo hacía. Los motivos para propiciar el acercamiento con Washington pueden ser muy amplios, como la profundización de la crisis económica cubana, la necesidad de inversión extranjera para la recapitalización y el desarrollo, descontento social por la precariedad socio-económica, pérdida de la confianza popular, necesidad de proyección internacional. Para alcanzar la libertad y la democracia, la sociedad civil tendrá que atravesar el largo y difícil camino impuesto por un régimen totalitario que pretende prolongarse en sus herederos.
El intercambio de Alan Gross, encarcelado en Cuba en 2009, por los 3 prisioneros condenados como espía en Estados Unidos, era la condición necesaria para que el gobierno norteamericano pudiera iniciar el proceso de la normalización de las relaciones y lograr resultados con las nuevas medidas hacia el pueblo cubano. Además, el gobierno isleño aceptó liberar a un ciudadano norteamericano desde hacía alrededor de 20 años y otros 53 prisioneros políticos. La tradición de los gobiernos norteamericanos es no abandonar a ninguno de sus ciudadanos, y procurar su canje o rescate con acciones militares.
Los esfuerzos de legisladores de ambos partidos, la diplomacia y miembros de todos los sectores de la sociedad norteamericana están teniendo un importante papel en estos progresos. El Papa Francisco ha demostrado una vez más su sabiduría, auxiliado por los Nuncios acreditados en La Habana, y la Iglesia Católica Cubana, encabezada por el Cardenal Ortega y la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos que han continuado acompañando a la nación y el pueblo con su tradicional vocación patriótica y religiosa.
Las medidas anunciadas abarcan inicio de conversaciones para restablecer las relaciones diplomáticas; reforma del marco normativo para empoderar al pueblo cubano con mayor eficiencia; favorecimiento de la ampliación de los permisos generales de viajes a Cuba e incremento del monto de las remesas; autorización de expansión de ventas y exportaciones comerciales de ciertos bienes y servicios desde Estados Unidos; autorización a las personas que viven en Estados Unidos a importar bienes adicionales de Cuba; facilitación de transacciones financieras entre ambos países; inicio de nuevos esfuerzos para incrementar el acceso de Cuba a las comunicaciones y su capacidad para comunicarse de manera libre; actualización de la aplicación de sanciones a Cuba en terceros países; establecimiento de negociaciones con los gobiernos de Cuba y México para discutir la frontera marítima no resuelta en el Golfo de México; inicio del proceso de revisión de la designación de Cuba como estado patrocinador del terrorismo; discusión de la participación de Cuba en la Cumbre de las Américas en abril de 2015; compromiso firme con la democracia, los derechos humanos y la sociedad civil, que incluye el apoyo fuerte para que haya mejores condiciones de derechos humanos y reformas democráticas en Cuba (resumen de una extensa Hoja Informativa emitida por la Oficina del Secretario de Prensa de la Casa Blanca).